Revolución digital post-COVID: esto no es Japón… es Sevilla

La pandemia ha acelerado cinco años la revolución digital. La generalización de los robots colaborativos, las cámaras termográficas, la luz germicida… ya no es ciencia ficción. Han llegado para quedarse y España está dispuesta a dar batalla. Por Raquel Peláez/ Fotografía: Susana Girón

«Nunca nos hubiéramos imaginado que un virus podría convertirse en el mayor acelerador de la revolución digital», sostiene Agustín Cárdenas, director de Transformación de Empresas en Telefónica. «Hemos dado un salto de unos tres a cinco años en la implantación de herramientas tecnológicas. Llevábamos mucho tiempo intentando explicar a nuestros clientes las ventajas de la digitalización, pero siempre había algo que hacer antes. Pues bien, ahora ya no existe ese ‘antes’. Ha llegado el momento».

El especialista Martin Wolf, desde el Financial Times, asegura que en unos pocos meses la COVID-19 ha transformado el mundo y que el desafío económico al que nos enfrentamos dejará en pañales incluso la crisis de 1929. Una de las líneas maestras para afrontar la transición hacia ese nuevo mundo -que según Wolf, estará menos globalizado físicamente, pero más integrado virtualmente- será la «adopción acelerada de tecnologías». Unas tecnologías con doble filo: por un lado, «nos ofrecen seguridad»; por otro, existirá la tentación de «un mayor control social». Por su parte, Christine Lagarde -presidenta del Banco Central Europeo- señala que en un ambiente de tanta incertidumbre «va quedando claro que la crisis obligará a reestructurar nuestras economías de manera fundamental; el sector industrial necesita hacer que sus cadenas de suministro sean más resilientes, y eso lo llevará probablemente a que se centren en la proximidad; mientras que el sector servicios, por el contrario, tenderá hacia un mayor distanciamiento mediante la digitalización».

Una tendencia mundial a la que España no será ajena. Y a la que hay que verle el lado bueno. Según el informe La sociedad digital en España 2019, editado por Fundación Telefónica, las empresas españolas esperan que en un plazo de cuatro años -y fruto de esa digitalización- sus ingresos aumenten en torno a un once por ciento y se reduzcan los costes casi en una quinta parte.

Telefónica ya tenía desarrollado un sistema para controlar el acceso a las tiendas -ahora es aplicable a otros entornos, como las playas- y asegurar así la distancia social. La tecnología se adapta y se expande como nunca.

«Las condiciones surgidas en este escenario post-COVID, que nos obligan a medidas como la distancia social, han favorecido la adopción de tecnologías que antes podían parecer ciencia ficción, como las cámaras termográficas, los robots colaborativos o la luz germicida», apunta Sergio Sáez, cluster manager de Secpho, una entidad formada por empresas, centros tecnológicos y grupos de investigación, expertos en tecnologías fotónicas. Según Sáez, los sectores que más se han visto empujados a transformarse durante estos meses «son aquellos que mantienen un contacto directo con el cliente final, como es el retail, la hostelería o los transportes. En el sector industrial se ha potenciado la digitalización para controlar procesos a distancia sin necesidad de desplazarse a la planta de producción. Esto ha sido una ventaja competitiva para las empresas que habían apostado por la industria 4.0 y ha hecho que muchas otras decidan dar el paso», continúa el experto. En definitiva: la tecnología y la innovación que han desempeñado un papel clave en la mitigación de la pandemia han llegado para quedarse.

Las empresas españolas esperan que en un plazo de cuatro años, y fruto de la digitalización, sus ingresos aumenten un once por ciento

Entre las empresas que han acelerado el desarrollo de tecnología puntera se encuentra Álava Ingenieros, que ha creado sistemas de filtración de partículas en el aire o cámaras y sistemas termográficos que miden la temperatura corporal. Por su parte, la empresa valenciana Robotnik -que posee una amplia experiencia en el desarrollo de robots para logística- está participando en el proyecto europeo Endorse, que trabaja con un autómata móvil que permite comprobar el estado de los pacientes de forma remota. «En realidad, la robótica no ha avanzado, lo que se ha acelerado es la demanda del mercado -asegura Sáez-. Hace cuatro meses, no te imaginabas un robot en los hospitales que pudiera sustituir al personal sanitario o que en el metro se desinfectara con luz germicida sobre un robot colaborativo».

