¿Por qué no hay un único conector para todos los móviles?
Nadie lo pone en duda: «Es una idea estupenda». Sin embargo, lleva años atrapada entre la burocracia de los gobernantes y los intereses económicos. ¿Quién gana con tanto cable…? Por Till Krause y Dominik Stawski
Un mediodía de abril de 2008, Solomon Passy se quedó sin batería en su móvil y, de paso, sin poder llamar a su mujer. Nadie tenía un cargador que le sirviera. Por la noche, al volver a ver a su mujer, en el centro de Sofía, Bulgaria, habló con ella de lo ilógico que era que cada móvil tuviera un cargador incompatible con los demás. Entonces se lanzó a cambiar las cosas. Tenía avales para intentarlo: había sido ministro de Exteriores de Bulgaria durante cuatro años, tenía roce con el papa, Bill Clinton, trataba de tú a muchos poderosos.
El 26 de mayo de 2008 escribió a Günter Verheugen, comisario europeo de Industria y Emprendimiento: «El tema de los cargadores va a peor: hay cada vez más conectores nuevos y los clientes sufren».
Todavía seguimos, de momento, sin ese soñado cargador universal por mucho que a la Comisión Europea (CE) se le haya presentado hace unas semanas el primer prototipo (un conector del tipo micro-USB) que, dicen las compañías, llegaría a las tiendas antes de 2012. A ver… Hasta hoy lo único cierto es que en Europa sigue habiendo más de 30 tipos de cargadores diferentes. ¿Por qué?
Un ingerniero experto en cargadores acusa a las compañías: «Son todo excusas. Un conector único podría llevar ya años disponible»
El de los cargadores es uno de los nichos más lucrativos del mercado de la telefonía móvil: quien pierda su cargador deberá pagar unos 20 euros por el nuevo; a las compañías les cuesta menos de uno. Además, el maremágnum de cargadores es una estrategia para fidelizar clientes. Quien tenga un móvil Nokia quizá se compre otro con la esperanza de usar el viejo cargador… Así los fabricantes han demorado casi una década la introducción del cargador único, porque ya en junio de 2002 el Consejo Asesor de Consumo del Instituto Alemán de Normalización reclamó estandarizar los cargadores, pero la industria se negó: no era técnicamente posible, alegaron, y sí muy caro; incluso peligroso, insistieron, pues un cargador no del todo compatible con una batería puede incendiarse. Peter Schmoll, ingeniero experto en cargadores, dice: «Excusas… Un aparato así no supone problemas. Podría llevar ya años disponible».
Cuando no quieren que se les imponga algo, las empresas tienen dos estrategias: bloquear, demorar, no hacer nada y esperar que nadie lo advierta, o simular entusiasmo por la propuesta y, así, intentar dictar las reglas. En este caso, pusieron en marcha ambas estrategias.
La número uno, esperar, dejó de funcionar hace un tiempo, en parte por la insistencia de Solomon Passy, que hizo pública su lucha por el cargador universal. Los periódicos de su país lo aclamaron. Y siguió taladrando al comisario europeo de Industria, Verheugen, quien, supo, debía hacer algo. Si no, los políticos de Bruselas quedarían como inútiles burócratas, incapaces de resolver al menos algo tan prosaico como la normalización de los cargadores de móvil Una de las alternativas de Verheugen era amenazar a las empresas con un decreto para imponer un conector único; las compañías se mostrarían así mejor dispuestas a desarrollarlo por sí mismas. En efecto. No se avanzó hasta que el comisario Verheugen dijo: «Mi paciencia con la industria se acaba». A los pocos días, en febrero de 2009, las compañías anunciaron que en 2012 presentarían un conector común de tipo micro-USB. Era la primera vez que decían quererlo desde que lo rechazaran ante el pedido del Instituto Alemán de Normalización. De pronto, ya no era caro, complejo ni peligroso. Ahora tocaba la estrategia dos: simular entusiasmo y, a la vez, presionar en las cuestiones importantes. Apple aclaró que nunca renunciaría a su propio estándar y que solo participaría si se aprobaba a la vez un adaptador para la clavija micro-USB de Apple, de modo que no hubiera que añadirles un conector nuevo a sus móviles.
