La chimenea
Este rincón acogedor de la sala de estar cuenta con una gran chimenea. Encima de ella, la imagen de una escena africana, el lugar donde creció la dueña.
Sala de estar
Con una maravillosa vista sobre el campo, esta zona siempre se mantiene fresca con sus paredes claras y los suelos de piedra. Nicky eligió colores tierra suaves para la tapicería de los tres sofás desparejados.
Hall
Pintado en color blanco y situado entre el comedor y la sala de estar, el hall está amueblado con una silla forrada con un kilim, de Philippe Xerri, y un viejo escritorio de madera.
La terraza
Concebida como zona de comunicación entre el exterior y el interior de la casa. Un viejo banco de piedra en el borde del patio cubierto crea un espacio social donde sentarse a leer o tomar una copa por la noche. ¿Cómo conseguir la conexión interior-exterior? Gracias a la combinación de piezas entre las dos zonas, por ejemplo, con la nota de color de los cojines.
La piscina
Construida como una alberca, en piedra y en una terraza elevada sobre el nivel del jardín, ofrece unas vistas espectaculares.
El comedor
La mayoría de las habitaciones se comunica con el exterior a través de puertas de gran tamaño, como en esta estancia. En la foto, el comedor se abre al patio de entrada, que está cubierto. Las baldosas del suelo de terracota pulida son las originales
El armario
Cualquier rincón es aprovechable. en la habitación de los hijos, un espacio entre vigas con varias filas de tejas antiguas se ha convertido en un armario a la vista.
El baño
El aseo de invitados y guardarropa en la planta baja está forrado con papel pintado inglés; el espejo de baño y el toallero imitan al bambú.
El dormitorio
Detalle de una de las habitaciones para huéspedes. El cabecero se ha construido con una tabla tapizada, una solución simple y efectiva. Los colores brillantes le dan un toque veraniego.
El despacho
Un pequeño rincón de trabajo, al pie de la bajada de las escaleras y junto al dormitorio principal. Aquí encontramos detalles de inspiración africana, como la tela de las cortinas.
Un detalle
Un espejo ovalado sobre la cama, con un marco de madera poco habitual, una pieza que la propietaria tiene desde hace muchos años y que ha llevado de una vivienda a otra.
Refugio histórico de artistas e intelectuales, la Provenza francesa acoge esta casa de campo del siglo XVIII convertida ahora en un remanso de paz entre campos de lavanda. Por Carmen Olalla
La luz especial de la Provenza capturó para siempre el alma de artista de la británica Nicky Barthorp. Su amor por Francia y especialmente por la belleza rural de la región de Luberon la llevó a mudarse allí en los años noventa. Y, aunque volvió a Londres durante un tiempo para escolarizar a su hijo, la llamada del sur era tan fuerte que en 2014 decidió regresar. Fue entonces cuando encontró una vieja casa con jardín y se puso manos a la obra para convertirla en un hogar, en el que también creó su lugar de trabajo.
La casa fue construida en 1776 y excavada sobre la piedra en una zona de viñedos
El resultado es una casa tan especial como su propietaria, que reparte su tiempo entre la pintura, el reiki y otras técnicas de bienestar que han convertido este lugar en una meca de paz interior para muchos de sus alumnos y clientes. La artista creó su estudio en el jardín en una zona multidisciplinar donde dispone de una ‘sala de arte’ para colocar su caballete e inspirarse por el paisaje circundante. Además, la planta baja se usa como casa de invitados cuando necesita espacio extra.
Construido en 1776 y excavado sobre la piedra, el nuevo hogar de Nicky se encuentra sobre una zona muy rocosa, famosa por sus árboles frutales y viñedos, pero a la vez bastante seca, algo que a la artista le encanta porque le recuerda a su infancia en Kenia.
Nicky cuenta que la casa ya fue restaurada por su anterior propietario hace 35 años y, «aunque tenía ‘un buen esqueleto’ y unos suelos maravillosos», se instalaron nuevos baños y una cocina, y ella misma se encargó de mezclar los colores de la pintura con tonos suaves para que resultara acogedora. Una base sencilla sobre la que colocar sus recuerdos y los muebles procedentes de sus casas anteriores, en Provenza y Londres, y de su infancia africana.
Asegura que su objetivo era crear una casa simple de líneas rectas, ya que básicamente es un lugar de vacaciones donde se reúnen amigos y familiares. «He intentado que todo sea muy práctico; incluso el jardín no resulta demasiado difícil de cuidar», comenta. Y eso que ha domado la naturaleza a base de podar árboles, construir nuevos muros y una piscina escondida en una terraza fuera de la vista. ¿Su próximo sueño? Crear un jardín de hierbas medicinales en esta zona protegida por huertos de cerezos y sin señales de vecinos. «Aquí me siento afortunada y segura», reconoce.