Sean O’Pry: el rey de la pasarela

Sean O’Pry es el modelo masculino más cotizado del planeta. Ojos azules y acerados, labios rojos y sensuales, mandíbula de escultura griega… Sus valores físicos saltan a la vista, pero para destacar en una profesión tan competitiva como la suya hace falta algo más. Lo averiguamos. Por Will Pavia

Gana más dinero que cualquier otro modelo masculino del mundo… Lo que es calderilla en comparación con la pasta que se saca una supermodelo de las grandes. Pero Sean O’Pry no da la impresión de sentirse muy molesto por la diferencia.

«Un estilista vio su foto en una rede social. Llevaba un liguero en la cabeza, pero ya parecía una estrella»

Sentado junto con O’Pry, de 27 años, en un estudio fotográfico en Broadway, le pregunto si, al igual que Linda Evangelista en su momento álgido, él también se niega a levantarse de la cama por menos de diez mil dólares. «Amigo, yo me levanto de la cama aunque me paguen con un frasco de pepinillos», responde. Hay otras cosas que también lo despiertan por las mañanas: el jet lag derivado de su constante viajar y su perro Murphy, un habanero con tendencia a ponerse a ladrar en la puerta de su dormitorio y a miccionar en la ducha del carísimo apartamento que O’Pry tiene en el sur de Manhattan.

¿Pero cuál es su precio en realidad? Según la revista Forbes, entre octubre de 2012 y septiembre de 2013 ganó en torno a 1,5 millones de dólares. Lo que no está nada mal y permite comprar muchos frascos de pepinillos. Aunque es una miseria en comparación con las ganancias descomunales de Gisele Bündchen: nada menos que 42 millones en ese mismo periodo.

Si Forbes hubiera agrupado a los modelos masculinos y femeninos en un mismo listado de ingresos, ningún hombre se habría situado, ni de lejos, entre las diez personas más cotizadas del sector. En términos económicos, a O’Pry lo sigue una legión de jóvenes guapísimos que ganan más bien poco. Según Payscale.com, un modelo varón situado en mitad del ranking gana unos 19.000 euros, mientras su equivalente femenina se saca unos 32.000.

Y aunque el mercado de la moda masculina está creciendo con rapidez, cada vez hay menos oportunidades de destacar, porque una multitud de estrellas del deporte y actores están copando los anuncios de perfumes y las colecciones de ropa. Y aquí no estamos refiriéndonos únicamente a fenómenos como el del omnipresente David Beckham. Dolce & Gabbana hace poco sacó al mercado un enorme libro de fotografías protagonizado por Lionel Messi, convendremos que físicamente muy poco carismático.

«Fui un bebé feísimo. Y luego no mejoré mucho. En el instituto, solo tuve dos novias. Ahora estoy en una fase rara, pero parece que gusta…»

Pregunto a Sean O’Pry si siempre ha sido tan atractivo. Al momento esboza una mueca. «Es una cuestión complicada responde. Sigo diciéndome que estoy pasando por una fase un poco rara. Pero bueno…parece que a los de la industria de la moda les gusto como soy. Así que a por ello».

O’Pry añade que fue un «bebé feísimo. Era flaco, con pliegues por todas partes. Parecía un shar pei, uno de esos perros, ya sabe… En mi familia solían llamarme Míster Magoo hasta que tuve dos años y medio». Después, las cosas no mejoraron mucho. A Sean se le cayó todo el pelo, tenía las orejas grandes y dientes de caballo. Que yo recuerde, en el instituto tan solo tuve dos novias , agrega. En un momento dado de la entrevista echa mano al teléfono móvil para comprobar cierto dato que ha mencionado sobre su ciudad natal, Kennesaw, en Georgia. «Ah, mire… Resulta que estoy en la página de Wikipedia , indica.

Efectivamente, O’Pry está en el listado de los hijos pródigos de Kennesaw. «Todos los demás tienen una profesión: locutor de televisión, jugador de fútbol americano profesional, cantante en un grupo de música -enumera-…  Y luego estoy yo: Sean, modelo».

Bueno, pero por lo menos está en el listado, le digo. «Estoy en el listado, pero es evidente que soy menos importante que los demás», contesta.

Todos los modelos masculinos con los que he hablado tienen buen cuidado de decir que les parece bien que las mujeres cobren más que ellos por hacer el mismo trabajo. «Me alegro por ellas -apunta O’Pry-. Yo no tengo que hacer lo que ellas hacen. Yo no tengo que pasar por lo mismo que pasan ellas» .

«Las modelos cobran más porque así funciona la industria: las mujeres compran y los hombres miran»

¿Qué quiere decir con eso exactamente?, pregunto.

«Yo no tengo que llevar tacones altos ni un biquini. Tampoco me viene la regla. Hay muchas cosas por las que no tengo que pasar -responde-. Ellas son unos símbolos sexuales. Si la gente considera que nosotros también lo somos, pues muy bien. Pero el hecho es que esta es una industria orientada a las mujeres. Las mujeres compran; los hombres solo miran».

