Los ‘hipsters’ la tribu de moda

«Fashionistas» empedernidos, nostálgicos y amantes de la cultura ‘indie’, esta incomprendida tribu urbana causa tanta fascinación como antipatía. Para conocerlos mejor, visitamos Silver Lake (en Los Ángeles), el barrio más ‘hipster’ de Estados Unidos. Por Ixone Díaz Landaluce

Disfrutando del plácido sol de invierno de Los Ángeles, la variopinta clientela del Intelligentsia -en el tramo este del mítico Sunset Boulevard- saborea uno de los mejores cafés de la ciudad. Un par de amigos charlan animados en una mesa. Mientras, a su lado, una chica teclea compulsivamente sobre la pantalla de su iPhone, y un treintañero con un corte de pelo imposible lee ensimismado uno de esos libros de los de antes, con sus tapas ajadas y sus hojas amarillentas.

Podría ser una cafetería más, pero no lo es. Un segundo vistazo al personal lo certifica. A ellos los delatan las camisas a cuadros, los pantalones pitillo y el vello facial. A ellas, los vestidos de estampado florido, las gafas de pasta y las melenas largas y peinadas al viento. A todos, el aire entre ‘cultureta’ y fashionista despreocupado. Estamos en el corazón de Silver Lake, el barrio más hipster de Estados Unidos, con permiso del ya archifamoso (aunque algo denostado por la propia comunidad moderna) Williamsburg, en Brooklyn.

«Es gente joven, guapa, con estilo, inquietudes artísticas y capacidad para crear tendencias. Suele pensarse de ellos que son idiotas pretenciosos, pero en realidad son gente creativa, inteligente y muy culta y leída. Aunque también son jóvenes y alocados…». Lo dice, evitando cuidadosamente la primera persona, Monica Olive, neoyorquina de pura cepa, pero angelina de adopción y convicción.

Ella misma se aplica el cuento. Actriz, cantante y teclista de varios grupos alternativos como los Dylan Trees, es aficionada a las motos vintage y en su blog (drunkinscribing.tumblr.com) ha recopilado lo que los clientes de los bares en los que ha trabajado como especialista en güisquis escriben o dibujan en sus servilletas entre copa y copa. Con su ‘expediente’ en la mano, Monica es una hipster de manual. Su look también encaja con el estereotipo: viste shorts, botas militares, cazadora de cuero verde, gafas de aviador, luce una melena pelirroja con flequillo incluido y un aparatoso anillo en forma de calavera. Pero ¿se considera ella miembro de este clan? No, pero sé que mucha gente piensa que lo soy porque tengo una moto antigua y canto en varios grupos .

Efectivamente, el hipster de pedigrí es alérgico a las etiquetas. Aunque dicen los maliciosos que la única forma de identificarlos es, precisamente, la negación palmaria de su identidad. Cada cual tiene una definición diferente y, generalmente, todos describen a los hipsters como algo que ellos no son , añade Monica, dando con ironía en el clavo.

Encontrar una definición académica es más complicado. Internet está plagado de auténticos tratados filosóficos y ensayos fashionistas empeñados en desentrañar quiénes son y por qué son así. Y casi ninguno lo consigue. En realidad, el término nació en los años cuarenta para definir a los aficionados al jazz, y Jack Kerouac llegó a decir de ellos que eran personas de una espiritualidad especial. Vagan por América, holgazaneando y haciendo autoestop por todas partes . Pero esa es una versión obsoleta de la tribu urbana. Un retrato robot más contemporáneo diría de ellos que son jóvenes de clase media de entre 20 y 35 años, con inquietudes artísticas, sensibilidad por la música independiente y un desarrollado sentido de la estética que, por lo general, se dedican a las artes audiovisuales, los medios o la literatura.

Los ‘hipsters’ patrios más conocidos como ‘gafapastas’ suelen ser unos enamorados del humor ‘chanante’

Los hipsters no son patrimonio estadounidense, también los hay en Londres (en el barrio de Shoreditch), en el berlinés Kreuzberg o en Shimokitazawa, en Tokio. Y también hay modernos patrios, conocidos como ‘gafapastas’, que suelen ser enamorados del humor ‘Chanante’ y vecinos del madrileño barrio de Malasaña o del Raval, en Barcelona. Pero no son legión. No como en Seattle, Portland, Chicago o Brooklyn; y, sobre todo, no como en Silver Lake.

