Los actores Aitor Luna y Daniel Grao se visten de temporada para presentarnos ‘La catedral del mar’, basada en la novela de Ildefonso Falcones sobre la Barcelona del siglo XIV. Hablamos de causas justas y de despedidas de soltera… Por Raquel Peláez
Tras un verano televisivo plagado de dragones y muertos vivientes de lento caminar, llega el verdadero invierno y, con él, la serie española más ambiciosa de la temporada: La catedral del mar. Hambre, guerra, peste, abusos feudales… La historia basada en la novela de Ildefonso Falcones lleva a la pequeña pantalla los demonios reales que asolaron la España del siglo XIV. Producida por Diagonal TV para Antena 3, esta superproducción narra la vida de Bernat y Arnau Estanyol (Daniel Grao, 41 años, y Aitor Luna, 36), dos personajes que luchan contra las injusticias de la época. Con ellos hablamos de una serie a la que ya comparan con Juego de tronos.
Aitor Luna lleva jersey de Carolina Herrera y pantalón de Tommy Hilfiger
Daniel Grao viste con cardigan de Carolina Herrera, camisa de Mango y oantalón de Just Cavalli
XLSemanal. ¿Qué tal llevan las comparaciones con la serie de los dragones?
Daniel Grao. Por una parte es un piropo, pero también nos molesta porque no tienen nada que ver los medios con los que hemos trabajado aquí y, sin embargo, los resultados son muy buenos.
Aitor Luna. Solo para que te hagas una idea, con el sueldo del protagonista de una serie estadounidense aquí se paga a todo el reparto.
XL. Y eso que lo suyo es una superproducción…
Aitor. Da igual. Si comparamos los tiempos de rodaje, para una batalla en ‘Juego de tronos’ se tiran 24 días. La nuestra se rodó en dos.
Daniel. Y encima tendremos que escuchar cosas como: «Lo ves como, al final, cuando quieren, sale» [se ríe]
Daniel Grao: «He llegado a trabajar de ‘stripper’ para pagarme las clases de interpretación»
XL. Prepárense también para aquello de «no parece una serie española»…
Daniel. Seguro [se ríe]. Pero también hay que decir que mucha culpa de eso la tuvo el sector del cine en los años ochenta y noventa. Entonces había mucho tinglado montado con la subvención anual y esas puntuaciones extrañas, según las cuales cuando una productora había hecho cinco pelis, luego lo tenía más fácil para hacer una sexta y luego una séptima… Y daba igual la peli que fuera.
XL. Y eso tuvo sus consecuencias.
Daniel. Claro. Aquello alejó a mucha gente de las salas, porque daba igual lo que se hiciera. Pero, afortunadamente, el público y el sector ya se han reconciliado.
XL. En La catedral… el miedo se justifica por temas como los abusos feudales o la Inquisición, pero ¿qué lo justifica ahora?
Aitor. Pues el terror a no tener para comer. Hoy en día te dicen que tienes que aceptar un sueldo de mierda porque, si no, viene otro al que le pagan incluso menos. Y así nos va. Porque la mayoría cede. Al final vamos a tener que pagar por trabajar.
Aitor Luna: «¿Compararnos con ‘Juego de tronos’? con el sueldo de uno de ellos, aquí se paga a todo el reparto»
XL. Acuérdese de que, cuando los actores se meten en ciertos temas, luego les dan bien para el pelo…
Aitor. Porque es el deporte nacional. Antes, al borrego de turno lo sufría el del bar de su barrio, pero hoy en día cualquier imbécil te puede hacer el boicot en Internet. ¡Y a unos niveles muy serios!
Daniel. El problema son las etiquetas. Hay ciertos valores por los que hay que luchar, pero si se te cataloga en una línea de pensamiento estás perdido. No se trata de ser rojos o azules. Tendría que haber una amplitud del nivel de conciencia, no de crear bandos. Si nos dividimos en las cosas básicas, no llegamos a ningún sitio.
Aitor. Debería haber una reacción en grupo, pero estamos dormidos. Mira lo que pasa, por ejemplo, con el telediario. Nos lo meten durante el desayuno, en la comida y en la cena, es decir, cuando estamos llenando el buche. Estás viendo un montón de historias que atentan contra la moral, pero, como tienes el estómago lleno, haces la vista gorda.