La CE accedió. Nokia, otro gigante, también se negó a renunciar a su conector plug de dos milímetros, más barato y fácil de producir. Además, un conector micro-USB como el del cargador universal cuesta 12 céntimos; el plug de Nokia, solo dos: Nokia vendió 460 millones de móviles en 2010; de haber debido equiparlos con el conector micro-USB, habría necesitado 46 millones de euros. Eso sin contar lo que le costara crear las ranuras y la electrónica correspondientes, cinco veces más caras en los cargadores con micro-USB. Solo un gran inconveniente del cargador Nokia salvó la situación: sirve para cargar baterías, pero no para transmitir datos. Así, todos los móviles necesitarían otra vez dos conectores: uno para la corriente y otro para el ordenador.
Finalmente, el 1 de abril de 2009 Verheugen y Ekso Aho, presidente de Nokia, acordaron que el conector único solo sería para los smartphones, los móviles inteligentes, como el iPhone, que también se conectan al ordenador. Así Nokia podría seguir vendiendo sus móviles básicos con el conector más barato. Verheugen quedó conforme, ya que, al menos en Europa, en el futuro todos los móviles serán smartphones.
Es uno de los nichos más lucrativos del mercado. Quien pierde un cargador paga 20 euros por uno nuevo; a las empresas les cuesta menos de uno
Tras otros seis meses de intensos debates, la norma quedó concluida el 10 de diciembre de 2010. Pero, aun así, las empresas se lo toman con calma. quedan muchos resquicios No está aún regulada la corriente que consumirá el cargador y, si un fabricante descubre una idea mejor, lo mismo puede volver a saltarse la norma o a aplazarla. El nuevo E7 de Nokia, pese a ser un smartphone, sigue teniendo una conexión para su plug tradicional junto con el micro-USB. ¿Una prueba de que no lo tienen aún claro? Pese a ello, la CE habla de éxito. Ojalá.
Menudo enredo
→ Un problema con chapuzas asociadas. Uno de los males de no contar con un único cargador homologado son las soluciones chapuceras. En el mercado existe un gran número de cargadores multifunción con diversas clavijas, pero pueden resultar peligrosos. Hace 20 días el Instituto Nacional del Consumo (INC), del Ministerio de Sanidad, retiró del mercado ocho modelos distintos de estos adaptadores por incumplimiento de las normas de seguridad.
→ Y sorprendentes soluciones. Un joven inventor, Milos Milisavljevic, acaba de ser galardonado, durante la Semana Europea de la Energía Sostenible celebrada en Bruselas, por crear un sistema público de recarga solar de telefonía móvil que permite llenar la batería de hasta 16 aparatos a la vez en una céntrica zona de Belgrado (Serbia). Dotado con dos paneles solares de 125 vatios, cada uno recarga los móviles y los iPads en unos 10 o 15 minutos. Los ciudadanos solo deben identificar su tipo de cargador. Passy, ¿Próximo premio Nobel?
Un grupo de blogueros ha pedido el Nobel para Solomon Passy, el búlgaro que forzó hasta lo insospechado a la UE para que se obligase a las empresas a crear un cargador único. Passy ha reenviado ese enlace a la prensa, un poco en broma, un poco en serio, porque está encantado con la idea.
Un verde que mueve montañas
Solomon Passy es en gran parte el responsable de que pueda llegar a haber, al fin, un conector único. Él ya planea otras batallas.
Preside desde 2004 la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa y fue ministro de Asuntos Exteriores de Bulgaria entre 2001 y 2005. Matemático y doctor en Ciencias de la Computación, es hoy parlamentario en su país, donde en los 90 redactó la nueva Constitución y fundó el Partido Verde y el Club Atlántico, desde los que consiguió la disolución del Pacto de Varsovia, la abolición de la pena de muerte y la incorporación de su país a la OTAN y la UE. Logró incluso que Juan Pablo II visitara Bulgaria y rompiera así la conexión búlgara en el atentado que sufrió en 1981. Hoy, Passy presiona a la UE para que también los muchos cargadores de cámaras, reproductores de mp3 o portátiles se conviertan en uno solo.