Si está soltero y sin compromiso, tiene menos de 35 años o hijos en edad de ligar, seguramente le suena qué es Tinder y para qué sirve. Si no le suena, se lo contamos en breve
Tinder, una aplicación para teléfonos móviles basada en la localización geográfica, cuyo icono -una diminuta lengua roja de fuego- está presente en los móviles de las mujeres y hombres solteros (aunque no siempre tan solteros) de medio mundo. El usuario abre la aplicación y se encuentra con un vertiginoso carrusel de rostros que se presentan simpáticos, interesantes o directamente «irresistibles».
A continuación hay que deslizar el dedo por uno u otro lado de la pantalla. Si lo desplazas a la izquierda, estás diciendo que no, gracias; si lo desplazas a la derecha, estás sugiriendo que adelante. La conversación tan solo se inicia cuando los dos usuarios han desplazado a la derecha. Es lo que se llama un match, el equivalente digital a decir: «»Me gustas y te gusto; sigamos adelante y a ver qué pasa». Hoy existe toda una generación de hombres y mujeres que nunca va a tener que saber lo que se siente al ser rechazado», dice Sean Rad, su creador.
A Rad le irrita que hablen de Tinder como «la aplicación para follar». Y lo explica: «Hemos establecido más de 20 millones de conexiones. Reducirlo todo al sexo es una falacia. Es un error suponer que esos 20 millones de conexiones son solo planes de una noche. Hay de todo. Hay matrimonios; hay relaciones de pareja; hay amistades». Agrega que muchas veces le han pedido que oficie matrimonios surgidos a partir de Tinder (hasta la fecha siempre se ha negado) y, de hecho, tiene «como unos cien mensajes» que así lo demuestran.
La última innovación de la empresa es una nueva plataforma llamada Tinder Social, que te permite planificar tu próxima salida nocturna, invitando a personas que conoces y estableciendo matches con otros grupos que van a salir esa misma noche.
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