COVID-19: España vaciada entre el miedo y la esperanza

Zonas de la España vaciada fueron golpeadas muy duramente durante la primera ola de la pandemia. Sus pocos y envejecidos habitantes siguen con miedo. Muchos, además, son agricultores y no pueden permitirse el lujo de no trabajar. La pandemia, sin embargo, parece haber impulsado un regreso al campo que ellos ven con esperanza. Por Fernando Goitia / Fotos: Álvaro Ybarra Zavala

COVID-19, retratos de la España vaciada

El fotorreportero Álvaro Ybarra Zavala retrata el impacto de la COVID-19 en la España vaciada, duramente golpeada en la primera ola de la pandemia. Sus pocos y envejecidos habitantes, mayoritariamente…

Cuando en marzo se decretó el estado de alarma, en Alcubilla de Avellaneda vivían unas 80 personas. Sus calles, ya poco transitadas en invierno, se vaciaron. Medio año después, muchos de sus residentes -que rondan, de media, los 60 años- se mantienen alejados de su apacible vida social. «Mucha gente del pueblo, de distintas edades, sigue con miedo. Hay quien no se acerca al bar o apenas sale cuando no hay nadie en la calle. Ancianos y agricultores, sobre todo, porque si enferman y no pueden cuidar de sus cultivos pierden la cebada y el trigo», explica su alcalde, Gustavo Adolfo Marín.

Soria, una de las regiones más despobladas de Europa, con ocho personas por kilómetro cuadrado, lideró la tasa de contagios y muertes en los primeros días de la pandemia.

Soria, una de las regiones más despobladas de Europa, con una densidad de ocho personas por kilómetro cuadrado, vivió una elevada tasa de contagios y muertes durante los primeros tiempos de la pandemia. Hoy es una de las zonas con menor incidencia de COVID-19, pero, en la provincia española con más plazas en residencias de ancianos por cada 10.000 habitantes, su índice de envejecimiento -el doble que el europeo- fue todo un hándicap ante un virus que se cebó en esos días con los más mayores. En localidades como Duruelo de la Sierra, con un millar de vecinos, murieron 13 por COVID-19 entre febrero y abril; o 9 en Cabrejas del Pinar, con apenas 380 habitantes.

Son municipios de la llamada ‘España vaciada’, de la que Soria es epicentro y que se extiende por la Serranía Celtibérica en una docena de provincias de Aragón, ambas castillas, La Rioja y Comunidad Valenciana, con una hemorragia demográfica sin parangón en Europa.

Alcubilla de Avellaneda, con 108 nombres en su padrón, es uno de esos pueblos que lleva décadas perdiendo población, «como sucede con el 99 por ciento de los de Castilla y León», apunta su alcalde. La pandemia ha sido benigna con la localidad, próxima a Aranda de Duero, San Esteban de Gormaz y El Burgo de Osma, protagonistas de rebrotes veraniegos. El regidor asegura, de hecho, que en los últimos meses han vivido cierto «movimiento inmobiliario», con familias que han llegado para quedarse, viviendas alquiladas y gente de ciudad que ahora teletrabaja desde allí. «En estos meses se han puesto más de 20 antenas de radio para Internet -valora-. Si tuviéramos mejor conectividad, igual se animaban más a venir».

Algunos pueblos han vivido cierto movimiento inmobiliario. El Proyecto Arraigo -que apoya a quienes se quieren mudar al campo- ha registrado un aumento del 30 por ciento de solicitudes

Una posibilidad que la Federación Española de Municipios y Provincias quiere impulsar con una ley contra la despoblación, que incluya exenciones fiscales a las empresas que se instalen en el territorio, mejora de comunicaciones, reapertura de escuelas y consultorios médicos o estímulos a los jóvenes que se trasladen. Quién sabe, quizá esta pandemia contribuya a poblar la España vaciada. Una tendencia que han detectado desde el Proyecto Arraigo -de apoyo a quienes se mudan al campo-, que en estos meses ha registrado un aumento del 30 por ciento en sus solicitudes.

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