Si su empresa le compra un ordenador cuántico a IBM, no se lo enviarán a la oficina. El IMB Q Mide casi tres metros de alto y necesita un entorno especial. Está en el Quantum Computation Center de Poughkeepsie (Nueva York), que se inaugura a finales de año. La conexión será a distancia. Por C. M. S.
Darío Gil, un español al mando del primer ordenador cuántico comercial del mundo
Darío Gil es uno de esos que se lanzan a la piscina sin mirar si tiene agua; lo suyo no son decisiones estratégicas, son saltos de fe. El último ha…
LAS RAREZAS DEL CÚBIT
La computación cuántica se basa en el cúbit. El bit de un ordenador tradicional es binario, o sea, es 0 o es 1. El cúbit aprovecha dos ‘milagrosas’ propiedades de la física cuántica para ser 0 y 1 de manera simultánea, lo que dispara su capacidad de procesamiento.
SUPERPOSICIÓN Y ENTRELAZAMIENTO
Una propiedad cuántica es la superposición: una partícula en estado cuántico puede estar al mismo tiempo ‘encendida’ y ‘apagada’. La otra es el entrelazamiento: dos partículas pueden sincronizarse y ‘bailar’ juntas, aunque cada una estén en uno y otro extremo del universo.
EL FRIGORÍFICO
El ordenador es básicamente un frigorífico, aislado dentro de una caja oscura de cristal reforzado. Su interior es uno de los sitios más fríos del universo: 273 ºC bajo cero.
El ORDENADOR
Para que funcione, sus partículas, los cúbits, tienen que estar ‘heladas’ y en total aislamiento. Y hay más: si alguien las observa pierden sus propiedades y se convierten en partículas normales.
POTENCIA EXPONENCIAL
Un ordenador cuántico de 20 cúbits tiene una capacidad de procesamiento de 17 megas. Con 30 cúbits, 17 gigas. Cuando se llegue a los 100, un ordenador clásico necesitará tantos bits como átomos tiene la Tierra para emularlo.
VUELTA A LA MEDIOCRIDAD
Por desgracia, existe una tercera propiedad cuántica, la decoherencia: el milagro dura un suspiro. La partícula en estado de gracia vuelve a la mediocridad; el cúbit, después de darlo todo, se vuelve un bit normal en microsegundos. ¿No lo entiende? No se preocupe. Richard Feynman tampoco inventó estos trastos.
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