Son activos, inteligentes y han logrado mirar con una sonrisa a sus infancias plagadas de sacrificios. Hablamos con ellos de sus épocas de ‘niños prodigio’ y de lo que hoy les importa. sus hijos y sus proyectos solidarios, con el apoyo de Longines. Por Daniel Méndez
Fueron los reyes de la pista, los números uno. Él fue el gran rebelde largas melenas, ropas coloridas, romances aireados en la prensa rosa; ella, la emoción contenida, la disciplina germana, el brazo de hierro. Su unión fue la gran sorpresa y juntos han dado un nuevo sentido a su vida, dominada hoy por dos elementos: la familia y su labor filantrópica.
Andre Agassi y Steffi Graf reciben a XLSemanal por separado en la sede de Hamburgo de la fundación Children for Tomorrow, auspiciada por ella. Él tiene su propia fundación en Las Vegas, su ciudad natal y el lugar donde hoy viven con sus hijos. Lejos de los focos y todos juntos y revueltos: sus dos hijos, pero también la madre y el hermano de ella, los padres de él. Ambos son embajadores de Longines, una compañía en la que también han encontrado un aliado para su obra caritativa. Se conmueven al hablar de los chavales a los que ayudan: menores refugiados procedentes de países marcados por el conflicto bélico, en el caso de Steffi; pequeños estadounidenses cuyos padres no pueden costearles los estudios, en el caso de la Andre Agassi: Foundation for Education.
Andre Agassi, el hijo de Emmanuel Mike Aghassian, un inmigrante iraní de fuerte carácter a menudo violento, ha aprendido a convivir con las luces y sombras de una vida en la cancha. Odiaba el tenis, como ha reconocido, y sin embargo este deporte lo ha convertido en lo que es. Un camino plagado de episodios difíciles que él mismo narró, con inusitada sinceridad, en sus memorias, Open. Hoy el tormento queda lejos, pero Agassi habla de él sin pelos en la lengua; con calma, con la sabiduría de quien ha aprendido de sus errores.
XLSemanal. ¿Por qué puso en marcha la fundación?
Andre Agassi. Empecé a los 23 años. Fue algo muy natural, pero pronto me di cuenta de que mi labor se quedaba en algo superficial. No les estaba dando ninguna herramienta real para cambiar su vida; solo la hacía más llevadera. Hasta que comprendí que la educación es lo que permite un cambio de sistema.
XL. Usted dejó la escuela de niño. ¿Intentaba darles lo que usted no tuvo?
A.A. Sí, claro. Yo no recibí una educación como la de los demás, pero tuve algo. el tenis. Ellos, no. Con la educación viene la oportunidad de salir de sus circunstancias. Para mí es muy importante darles esto, una educación, a unos chavales a los que el entorno les dice que su vida está predeterminada.
XL. También su vida estuvo, de alguna manera, predeterminada.
A.A. Sí. Cuando repaso mi vida, me doy cuenta de que el tenis me robó la infancia. Fui a una academia que odiaba y para sobrevivir debía ganar.
XL. Después de todo por lo que ha pasado, lo bueno y lo malo, ¿cuál es la gran lección que ha aprendido?
A.A. Entender que la distancia que separa el éxito del fracaso es muy pequeña. Así que lo único que importa realmente es cómo decides vivir.
XL. 1997 fue su annus horribilis. Le pasó de todo: depresión, problemas en su matrimonio con Brooke Shields, bajo rendimiento en la pista ¿Cómo lo recuerda hoy?
A.A. Desesperado, confuso. Pero también me di cuenta de que, por mucho que odiara el tenis, y lo hacía, había muchas maneras de sacarle partido. Fue el año de la gran transición. En última instancia, mi peor año fue también mi mejor regalo.
XL. Tocó fondo y vio que podía volver a salir a la superficie Y lo hizo: volvió a ser el número uno.
A.A. Decidí que podía ser mejor. No sabía si llegaría al número uno, pero sí que podía mejorar. Cuando eres el número uno, ya no puedes superarte, pero si eres el 140 [Agassi descendió al puesto 141 del ranking mundial] puedes mejorar mucho. Es la gran lección que aprendí.
XL. ¿Y cómo recuerda ese día 24 de junio de 2006, cuando abandonó definitivamente el tenis?
A.A. Fue muy emotivo. Decir adiós es siempre difícil. Pero también me sentí apreciado, querido, y eso me dio mucho. No se trataba del tenis, sino de la gente con la que conectabas a través del deporte. Esa noche fue como Navidad, como el comienzo de las vacaciones para los chavales. Sentía que podía hacer lo que quisiera a partir de ese momento.
