Estrellas del Camino de Santiago: su gente maravillosa
Uno de los atractivos del Camino de Santiago es encontrarse con personas singulares, inspiradoras, diferentes; escuchar sus historias edificantes y fomentar lazos para los que no hay fronteras. Como estas. Texto y Fotografías: Daniel Méndez
Un Luthier en el bosque
Xermán Arias nació en medio del Camino de Santiago. En su pueblo, Vilei, en la parroquia de Barbadelo, el Camino bordeaba su casa. «Desde pequeño vi a gente caminando», cuenta este luthier de 55 años en su taller de la localidad de Sarria (Lugo). Acaba de reconstruir una viola que aparece en la arquivolta del pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago. Con madera de un peral y un cerezo de su pueblo. «Estoy seguro de que miles de peregrinos han descansado a la sombra de estos árboles», dice. Gracias al Camino, explica, la Galicia medieval se convirtió en una vanguardia cultural y artística. «Es un dinamizador de mentes». Y cuenta una anécdota de la época en que el peregrino dependía de la solidaridad de los vecinos. Recuerda a aquel japonés que llegó pidiendo un vaso de agua una mañana muy fría. Tan fría que las cañerías se habían congelado y no salía nada del grifo. En su lugar, le ofreció una Estrella Galicia. Y como agradecimiento, él le regaló un dibujo de su casa. Años después buscó en Google el nombre de la firma. Era Munehiro Ikeda, un reputado artista japonésUna canadiense transformada
¿Cómo llegó esta historiadora canadiense a vivir en un pueblo de nueve casas cerca de O Cebreiro? Cuando en los ochenta la despidieron de su trabajo en Londres, Laurie Dennett -ahora, de 75 años- decidió buscar fondos para la investigación de la esclerosis múltiple mediante peregrinaciones benéficas. La primera fue a Santiago, en 1986, y después a Roma y Jerusalén. «No empecé con una idea religiosa, pero la peregrinación te transforma. Te hace despertar a la naturaleza, a lo trascendental, a tus compañeros peregrinos». Por eso se revuelve al hablar de los caminantes enchufados a sus auriculares. Sobre el impacto del Camino, responde con una anécdota. En el 86 conoció a un sacerdote de Burgos que a diario ofrecía sopa de ajo a los peregrinos. «Estamos cambiando el mundo, persona a persona», decía el cura. En el jardín de su casa, donde se instaló en 2010, ha creado una réplica del laberinto de la catedral de Chartres (Francia), donde arrancó su primer Camino.Un pionero entre peregrinos
Antón Pombo recorrió por primera vez el Camino en 1984. Y ya suman 23 veces más. Ha publicado varias guías sobre la ruta, ha sido hospitalero -encargado de un albergue u ‘hospital’-, ha recuperado rutas como la de Santiago a Finisterre y Muxía, forma parte de la Comisión de Patrimonio de la Xunta. Es más, a su pareja, con quien tiene un hijo, la conoció como peregrino. «En los ochenta era una cosa muy de aventura, de pioneros». Pasado el tiempo, Antón -de 56 años y licenciado en Historia- observa con mirada crítica la masificación. «Hay una fecha clave, el 93, con el primer Xacobeo. Es la primera vez que la Administración promueve el Camino más allá de la dimensión religiosa. Se señaliza, se crea una red pública de albergues…». Esto tiene consecuencias positivas, claro, pero otras no lo son tanto. «Corremos el riesgo de perder el patrimonio, el material, pero también el inmaterial: la hospitalidad»El ‘pastor’ de abejas silvestres
«¡Pero qué haces, Isidro!», le recriminó un capataz allá en los sesenta cuando Isidro Pardo trabajaba en una central hidroeléctrica. Se encargaba de eliminar los enjambres silvestres de abejas de las instalaciones. «Estás haciendo mucho daño. Las próximas abejas las saco yo y te las doy», explicó el capataz. Nació así una pasión convertida hoy en un museo cerca de Arzúa (A Coruña): O Enredo do Abelleiro. De las abejas, dice, tenemos mucho que aprender. «En un enjambre se juntan miles. Todas trabajan por la misma causa y ninguna ocupa el espacio de las demás. Si los humanos hiciéramos lo mismo, nos iría mejor. Es como la convivencia del Camino».LAS ESTRELLAS DEL CAMINO
En el marco de las actividades organizadas con motivo de este Año Xacobeo, el muralista orensano Mon Devane ha pintado siete murales en fachadas ubicadas en las últimas etapas del Camino Francés hacia Santiago de Compostela. Son imponentes retratos de siete Estrellas del Camino, como se ha bautizado esta exposición comisariada por Estrella Galicia. Los rostros que aparecen en este reportaje forman parte de estos siete personajes significativos de la ruta, y los peregrinos se los encontrarán en su Camino hacia Santiago, en la que es, seguramente, la muestra pictórica más extensa del mundo: recorre siete localidades a lo largo de 140 kilómetros. Además de los murales, hay otras tantas pequeñas piezas documentales que reflejan la trayectoria de cada uno de los personajes, así como la creación de cada mural. Para acceder a ellos, el peregrino debe escanear un código QR que encontrará en unos tótems instalados junto a los murales.
Más información e: www.estrellasdelcamino.es
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