Con la pandemia, Yakarta se ha poblado de mendigos cubiertos con una pintura metalizada y altamente tóxica para atraer limosnas. Por Fernando Goitia/Foto: GTRES
A estas alturas no hay duda: la pandemia no afecta por igual a todas las clases sociales. Lo saben en las barriadas de Yakarta, epicentro del coronavirus en Indonesia, campeón del sudeste asiático en incidencia de COVID-19. Allí la distancia social es un lujo, las viviendas no tienen ventanas y la pobreza obliga a sus habitantes a buscar sustento cada día en medio de la primera recesión del país en dos décadas.
En las calles de la capital han crecido los mendigos de forma exponencial. Son los llamados silver people, personas que se embadurnan en pintura plateada –receta casera de polvo de serigrafía y aceite que daña los ojos e irrita la piel– para llamar la atención de los transeúntes.
Es el país con más casos de COVID-19 en el sudeste asiático
Un precio muy alto por unas rupias con las que sobrevivir en un país con un sector informal tan extenso que el Gobierno ha decidido vacunar primero a los trabajadores de 18 a 59 años, «principales propagadores del virus».
Foto apertura: Puryanti, de 29 años, pinta a su sobrino Raffi, de 15, para salir a pedir limosna por las calles de Yakarta. Ganan unos cinco dólares al día.
Te puede interesar
Coronavirus: castigos por ir sin mascarilla