Barcelona, 41 años. Soy guionista, escritor, cineasta y actor. A los 14 perdí una pierna; a los 16, un pulmón; y a los 18, parte del hígado. Tras ‘Pulseras rojas’ y ‘El mundo amarillo’, publico ‘El mundo azul’. Por Virginia Drake/ Fotografía Javier Ocaña.
XLSemanal. Parece que le divierte hacer humor negro con las cosas que a los demás nos producen pena.
Albert Espinosa. Son las ventajas de pasar diez años en el hospital y que la gente no venga a verte por miedo a que le pase lo mismo. Al final, las penas son miedos no resueltos.
XL. Me refería a los chistes morbosos que hace sobre sus amputaciones.
A.E. Es que si digo que tengo un pie en el cementerio es porque enterré allí mi pierna. Y si digo que pierdo aceite es porque mi pierna ortopédica se ha estropeado …
XL. ¡Pare, pare! Esto es macabro y no le voy responder en esa línea.
A.E. ¡Eh, no te cortes! Si quieres hacer una broma con mi pierna, me reiré seguro. No me parece macabro ni morboso: hay que entender que, al final, cualquier pérdida es una ganancia.
XL. ¿Ha ganado mucho sin una pierna, sin un pulmón y sin medio hígado?
A.E. Sí, gané mucho porque aprendí que con la mitad se puede vivir. Además, desde que me quitaron un trozo de hígado con forma de estrella pienso que llevo un sheriff dentro [ríe]. Creo que las muertes dan mucha vida.
XL. ¡Deje! Cuanto más tarde, mejor.
A.E. Veamos: si yo te pregunto cuál es la muerte que más te ha tocado, seguro que sé por qué eres como eres.
XL. ¡Menos mal que pregunto yo! [Risas].
A.E. Digamos que yo vivo de milagro: me dieron un 3 por ciento de posibilidades de vivir y me aconsejaron irme a una isla a pasar mi último mes Y aquí estoy.
XL. Así empieza su libro: cinco niños terminales se conocen en una isla a la que van a cumplir su último sueño.
A.E. Sí, aunque solo el inicio es autobiográfico.
XL. Está claro, los cinco niños mueren…
A.E. Pero cuento muchas cosas que he visto: mis mejores amigos del hospital eran niños que, al morir, me traspasaron sus vidas. Por eso tengo 4,7 vidas.
XL. Las cosas que viven estos niños son irreales, utópicas y hasta casi absurdas.
A.E. Sí, porque las mejores aventuras son siempre increíbles. Amo El principito. Lo he leído más de 200 veces. He intentado hacer un Principito con mi historia.
XL. ¡Válgame Dios! Apunta alto, ¡eh!
A.E. [Ríe]. Pues creo que a la gente le está llegando: he sido el más vendido en Sant Jordi y, en unos días, me recibe el Papa, que quiere conocerme. Estoy feliz.
XL. Y Spielberg le pidió su pulsera roja.
A.E. Sí, al comprar los derechos de la serie. Pero no se la daré nunca a nadie; al Papa tampoco. Es mi mayor tesoro.
Con muchos huevos
«Escribo hasta las cuatro de la mañana y desayuno a las doce: una tortilla francesa de tres huevos (a veces le meto dentro atún), un zumo de naranja y un cruasán».
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