Daniel lleva abrigo y pantalón, de Brunello Cucinelli; y jersey, de Diesel. Aitor viste con chaquetón, de Tommy Hilfiger; jersey, de Dockers; y pantalón de Mango
XL. Y las redes sociales son perfectas para esto del buen rollo social…
Aitor. Porque, en el fondo, son un engaño y nos mantienen divididos. Estamos en la era del ‘selfie’, que en inglés significa ser egoísta: ‘to be selfish’. Nuestros padres y abuelos luchaban y se ponían delante de la Policía para reivindicar sus derechos a riesgo de que les dieran una paliza o de acabar en la cárcel y hoy la gente, con poner la frasecita de turno en Facebook o Twitter, ya consta como que ha hecho suficiente.
Aitor Luna: «Antes, al borrego de turno lo sufría el del bar de su barrio. Hoy, cualquier imbécil te puede hacer el boicot en internet»
XL. Héroes de 140 caracteres…
Daniel. ¿Sabes lo que hace que mi personaje se convierta en un revolucionario? La llegada de su hijo Arnau. Ese pensamiento global de saquear el grano para compartirlo con el pueblo, esa actitud de no claudicar solamente porque lo digan los de arriba… Lucha por su hijo. Y esa es precisamente la falta de reacción que hay actualmente en esta sociedad.
Daniel Grao: «El problema son las etiquetas. No se trata de ser rojos o azules. Divididos no vamos a ningún sitio»
XL. ¿Algo así ha sentido usted con sus propios hijos?
Daniel. La paternidad te cambia la escala de valores, sí. De repente te conviertes en un lobo con tus cachorros, pero creo que con este tema también nos falta amplitud. Es decir, nos centramos en la defensa de nuestros hijos en el día a día, pero no pensamos en el planeta que les vamos a dejar.
XL. ¿Siempre ha sido usted tan reivindicativo?
Daniel. Bueno, he tenido momentos para todo [se ríe]. De pequeño, era muy defensor de las causas perdidas. Mi madre me decía: «Tienes más leyes que un abogado». Luego, ya me centré en ganarme la vida y hasta he llegado a trabajar de stripper y gogó.
A la izquierda: jersey, de El Corte Inglés; y abrigo, de Calvin Klein. A la derecha: camisa, de Calvin Klein; pantalón, de Diesel; y abrigo, de Polo Ralph Lauren
XL. Y cómo se le dice a una madre «mamá quiero ser stripper»?
Daniel. En realidad no fue premeditado. Cuando tenía 18 años, me salió trabajo en una agencia como actor infiltrado en despedidas de soltera y compartía camerino con los strippers, porque tenía por contrato recogerles la ropa.
XL. ¿Y cómo dio el salto a ‘rey de la fiesta’?
Daniel. Un día el jefe, que era un tipo muy mazado, me dijo casi con desprecio que a las chicas les gustaban los delgados y fibraditos como yo y que si quería trabajar con ellos. Eso suponía multiplicar por veinte el sueldo mísero que yo cobraba como actor, así que estuve pagándome las clases de interpretación con las despedidas. Luego empecé a pillarle manía a más de cinco mujeres juntas y, por eso, me hice gogó, porque yo bailaba, pero ellas no me tocaban [se ríe].
Aitor lleva abrigo, de Elena Benarroch; camisa, de Emidio Tucci; jersey y pantalón, de Salvatore Ferragamo; y botas, de Jimmy Choo
Daniel viste con camisa y chaqueta, de Salvatore Ferragamo; pantalón, de Boggi; y botas, de Jimmy Choo
XL. Aitor, ¿puede usted superar eso?
Aitor. Noooo [se ríe]. Yo, como mucho, me he disfrazado de mamarracho para una empresa de promoción.
XL. ¿De qué estamos hablando exactamente?
Aitor. Me tuve que poner un traje ajustadísimo de licra azul con un casco, como si fuera el de los chicles Boomer, e ir por los bares promocionando una marca. Al principio todo el mundo se reía de mí porque iba avergonzado, pero, según iban pasando los días y empezaba a verle la gracia al asunto, hasta ligaba [se ríe].
Estilismo: Verónica Suárez y Jorge Gilarranz
Maquillaje y peluquería: (Mercedes Espejo) para Chanel
Ayudante de fotografía: Jamal Jeniah
