Su imperio factura casi cinco mil millones de dólares, según la revista ‘Forbes’. A los 66 años, la diseñadora italiana Miuccia Prada repasa su vida. cómo una chica bien, militante del partido comunista y feminista, acabó dirigiendo un emporio de moda.
Pequeña, rubia, sin una gota de maquillaje en la cara, ni siquiera una capa de protector labial. Miuccia Prada, la señora Prada, como la llaman todos, es una de las figuras más importantes del mundo de la moda. Posee un imperio que, según la revista Forbes, factura 4.650 millones de dólares. Y la señora Prada sabe por qué. Después de tantos años, me he dado cuenta de que mi intuición es mi principal cualidad. Me siento muy orgullosa de mi trabajo (como diseñadora). Antes me avergonzaba, porque era una mujer con estudios superiores, una feminista. Pero finalmente me siento orgullosa de lo que hago. Me gano la vida, lo que resulta decisivo para una mujer , comenta en la sede de su fundación en Venecia.
Su reto fue encargarse del negocio familiar
Los orígenes de su imperio están en Milán, en la tienda de la familia, Fratelli Prada. El establecimiento fue abierto en 1914 por Mario, el abuelo de Miuccia, que creaba objetos de viaje para la élite milanesa. En 1918, su colección incluía un bolso de piel de lagarto con hebilla en lapislázuli. Miuccia heredó el negocio en 1978, pero no empezó a confeccionar ropa hasta una década después.
* Fratelli Prada -situada en la Galleria Vittorio Emanuele II- es la tienda original de la familia Prada, abierta en 1913 por Mario, el abuelo.
Miuccia asumió de mala gana el mando de Prada. Ni la moda ni los negocios le interesaban en absoluto. Tras doctorarse en Ciencias Políticas a mediados de los setenta, estudió mimo con el legendario director Giorgio Strehler; también ingresó en el partido comunista, cuyas octavillas repartía vestida con un modelo de Yves Saint Laurent, o eso dice la leyenda. Hoy sigue insistiendo en que su marido, Patrizio, fue quien la llevó a pasar de las maletas a las prendas de ropa. Patrizio, por entonces, era propietario de un negocio de marroquinería. Su argumentación para su cambio de vida fue sencilla. o diseñaba ella personalmente o tendría que contratar a un profesional para que lo hiciera. La verdad es que no sé de dónde viene esa determinación que tengo -explica-. Alguien me dijo una vez. ‘Miuccia, tienes una ambición monstruosa’. Pero no es eso. Mi principal cualidad es el instinto. Cuando me preguntan si me siento feliz por la forma en que se han desarrollado las cosas, me encojo de hombros y les digo que no lo sé. Porque nunca me marqué un objetivo preciso. Sencillamente actúo y reacciono. Tengo una especie de guía interior que me orienta .
Su primer fracaso como diseñadora
¿Alguna vez duda de su instinto? Sigo fiándome de él . Tan solo en una ocasión tuvo dudas. Hace muchos años, después de mi tercer desfile. En ese momento inventé el concepto de vintage. Hoy es normal, pero entonces no lo era. Los de la revista Women’s Wear Daily (la biblia de la industria) escribieron que aquella colección estaba a mitad de camino entre los Picapiedra y los hermanos Jackson. Fue un fracaso absoluto .
Como sucede con tantos otros aspectos de su vida, su éxito resulta paradójico. Nunca fui lo bastante clásica para los clásicos ni lo bastante vanguardista para los vanguardistas. La gente siempre estaba incómoda conmigo, yo siempre hacía algo mal . Pero Miuccia insistió, y al final fueron esas cosas que hacía mal -como unas gigantescas gafas de sol de madera- las que terminaron por ser admiradas.
* Con Carla Bruni. Miuccia Prada da los últimos retoques a un vestido para la top model Carla Bruni, en octubre de 1994.
La inseguridad de una mujer al cumplir años
Prada tiene 66 años, pero no se ve jubilándose. Mi trabajo me mantiene lúcida. Pero, claro, las cosas hoy son más complicadas. El mundo hasta los años ochenta era pequeño. blanco, occidental, eurocéntrico. Hoy, todo se ha globalizado. Pero no me gusta nada esa corrección política que se da hoy Como en los Estados Unidos, donde no puedes ni mostrar un pezón. Hay gente que se ofende con muchísima facilidad .
