Son tatuajes falsos. Pintura sobre la piel. Benjamin Lloyd -tatuador, aerógrafo, y autor de estos tatuajes- decidió hacérselos a niños con problemas de salud, inspirado en el hijo de un amigo con una enfermedad crónica
El niño le pidió a Lloyd que le tatuase como a su padre. Como no parecía sensato hacerle una marca para toda la vida, decidió pintárselo. Al crío le dio tal subidón que Lloyd pensó que era una idea exportable . En su cuenta de Facebook bromeó con que si conseguía al menos 50 likes iría al hospital infantil de Auckland a tatuar a los niños enfermos. No consiguió 50, sino más de 500.000 «me gusta». A los niños los ayuda a reforzar su autoestima. Y los padres se lo pueden quitar después con un buen baño.
Te puede interesar
El tatuaje, el Rembrandt de los pobres