A falta de una definición estandarizada, la ciencia se ha encargado de hacer el trabajo sucio. Un estudio del departamento de sociología de la Universidad de Harvard intentó explicar en 2012 la idiosincrasia de los nuevos modernos y descubrió que la música independiente era su principal nexo de unión. Estudiando los perfiles de Facebook de 200 estudiantes universitarios, la investigación aportaba un matiz curioso al fenómeno: en cuanto a los amigos del hipster de turno les empezaban a gustar los mismos grupos indies, a él dejaban de gustarle. No era, pues, cuestión de gustos, sino de distinció:. descubrir la tendencia, exprimirla y desecharla antes de que, convertida en un producto de consumo masivo, deje de ser digna de interés y sea condenada, finalmente, al ostracismo.

Ir a contracorriente es su naturaleza. A contracorriente de la moda establecida por las grandes marcas, de la música comercial o del cine de palomitas. Y por eso han vuelto a poner de moda looks de otra época, vicios pretéritos como fumar, objetos vintage como los vinilos o las cámaras analógicas y grupos que triunfaron en los sesenta y setenta. La música de Motown (el sello discográfico de los Jackson 5, Marvin Gaye o The Supremes) vuelve a ser un hit en los ‘garitos’ de Silver Lake como el Cha Cha Lounge. Es divertida y bailable y a ellos les gusta la fiesta.

Presumen de intelectuales y leídos, pero ¿qué piensan sobre política o religión? «Les interesa la política, aunque no suele formar parte de sus conversaciones. Pero nunca he conocido a un hipster que no sea increíblemente liberal. De la misma forma que no he conocido a ninguno que crea en Dios. La mayoría son agnósticos o ateos, aunque están abiertos a la espiritualidad y se rigen por el pensamiento positivo» , explica Monica. También están llenos de contradicciones: su discurso es anticapitalista, pero son grandes consumidores de ropa y complementos, música y tecnología.

El único hecho irrefutable es que despiertan verdadera aversión. Tanta que este verano se celebró en Berlín el primer Día del Orgullo Hipster, una suerte de rocambolesca olimpiada con pruebas ad hoc como el lanzamiento de gafassta. Cualquier cosa para sacudirse el estigma de encima. La razón de tanta incomprensión es quizá esa actitud algo esnob y resabiada que forma parte de la tribu tanto como su look. Pagan justos por pecadores, defiende Monica. «Hay muchos niños de papá que ansían pertenecer a ese club y que son capaces de gastarse mil dólares en ropa para dar la impresión de que acaban de salir de la cama. Son pretenciosos y dan mala reputación al resto». De nuevo, ese fetichismo de lo auténtico: la música auténtica, la moda auténtica, la cultura auténtica Y todo para resolver una duda irresoluble: ¿quiénes son los hipsters? Si les hacemos caso a ellos, solo hay una respuesta posible: los hipsters no existen. Son una tribu fantasma.

Estilo milimetrado

Nada en su look es fruto de la casualidad. Estilosos por naturaleza, les gusta combinar los inevitables skinny jeans con camisetas (si es con mensaje irónico, mejor), sombreros, bufandas, chaquetas oversize y zapatillas. Ellos no huyen del estilo nerd (ni de cierto toque gay) y han vuelto a poner de moda la barba y el bigote. Ellas lucen melenas largas (habitualmente, con flequillo) y adoran los vestidos. Las gafas de pasta son opcionales. Lo mismo se aplica a los tatuaje.

Las ‘celebrities’ caen rendidas

Entre las estrellas que se han unido a la tribu urbana únicamente para renovar su armario están la inclasificable Chloë Sevigny, la cantante Ashlee Simpson y los actores Ryan Gosling (que solo se apunta al look en los días pares) y Shia LaBeouf, cuyo estilo es más fruto de la desidia que del afán fashionista. Los hipsters de pedigrí son más difíciles de localizar. Jared Leto le debe la militancia a su faceta de músico multiinstrumentista y James Franco vive por y para alimentar su reputación de intelectual outsider. A Ellen Page y Michael Cera protagonizar Juno los marcó para siempre. Igual que a Zooey Deschanel y Joseph Gordon-Levitt su película 500 días de verano. En España, los hipsters patrios se rinden a los encantos cómicos de los componentes de Muchachada nui, con Joaquín Reyes a la cabeza.

‘Tele-outsiders’

Puede que Zooey Deschanel sea una hipster de libro en la serie New girl, pero ningún moderno que se precie se confesaría fan. Demasiado mainstream. Los dos últimos hits de HBO, Girls y Breaking bad, son sus series de cabecera. Sus ‘protas’ sí que son auténticos outsiders.

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