Me pregunto qué piensa una feminista de los años setenta sobre la presión que se ejerce sobre las mujeres para que tengan un aspecto permanentemente joven. Yo misma tuve este problema –el de sentirme insegura al irme haciendo mayor– a los 33 años. Gracias a Dios conseguí superarlo y no me ha vuelto a pasar. En segundo lugar, las cosas van a cambiar. El mundo está envejeciendo, y los intereses comerciales llevarán a que se empiece a decir que eso de hacerse mayores es estupendo. No vamos a convencer a la opinión pública recurriendo a modelos entradas en años, sino que la cosa cambiará cuando cada uno de nosotros crea en sí mismo, se encuentre atractivo, con gancho sexual. Aunque para la mujer que trabaja esta cuestión tampoco es tan importante. Si una no trabaja, se pasa el día obsesionada con las patas de gallo pero, si no, tienes otras cosas más importantes en las que pensar. Yo ni me molesto en conversar con esas otras mujeres que no trabajan .
El amor y el trabajo Todo se reduce a eso. Prada conviene en que Freud tenía razón al respecto y en que es imposible disociar del todo una y otra esfera. Si no trabajas, si dependes de un hombre para comer, ¿cómo puedes ser feliz? Si eres joven y rubia, es posible que tu hombre termine por encapricharse de una mujer morena y de mayor edad. Por eso tienes que vivir tu propia vida. A mí me parece más que evidente. Y creo que las mujeres pueden seguir teniendo amantes hasta cumplir los 100 tent/uploads/sites/3/2016/06/prada_amarillo-300xXx80.png» />
¿Cómo es que las mujeres siguen teniendo dificultades a la hora de estar al mando? Miuccia cree que tiene que ver con la cuestión de los hijos y de quién tiene que cuidar de ellos (sus hijos hoy son adultos). Pero el problema también está vinculado a un factor más sutil. Las mujeres son complejas, pero el ordeno y mando es muy simple, por definición. Quizá se trate de eso. A la vez, como mujer, en ocasiones quieres sentirte débil, resulta casi placentero. Procede de nuestro pasado tradicional. Lo que interiorizamos es la dulzura, la delicadeza, la protección Las cualidades femeninas, en resumen. Pero ¿por qué no podemos decir que también somos inteligentes? Ahí hay algo que falla .
¿Una chaqueta o un vestido pueden cambiarte la vida?
La sugerencia le lleva a soltar una carcajada. Tengo clarísimo que no , responde. Y, sin embargo, la mujer lectora de libros y amante del arte que Prada parece tener en mente a la hora de diseñar generalmente no tiene los medios necesarios para comprar una de sus prendas. ¿Qué se supone que tienen que hacer sus admiradoras menos adineradas? Miuccia lo piensa un momento. No sé. Yo diría a estas mujeres que compraran ropas vintage. Que se mostraran fuertes y orgullosas. Que hicieran lo posible para ir elegantes con ropas menos costosas. Que cuando una tiene que luchar para salir adelante, se siente mejor porque deja de ser pasiva .
Según considera, la vida es cuestión de ideas, no de chaquetas Aunque a ella le resulta muy fácil decirlo. Cuando se levanta para marcharse, me fijo en sus sandalias, que recuerdan a las que llevaban antaño las mujeres de clase media-baja. Pese a ello, el suelo que pisan es terrazo veneciano de primerísima calidad, y no una cutre moqueta con estampado de flores.
* Ni clásica ni vanguardista. Nunca fui lo bastante clásica para los clásicos ni lo bastante vanguardista para los modernos. La gente siempre estaba incómoda con lo que yo hacía . Algunos ejemplos son las gafas de su colección de primavera 2013 o la explosión de color en verano de 2014.
El chic, según Prada
La mujer. No hay una mujer Prada. Me interesa la mujer en general. Hago lo que creo que es correcto .
Femenino/masculino. Trato de hacer que las mujeres se sientan más poderosas sin perder feminidad. Nunca quiero perder las típicas cualidades femeninas, pero tampoco que los hombres me impongan sus creencias. Soy muy femenina y muy masculina. Vivo luchando con esta dicotomía .
La falda, la prenda. La falda ha sido uno de mis objetivos principales. Siempre se ha dicho que debemos tener una forma bonita de la cintura para arriba y algo menos sofisticada de la cintura para abajo. Sin embargo, para mí la parte superior es más espiritual, más intelectual; mientras que la parte inferior es más básica .
La sensualidad. Detesto esa forma masificada de ser bella o sexy. Las mujeres que se visten solo para seducir a los hombres no son seductoras. Admiro a las que deciden de forma radical no serlo .
