Dolce&Gabbana, H&M, Donna Karan… se han lanzado a crear modelos aptos para musulmanas practicantes. La ‘modest wear’ ha llegado y, aunque no lo creas, también lo ha hecho en tu armario. Por Harriet Walker
Cuando se convirtió en el primer rostro musulmán de la cadena H&M en septiembre pasado, Mariah Idrissi estaba preparada para que su imagen con pañuelo en la cabeza y gafas de sol suscitara comentarios. Lo que le pilló por sorpresa fue la procedencia de muchas de las críticas. «Las más hirientes las hicieron algunos hombres musulmanes», explica Idrissi, de 23 años. «Este no es un verdadero hiyab. Esto no es islámico», decían. «Estas críticas me molestaron. Se suponía que estas eran las personas que iban a defenderme».
El mercado de la moda islámica mueve 220 millones de euros al año
Idrissi tampoco necesitaba mucha defensa. Más que mensajes insultantes, sobre todo le llegaron palabras de agradecimiento de mujeres musulmanas del mundo entero, contentas de que sus fotografías contribuyeran a que se sintieran glamurosas, elegantes y visibles.
La ‘modest wear’ (‘el estilo recatado’), también conocida como moda islámica, ha nacido para atender a un gran grupo de consumidoras que aumenta rápidamente y que los expertos en marketing denominan «las musulmanas del futuro». Unas mujeres con estudios, buenos empleos y dinero que gastar, para las que la moda es importante. El 90 por ciento de ellas afirman que la religión interviene en sus decisiones de compra.
Incluso es posible que esté influyendo en lo que tú misma adquieres en las tiendas. Quizá esta temporada hayas pensado en comprar una falda midi, un suéter de cuello de cisne, un abrigo hasta los tobillos o un cárdigan que llega a las rodillas. ¿Casualidad? No. Los diseñadores y las marcas tienen un ojo puesto en la nueva gallina de los huevos de oro.
Una gallina que mueve 220.000 millones de euros al año. Es el tercer mayor mercado de prendas del mundo (después de Estados Unidos y China), y la clientela musulmana actualmente supone el 11 por ciento del gasto mundial en moda. Y eso es solo el principio. El mercado rondará los 300.000 millones en 2020, cuando los países en desarrollo terminen por implantar la venta por Internet.
Que las marcas de lujo traten de vender sus productos a un reducido grupo de mujeres adineradas en Oriente Medio no es nuevo, pero la Red las ha convertido en figuras icónicas para las musulmanas del mundo entero. Entre ellas se cuentan Sheikha Mozah, la primera dama de Catar, que luce prendas de alta costura parisina adaptadas a sus gustos conservadores; la reina Rania de Jordania, que no lleva velo pero casi siempre viste ropas que llegan por debajo de las rodillas; y Mona Al Marri, del gobierno de Dubai, cuyos manteaus negros son famosos por sus costosos bordados.
«El otro día entré en una tienda de Zara -explica Idrissi- y lo primero que vi fue un maniquí con ropas muy recatadas y la clase de turbante que llevan las mujeres árabes. Las grandes cadenas han visto que hay una necesidad de prendas de esta clase».
Firmas como Tommy Hilfiger ya crean mini-colecciones para el Ramadán
En los últimos 12 meses, DKNY, Mango y Tommy Hilfiger han lanzado minicolecciones para las festividades del Ramadán y del Eid -con maxifaldas y blusas de manga larga- en sus almacenes establecidos en la geografía árabe. La colaboración entre Uniqlo y la diseñadora musulmana Hana Tajima está disponible globalmente e incluye túnicas, pantalones de ropa vaquera adaptables a medida y también hiyabs confeccionados con telas respirables.
A principios del mes de enero, Dolce&Gabbana presentó las imágenes de su nueva línea de hiyabs y abayas. La marca no reveló lo que iban a costar estas piezas -es de suponer que los precios resultarán prohibitivos-, pero la iniciativa muestra los progresos hechos por los gigantes del sector para incluir la moda musulmana en sus colecciones principales.
Mientras, ha aparecido una explosión de usuarias de Instagram ataviadas con hiyab que tienen centenares de miles de seguidoras ansiosas de conocer los mismos consejos de maquillaje, selfies, fotos de platos de comida e imaginería más o menos lujosa que los que despiertan el interés de las no musulmanas. Aquí no encontraremos autorretratos en bikini, aunque sí hay preponderancia de anillos para la nariz con piedras preciosas, delineador y pestañas postizas.
«La confluencia entre la religión y el consumismo resulta interesante, pero ¿no se da un conflicto? «No hay ningún problema en vestir marcas y logotipos. Tampoco soy representativa de esas mujeres musulmanas que se cubren de pies a cabeza», dice Idrissi. Agrega que «ni por asomo» se pondría el velo facial conocido como niqab. «Pero tampoco me pondría una camiseta que llevara estampada la palabra sex».
Las musulmanas son unas consumidoras entusiastas. Están encantadas de que las marcas ahora vayan a por ellas y de que lo hagan de forma respetuosa con el islam. No solo eso, sino que hacen lo posible por recomendar dichas marcas a todas sus conocidas; el poder de la umma –la comunidad musulmana- no es solo una herramienta de marketing, sino que también constituye una razón para que las marcas hagan bien sus deberes.
Keira Knightley y otras actrices han aparecido con largas túnicas sobre la alfombra roja
Entonces, ¿cómo se explica que tantas de las modelos que publicitan el estilo recatado sean de origen caucásico y (posiblemente) no musulmanas? «La cuestión tiene que ver con la logística. Por poner un ejemplo, pensemos en la modelo escogida por Dolce&Gabbana para su colección de hiyabs. «Han dado con ella a través de una agencia de modelos -explica Idrissi-, lo que me dice que no lleva hiyab en su vida de a diario. Para trabajar como modelo profesional, tienes que ser muy flexible, hacer cosas que para nosotros no son viables. Yo no podría trabajar como modelo de pasarela, entre otras cosas porque tan solo mido 1,62, pero también porque necesitaría mi propio espacio privado para cambiarme, pues en los desfiles siempre hay hombres a tu alrededor». [En la sesión fotográfica para H&M se dispuso un recinto cerrado, solo para mujeres]
«A mí no me importa -prosigue-. Al igual que una marca occidental puede recurrir a modelos árabes, asiáticas o negras, nuestras propias marcas también pueden contratar a las modelos que crean más convenientes. El islam no es una religión para un grupo demográfico preciso». Está claro que la moda musulmana tampoco. Últimamente, actrices como Keira Knightley o Carey Mulligan han aparecido con largas túnicas en eventos de alfombra roja.
Blogueras del hiyab
*Ruba Zai (568.000 seguidores en Instagram). Ofrece consejos de estilo en su canal de YouTube y en su página de Instagram.
*Nabiilabee (305.000 seguidores). Afincada en Rusia, cuelga sus tutoriales a través de varios canales.
*Eslimah (133.000 seguidores). Bloguera estonia afincanda en Catar.