Del oro negro al oro verde: ¡Eureka, estas algas dan petróleo!
Parece ciencia ficción, pero es auténtico I+D. Ya es posible extraer petróleo de las algas. En realidad, se trata de reproducir el proceso natural de generación de crudo, pero, en lugar de esperar a la evolución geológica durante siglos, acelerando el proceso en un laboratorio. Por C.V.
Cuando hace dos años el investigador americano Craig Venter, el padre del genoma humano, anunció sus investigaciones sobre el fondo marino, hizo una tajante afirmación que poco después quedaría un tanto eclipsada al anunciar la espectacular creación de la primera célula artificial. Lo que Venter dijo entonces -y mantiene hoy más que nunca- es que «las algas sustituirán al petróleo». «Las algas anunció pueden ser una fuente de energía renovable desde el momento en que pueden reconvertir el CO2. Ahora mismo, el reto -agregó- es aumentar la escala de lo que estamos haciendo en el laboratorio para trasladarlo a la industria». Se trata de optimizar así el cultivo de fitoplancton, es decir, de algas microscópicas.
Craig Venter, el padre del genoma humano, lo había anunciado: «Las algas sustituirán al petróleo»
Pues bien, mientras Venter lo intenta por su cuenta, cada vez más compañías y agencias gubernamentales de todo el mundo financian investigaciones en esta línea para dar carpetazo a la era del oro negro e inaugurar la del oro verde. Hoy, como nunca antes, el ‘milagro’ de producir en unos días lo que a la evolución le lleva millones de años -el fenómeno natural del petróleo- está más cerca. Cerca en el tiempo… y en el espacio. Porque uno de los principales productores de microalgas está en Alicante.
Se trata de la planta de producción de Bio Fuel Sistems (BFS), una sociedad de capital privado con participación española, italiana y francesa, que, tras seis años de investigación y una inversión de 24 millones de euros, ya produce un crudo ecológico capaz de emular, asegura, los rendimientos del tradicional en su planta de San Vicente del Raspeig. Está allí porque fue la Universidad de Alicante la que se prestó a colaborar en la investigación.
Para entender el proceso, conviene ir al origen
El petróleo (etimológicamente ‘aceite de roca’) es una mezcla heterogénea de compuestos orgánicos, principalmente hidrocarburos insolubles en agua, de origen fósil, fruto de la transformación de materia orgánica procedente de zooplancton y algas que, depositados en grandes cantidades en fondos de diversos mares sin casi oxígeno, fueron después enterrados por la propia evolución bajo pesadas capas de sedimentos. La transformación química que el calor y la presión produce sobre esos fósiles genera diversos hidrocarburos que, cuando las circunstancias geológicas impiden que asciendan a la superficie, forman yacimientos petrolíferos. Pues bien: el sueño de reproducir artificialmente este proceso en menos tiempo (el ABC de toda revolución industrial. acortar los plazos de producción) ya es un hecho.
Según sus precursores, en breve permitirá producir hasta gasolina para los coches. Y con un nivel de contaminación cero
Básicamente, el proceso se fundamenta en el cultivo intensivo de microalgas fitoplanctónicas, los más eficientes conversores de energía solar debido a su sencilla estructura celular y que, al estar suspendidas en agua, tienen un mejor acceso al CO2 y otros nutrientes. Estos cultivos no son algas extraídas del mar, sino generadas en laboratorio. Son, de hecho, un nuevo tipo de cultivo: el de los autótrofos unicelulares. Después de años de investigación bajo el más absoluto secreto y con todos sus procesos y descubrimientos registrados y patentados, los investigadores de BFS concluyen que han hallado el perfecto organismo, abundante tanto en ácidos grasos como en hidrocarburos, que permite que cada ‘cosecha’ de microalgas se genere en un plazo de entre 8 y 24 horas.
A partir de entonces, la producción de hidrocarburos es -para los científicos- un sencillo proceso químico que emula al de la naturaleza. Pese a que existen otras investigaciones sobre la generación de biopetróleos basados en microalgas, solo BFS -así al menos lo ostenta la compañía- ha conseguido crear uno con los mismos usos y características que el tradicional y del que ya se han destilado combustibles como gasolina para automóviles, queroseno para aviones, derivados para plásticos y todos los subproductos hasta hoy monopolizados por el petróleo fósil.
Este tipo de energías se plantea a la vez ser una alternativa a las centrales nucleares y una garantía de reducción de emisiones de CO2 a la atmósfera. Hoy ya está en construcción un campo biopetrolífero que generará un crudo de cualidades sobresalientes para ser quemado en la caldera de una central eléctrica. Las emisiones que produzca volverán a ser capturadas para alimentar nuevamente a los biorreactores en una especie de círculo, ya no vicioso, sino saludable, generando así el primer ciclo combinado que garantizará cero emisiones de CO2.
Las voces de escepticismo, naturalmente, también se hacen oír. La mayor pega que, de momento, se encuentra al nuevo petróleo es su coste. En un informe de la Universidad de California, del Berkeleys Energy Biosciences Institute (EBI), se afirma que haría falta aún una década de pruebas para determinar si las empresas podrían realmente producir biocombustibles microalgales de forma masiva. Se critica también que su viabilidad pasa porque sean subsidiadas por los gobiernos para que los precios no se dispararan tanto. Según el centro Wageningen UR (University and Research Centre), el coste de producción de biodiésel a partir de microalgas supera hoy los 52 euros por gigajulio de energía, en comparación con los 15,8 del petróleo. El tiempo dirá.