Da la impresión de que Sean se encuentra muy lejos de Gisele Bündchen y Miranda Kerr. Voy a ver a O’Pry una lluviosa tarde y lo encuentro en un estudio vacío, con la mirada fija en su teléfono móvil y un cigarrillo encajado sobre la oreja. El fotógrafo Peter Hapak termina de tomar las imágenes; más tarde me comenta: «La mayoría de las grandes supermodelos se presentan con un séquito formidable, pero O’Pry se presentó solo y sin arreglar. Después le pregunté si quería echarle un vistazo a las fotos, pero me dijo que le daba igual. Es el mejor modelo masculino al que he fotografiado», concluye Hapak.

Cuando llegó a Nueva York, no sabía casi nada de la moda. «Creía que un Fendi era algo que se comía»

Al igual que todos los demás modelos varones a los que he entrevistado, O’Pry se metió en este mundo por sugerencia ajena. Unas semanas después de que una lesión pusiera punto final a su ilusión de convertirse en jugador de béisbol, O’Pry entró en MySpace «para colgar unas fotos y contactar con chicas… Lo que hace un chaval normal. Y se me ocurrió colgar unas fotos tomadas en el baile de fin de curso del colegio».

En las fotos aparecía con el liguero de su pareja de baile en torno a la cabeza. Un estilista tuvo la idea de mostrar las imágenes a Lana Winters Tomczak, de la agencia VNY. «Le dije al estilista: ‘Si realmente tiene este aspecto, el chico es una estrella. Consígueme el teléfono de su madre’ -recuerda Winters Tomczak. Fueron las palabras exactas que dije».

Los padres de O’Pry le compraron una camisa y unos pantalones nuevos y lo embarcaron en un vuelo a Nueva York, donde Winters Tomczak lo miró bien y decidió que necesitaba unos pantalones y una camisa más modernos.

Sean recuerda que lo llevaron en coche por la ciudad y que era incapaz de articular palabra. «Me pasé tres días sin decir nada», explica.

O’Pry no tenía pasaporte, nunca había estado en el norte de los Estados Unidos y no sabía mucho sobre la industria de la moda. Oyó una referencia a «un Fendi que está para chuparse los dedos» y supuso que eso de Fendi sería una comida de algún tipo. Cuando le preguntaron qué le apetecía almorzar, respondió que le gustaría comer algo de Fendi con todos los demás

Han pasado seis años desde entonces, y Sean es hoy el arquetipo de la apostura masculina profesional. Durante los últimos quince días el trabajo lo ha llevado a Bali, Corea, Nueva York, Suecia, Nueva York, Los Ángeles, Nueva York… viajando siempre en clase business! Al igual que otros modelos masculinos ha besado a Madonna (aunque en un vídeo), ha regalado una casa a su madre y se ha comprado una pequeña flota de automóviles clásicos.

Ni él ni Winters Tomczak confirman la estimación que Forbes ha hecho de sus ganancias, aunque su representante subraya que Sean hoy es propietario de «un piso valorado en varios millones de dólares». O’Pry reconoce que sigue dándose «una diferencia que no veas» entre él y Gisele Bündchen.»Gisele Bündchen es famosa en el mundo entero. Yo soy muy conocido en mi casa», asegura.

Cuando me levanto para marcharme, de pronto dice: «Por favor, no me haga aparecer como un imbécil». Vuelvo a verlo en Broadway unos minutos después.Prende un cigarrillo y se ofrece a acompañarme unas calles abajo por la ciudad empapada por la lluvia. Hablamos de Andrej Pejic, el modelo australiano que ha encontrado una solución para la diferencia salarial entre los y las modelos. Pejic ahora posa como mujer y viste ropas de mujer.

«No me veo capaz de hacer una cosa así -afirma Sean-, porque seguro que se me verían los pelos de la nariz». Llega el momento de despedirnos y me dispongo a estrechar su mano, pero él dice entonces: «A mí me gustan los abrazos». Me da un abrazo breve y masculino y se aleja andando bajo la lluvia. No me parece que la gente repare en él.

Ellos abrieron el camino

En los ochenta y los noventa se llevaban los modelos corpulentos con vientres lisos que exudaban testosterona. El más macizo de todos era el italiano Fabio Lanzoni. Hoy tiene 54 años. Fabio fue el primero en ser conocido por su nombre de pila, apareció en las portadas de incontables novelas románticas y protagonizó una conocida serie de anuncios publicitarios de margarina. Nick Kamen (quien hoy tiene 51 años) fue la cara visible de la revista The Face, la biblia de los seguidores de la moda, y se convirtió en una verdadera celebridad tras quitarse un par de vaqueros Levi’s 501 en una lavandería en 1985, lo que hizo que las ventas se disparasen un 800 por ciento. Luego vino Marcus Schenkenberg (45 años en la actualidad), modelo de Calvin Klein Jeans, marca para la que posó en la ducha y como Dios lo trajo al mundo.  Dos décadas más tarde apareció David Gandy, el chicarrón británico de Essex (33 años), vestido con calzoncillos blancos en una lancha para Dolce & Gabbana en 2010. Gandy es el segundo modelo masculino más cotizado después de O’Pry. Andrés Velencoso, de 35 años, es el protagonista de campañas para Chanel y Louis Vuitton, pero redobló su fama al salir con Kylie Minogue cinco años. El inglés Paul Sculfor, de 42 años, salió con Jennifer Aniston y con Cameron Díaz. Se hizo famoso tras aparecer en un anuncio de Levi’s, rodado bajo el agua.

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