Juergas antológicas y clubes de debate. Así se formaron los líderes británicos del ‘brexit’. Un fotógrafo inmortalizó su vida social en el Oxford de los años ochenta sin saber que aquellos estudiantes elitistas y arrogantes acabarían empujando al Reino Unido fuera de Europa. Por Fernando Goitia / Fotografía: Dafydd Jones
• Las imágenes de la vida loca de los líderes del ‘brexit’ en el Oxford de los 80
En Oxford está prohibido mentar a la universidad rival. Los estudiantes se refieren a Cambridge como «la palabra con ‘C’», expresión inglesa para evitar decir cunt, forma soez de los genitales femeninos. El detalle puede sonar trivial, pero revela el lado más vulgar y arrogante de una institución casi milenaria siempre asociada a la refinada educación británica. La universidad más elitista del mundo –cuna educativa de 28 primeros ministros– siempre procuró ocultar ese ‘lado oscuro’, el mismo que ahora nos muestra a tumba abierta el fotógrafo Dafydd Jones.
En su libro The last hurrah (‘El último hurra’), Jones revela un Oxford donde los niños bien que hoy dirigen el Reino Unido se entregaban a fiestas desenfrenadas. En sus fotografías, tomadas en los ochenta, encontramos a primeros ministros como Boris Johnson y David Cameron, dos alumnos muy populares. Por su carisma y sus habilidades sociales el primero; por su fama de gamberro y estudiante aventajado el segundo.
El fotógrafo recuerda «el gran número de idiotas» que conoció en sus incursiones entre una élite cuya arrogancia nunca dejó de sorprenderlo
Ambos fueron, además, miembros del Bullingdon Club, selecta institución que inspiró The Riot Club –película sobre un libertino grupo de niños bien– y en la que el plan habitual consistía en cenar y ‘cocerse’, ‘liarla parda’ y rematar la juerga con prostitutas. Todo ello en los días en que Margaret Thatcher ponía el país patas arriba, desmontando su sistema de protección social y mandando a miles al paro. «La gente adinerada celebraba mientras había huelgas por todas partes», sentencia Jones.
Así, en el resplandeciente universo paralelo que bullía tras los muros de Oxford, los líderes del mañana se daban la vida padre mientras, en calidad de cronista indiscreto, el fotógrafo los retrataba en clubes de debate –allí se entrenó la generación que culminaría el brexit–, competiciones de remo y fiestas empapadas en sherry, cerveza y champán. Una vez, Jones acabó por error en un cuarto donde se iniciaba una reducida orgía sobre una cama de agua. «Musité un sorry y salí rápido de allí», asegura.
Galés residente en Oxford, Jones obtuvo acceso a ese mundo tras ser contratado en 1981 por Tatler, biblia editorial de las élites con trescientos años de historia, para fotografiar eventos. Y eso hizo nueve años, también para Vanity Fair, The New York Observer, The Sunday Telegraph y The Times. «Se había escrito y dramatizado al respecto –dice–, pero nunca se había fotografiado». Rodeado de jóvenes engalanados que entonaban melancólicos cánticos de una pasada gloria imperial, el fotógrafo disparaba su cámara a diestro y siniestro sin que a nadie pareciera importarle. Quizá porque no se les pasaba por la cabeza que la revelación pública de aquel revival ochentero de Retorno a Brideshead pudiera ser motivo de escándalo en medio de la brutal crisis que sufría su país.
Jones recuerda, de hecho, «el gran número de idiotas» con el que se cruzó en sus incursiones entre una élite cuya arrogancia nunca dejó de sorprenderlo. Sasha Swire, esposa del conservador Hugo Swire, la exhibe sin tapujos en su libro Diario de la mujer de un diputado, donde llama little people (‘gente pequeña’) a las clases populares, toilet seats (‘tazas de váter’) a las bases del partido y diferencia entre people like us (‘gente como nosotros’) y los demás. Usos comunes en un partido cuyo líder presenta a su gabinete como «el gobierno del pueblo», aunque sus integrantes hayan pasado por colegios y universidades que el 93 por ciento de sus paisanos no se puede permitir.
‘The Last Hurrah’ (Ed. Stanley/Barker), del fotógrafo Dafydd Jones
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