XL. Dijo que odiaba el tenis y siempre lo había odiado.
A.A. Fue una relación amor-odio. Fue un deporte que yo nunca elegí. Con el tiempo conseguí cambiar mis sentimientos, pero había muchos años de resentimiento acumulados. Ahora ya no.
XL. Fue su padre, en gran medida, el que marcó el camino. Vivieron una relación convulsa durante años. ¿Han superado las viejas diferencias?
A.A. Ha sido un viaje muy difícil. Pero hay un momento en que te das cuenta de que ya no se trata de que tu padre te entienda, sino al revés, de entenderlo tú a él. Y ahora lo entiendo. Estamos más unidos que nunca.
XL. Él también lo entendió. Después de toda la presión que ejerció sobre usted, hubo un día en que lo vio jugar inmerso en sus dolores habituales, se le acercó y le dijo «déjalo».
A.A. Ese momento fue maravilloso. Me hizo darme cuenta de lo torturado que estaba él también. Estaba demasiado movido por el sueño americano, fue demasiado para él también. Y también sufrió mucho. vi mucho de mí mismo en él. Era un tipo que intenta hacerlo lo mejor que puede. Tampoco fue fácil para él. Él sufrió, aunque yo no me diera cuenta. Yo veía que sufría, pero pensaba que estaba enfadado conmigo. Luego entendí que no era así.
XL. Era un tipo duro.
A.A. Decir que era un tipo duro es una forma muy amable de decirlo. Pero tenía sus objetivos muy claros. Tenía muy claro qué era el éxito, aunque lo definiera de una manera distinta a la mía. No juzgo su escala moral, sino las limitaciones humanas que todos s.
XL. ¿Y cuál es su propia idea del éxito?
A.A. El compromiso con tu vida. Eso es el éxito. Preocuparte por lo que haces, estar orgulloso de tu día a día. El fracaso y el éxito son una ilusión. lo único real es cómo decidimos vivir. Es lo que deseas para tus hijos: que tengan una cierta empatía, que puedan ver las cosas a través de los ojos de otro. Que vean que siempre habrá alguien que lo tiene más fácil y alguien que lo tiene más difícil.
XL. Usted es un padre muy distinto al padre que tuvo…
A.A. Sí. Soy muy diferente. Expreso mis afectos, soy mucho más comunicativo Y quiero que mis hijos tomen sus propias decisiones.
XL. Se lo veía como alguien arrogante, pero usted dice que solo trataba de ocultar su sufrimiento.
A.A. La rebeldía era un escudo. La mejor manera de esconderme. No era un decorado, sino una exploración. trataba de entender quién era.
XL. ¿Se arrepiente de algo?
A.A. Es curioso. Te arrepientes de todo, pero al mismo tiempo no te arrepientes de nada. Es un sentimiento contradictorio. viéndolo ahora, hay muchísimas cosas que haría de otra manera; pero al mismo tiempo agradezco todo lo que pasó. No sé cómo expresarlo, pero podríamos decir que me arrepiento de todo y, al mismo tiempo, de nada.
XL. Sus memorias, Open, fueron un relato sincero, descarnado. ¿Qué lo llevó a publicarlas? ¿Tenía miedo de sus consecuencias?
A.A. Miedo, no. Fue un proceso largo, de tres años. Cuando pensé en escribirlas, me sentía muy frágil. Fue una exploración y hasta que iba por la mitad del proceso no estaba seguro de publicarlas; pero lo hice porque pensé que valía la pena.
XL. ¿Tuvo algo de terapia para usted?
A.A. Sí. Fue algo catártico. Pero solo cuando lo acabé. no podía creer que ese fuera yo. No hay una vida que se pueda resumir en 400 páginas. Pero entenderme a mí mismo fue el gran reto.
XL. Admitió el uso de metanfetamina
A.A. Conocemos nuestras experiencias, pero ¿cuáles han formado a la persona que somos? ¿Qué decisiones llevaron a otras decisiones importantes? ¿Cuáles son relevantes? Las drogas no eran el problema. la necesidad de esas drogas fue el problema. Pero me formó, fue parte fundamental de mi evolución.