Mientras que algunas empresas han optado por crear nuevas soluciones, otras han decidido adaptar las que ya tenían. «La tecnología que proponemos a nuestros clientes debe tener sentido a largo plazo, más allá de la situación que vivimos ahora mismo», explica el director de Transformación de Empresas de Telefónica. De esta forma, la propuesta de su compañía combina innovaciones tecnológicas con elementos de seguridad física para prevenir contagios, una serie de soluciones que ya aplican en sus tiendas y que ofrecen también a empresas y administraciones públicas. «Cuando surgió la necesidad de regular el aforo en los comercios, nosotros ya teníamos instalado equipamiento que utiliza sensores audiovisuales para contar a las personas que entran y salen en miles y miles de tiendas. Esa información, que antes le servía al comercio para contrastarla con los tiques y analizar el éxito de su negocio, ahora pueden utilizarla como medida de seguridad para regular la cantidad de gente y respetar el aforo. Pues bien, a esos videosensores les hemos añadido una especie de semáforo para decirle a la gente que va a acceder a la tienda si puede pasar o hay demasiadas personas y tiene que esperar», manifiesta Cádernas.

Ingenieros y programadores de la empresa sevillana Macco, especializada en robótica. Acuciados y estimulados por la pandemia, han desarrollado robots para desinfectar, servir bebidas en bares y realizar tareas que minimicen el contacto y, con ello, el riesgo de contagio.

Incluso la música en directo ha encontrado una posible solución a la difícil situación con la que se enfrenta gracias a las tecnologías de transmisión en streaming, que permiten a los espectadores acceder a los conciertos desde cualquier dispositivo. «La tecnología va a acercarnos cosas que hasta ahora eran impensables, como asistir a un espectáculo en directo desde casa y hacer allí la fiesta con los amigos. Hemos firmado un acuerdo con el espacio WiZink Center para ofrecer a través de la Red conciertos de música en vivo y en tiempo real. Habrá público en directo, el que se permita por aforo en cada momento, y miles y miles de personas on-line», concluye.

La crisis sanitaria ha puesto sobre la mesa otra herramienta con vocación de permanencia: la telemedicina y la videoconsulta. Chatear con el doctor o la prescripción de recetas empiezan a ser hábitos que reducen tiempos de espera, costes y desplazamientos innecesarios. Rafael García, CEO de Ever Health -empresa de servicios medicotecnológicos-, coincide con el experto de Telefónica en que el impacto de la COVID-19 ha adelantado en cinco años la implantación de esta herramienta en España: «Durante estos meses, estas consultas han salvado buena parte de la actividad normal de los hospitales. Estos cambios permanecerán más allá de la crisis y, sin duda, la telemedicina será una parte más, fundamental, que ya está implantándose de forma generalizada en los centros». Según García, «con este sistema, ocho de cada diez visitas presenciales podrían ser atendidas y resueltas a través de herramientas como ‘kits de telemedicina’, que incorporan dispositivos de diagnóstico de última tecnología como una cámara para exploración, un pulsioxímetro, un tensiómetro y un fonendoscopio digital que permite auscultar en remoto a tiempo real y prescribir tratamientos». Y en cuanto al futuro, el experto lo tiene claro: «La telemedicina pasará a ser parte del proceso tradicional de atención, y la mayor parte de los ciudadanos resolveremos nuestras dudas médicas a través de los canales digitales, que superarán los presenciales».

Si algo ha quedado claro es que no hay que subestimar la capacidad de adaptación del ser humano. Por eso, en momentos como el actual, muchos analistas recuerdan las palabras de Winston Churchill: «¡Nunca hay que desaprovechar una buena crisis!».

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