XL. Mantiene a sus hijos alejados de la competición. ¿Para evitarles algunos de los tragos que usted tuvo que pasar?
A.A. No. Lo que quiero es que nadie elija por ellos, que sean ellos mismos los que tomen sus decisiones. Mi hijo compite en béisbol; mi hija, en hip hop. Ella quiere trabajar con animales cuando sea mayor. Quizá él no llegue a ser profesional. O sí, quién sabe. Pero entiende, desde una manera realista, las posibilidades y elige él mismo.
XL. Usted y Steffi son, al menos en apariencia, muy diferentes
A.A. Ella es muy importante en mi vida. Hay muchas similitudes entre nuestras vidas. Su padre era muy apasionado, muy extremo, pero tenía más psicología que el mío. Mi padre fue un inmigrante iraní en Estados Unidos, y ganar era lo único que importaba para él.
XL. ¿Qué es lo que más los une?
A.A. Tenemos muchos puntos en común. fuerza, disciplina , lo cual evita que sobreactuemos. Los tenistas somos gente acostumbrada a resolver problemas.
Steffi Graf
Nacida en Mannheim, en la antigua República Federal Alemana en 1969, con 15 años ganó ya una medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles. Su estabilidad emocional en la pista fue un arma tan poderosa como su imbatible drive. Batió todos los récords. Ahora vive en Las Vegas, la ciudad natal de su marido, alejada del tenis solo juega para recaudar fondos y entregada a su familia y su fundación. Le gusta definirse como «una madre comprometida«.
XLSemanal. ¿Cómo decidió poner en marcha la fundación?
Steffi Graf. Fue en los noventa. Yo venía mucho a este hospital [el Clínico Universitario de Hamburgo-Eppendorf, donde está la sede de su fundación] para tratar mis problemas físicos, y un doctor me enseñó las instalaciones que tenían para los pequeños refugiados. Conocer las historias que había detrás de cada uno de ellos me impactó.
XL. Es difícil no implicarse cuando se los conoce personalmente…
S.G. Cuando oyes las historias que cuentan estos pequeños, es imposible no salir impactado. Se convierte en algo muy emocional. Algunos de los pequeños que pasan por aquí arrastran dramas tan intensos que hay riesgo de suicidio. Las heridas físicas se curan más rápido que las psíquicas.
XL. Su carrera tenística parece menos atormentada que la de su marido…
S.G. Sí. Estoy agradecida al tenis y al viaje vital que me ha llevado hasta donde estoy. Para estar aquí, me han tenido que salir bien muchas cosas; parte me las he ganado yo y parte me las han dado.
XL. ¿Siente nostalgia de los viejos tiempos?
S.G. No [dice con una voz suave]. Tengo grandes recuerdos. Echo la vista atrás con una gran sonrisa, pero prefiero mirar hacia delante. ¡No sé si estaré aquí mañana, así que tengo que conseguir que el presente merezca la pena!
XL. ¿Y no ve sus viejos partidos?
S.G. ¡No! [exclama rotunda, antes de soltar una carcajada]. Nunca lo he hecho, tampoco cuando jugaba. De todas formas, no veo mucho la televisión, pero ¿verme a mí misma? ¡Jamás!
XL. ¿Cómo fue la transición a una vida normal, si me permite la expresión?
S.G. Muy fácil. Tuve mucha suerte con el timing al conocer a Andre justo al final de mi carrera. ¡Justo cuando me estoy yendo lo conozco! ¡Qué coincidencia! Pero me ha pasado con todo. con él, con nuestros hijos [ríe]. Todo ha encajado de una manera muy fácil, como un puzle.
XL. Y ahora vive en un lugar que, supongo, ni imaginaba ¡Las Vegas!
S.G. Las Vegas, no entraban en mis planes. Además, yo quería alejarme de las canchas de tenis y de repente estaba allí otra vez. Como espectadora, viendo a Andre jugar Era un ambiente muy distinto, pero volvía a estar en la pista.
XL. Andre ha dicho que usted podría ganar a cualquier tenista femenina del actual top 5 ¿Qué responde?
S.G. ¡Es mi marido! [Ríe]. No juego mucho; alguna vez, pero solo en eventos caritativos, para recaudar fondos para la fundación En cualquier caso, físicamente sería imposible, y me alegro de no tener que planteármelo.
XL. Se habla mucho de la crisis del tenis femenino ¿Necesitamos otra Steffi Graf? ¿Otra Navratilova?
S.G. No creo. Serena [Williams] ha dado mucho poder al tenis y también [Maria] Sharapova. Y hay otras que han transformado este deporte y han hecho de él algo interesante. ¿No te parece?
XL. Quizá ha evolucionado menos que el tenis masculino
S.G. Es cierto que ahora hay una mayor fascinación por el tenis masculino, pero quizá se deba al inmenso nivel de algunos de los jugadores actuales. Si lo comparas, puede que sea verdad que el tenis femenino no tiene algunos de los tops del masculino. Pero es que menudo momento. Federer, Djokovic, Nadal ¡Cuánto talento!
XL. Y la prensa, ¿los acosa?
S.G. No, no. Vivir en Las Vegas ayuda mucho. tenemos una vida muy normal y estamos muy integrados. Vamos al béisbol, a la escuela, al supermercado Y hay muy poca gente que se nos acerque.
XL. Tiró sus viejos diarios, ¿así que podemos olvidarnos de unas memorias de Steffi Graf?
S.G. No tengo la menor intención de escribir unas memorias. He vivido una vida muy rica, he conocido a mucha gente interesante y he visitado muchos lugares distintos, pero el pasado está muy bien donde está.
XL. Las memorias de Andre fueron duras ¿Sabía usted por dónde iban los tiros mientras él trabajaba en ellas?
S.G. Sí. No hay secretos entre nosotros. No hay nada que no hubiésemos hablado. Fue su proceso personal largo y difícil.
XL. ¿Son tan distintos como parece?
S.G. En el fondo somos muy similares, muy energéticos. Estamos constantemente pensando en cosas, siempre en movimiento. A veces nos tenemos que parar los pies el uno al otro.
XL. ¿Encontró a un Agassi distinto a la idea que la gente tenía de él?
S.G. Gracias a haber vivido en medio del ‘ojo’ público he aprendido a no hacer juicios prematuros. Hay que creer en lo que ves y crear con eso tus opiniones. Cuando lo conocí, estaba muy abierta a todo. Nos atrajo el físico y el corazón. Fue muy rápido. Y cuando lo conocí mejor, el sentimiento solo se hizo más intenso.
XL. Deja de pensar, esto tiene que ver con las emociones , le dijo a Andre cuando usted ya estaba retirada y él seguía jugando. Pero no era usted la jugadora más emotiva en la pista…
S.G. Siempre he sido muy contenida. Eso tiene que ver con mi deseo de mantener mi privacidad. Nunca me he sentido cómoda en el punto de mira, no me gusta estar en el podio, no me gusta que me mire mucha gente ¡Siempre me ha estresado! Pero te prometo que era y soy una persona muy emocional, aunque antes intentaba que no se notara
XL. ¿Qué fue lo más difícil para usted?
S.G. Habría muchas cosas que contar. Cuando mi padre fue a la cárcel [por evasión de impuestos], fue difícil Encontrar un equilibrio emocional siempre era complicado. Hubo varios momentos intensos que seguramente habría sido mejor no vivir. Pero todo eso te convierte en quien eres.
XL. Dice que soñaba con trabajar como fotógrafa para National Geographic.
S.G. ¡Era uno de mis grandes sueños, sí! Lo que no podía imaginar es que me casaría y terminaría viviendo en Las Vegas. Quizá pensaba que seguiría viajando por el mundo. Y sí, me hubiese encantado ser fotógrafa, pero hay que ser muy especial para conseguirlo.
XL. Ahora dice que le gustaría que la definieran como una madre comprometida .
S.G. Sí, sin duda. Es mi trabajo más importante.
XL. Sus hijos tenían una hucha para ellos y otra para obras caritativas. ¿Prefiere un campeón de la caridad antes que un campeón deportivo?
S.G. Quiero que sean felices y que elijan ellos con qué se comprometen. Que lo hagan con su espíritu y su corazón. Por supuesto hay una sensibilidad que trato de transmitirles, pero quiero que elijan ellos su futuro.
Fundación Children for Tomorrow
Steffi Graf se emociona con las historias de los pequeños acogidos en su fundación, Children for Tomorrow. La creó en 1998 en cooperación con el centro médico para niños refugiados del hospital de Hamburgo-Eppendorf, donde ella acudía para tratar sus problemas físicos, y cuenta con el apoyo de Longines. Su objetivo es borrar las huellas psicológicas que arrastran los niños que han sufrido guerras, persecuciones y el exilio. Steffi y los psiquiatras tratan de sanar estas heridas, más difíciles de curar que las físicas , dice.
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