Una vida de arte
La coleccionista Amélie du Chalard inaugura su nueva casa, situada sobre su galería en la ‘rue’ Clauzel, en París, con piezas de jóvenes artistas descubiertos en viajes y escuelas de arte. Por Ana Cardinale / Fotografía: Claudio Fleitas
Antes de dedicarse al mundo del arte, Amélie du Chalard inició su profesión en el mundo de las finanzas en el banco Rothschild and Cie, aunque desde pequeña creció rodeada de obras. Su madre es escultora y fueron sus regalos los que le permitieron reunir su primera colección. «En ese momento, todo lo que gané lo invertí en la compra de obras», nos cuenta Amélie. «Asistí a exposiciones, visité muestras… y este ha sido siempre mi pasatiempo favorito. Comencé aconsejando a amigos y conocidos para ayudarlos a comprar y decorar sus casas. Y es así como, en 2015, mi primera vivienda en París se convirtió en una microgalería donde todo lo que se veía también se podía comprar», agrega.
Después se mudó al barrio IX, abrió Amélie Maison d’Art y en el nivel superior de la galería terminó comprando su nuevo apartamento. «Me gustaba la idea de vivir cerca de mi trabajo. Un día me decidí a tocarle el timbre a mi vecino con la idea de comprar su piso. Mi oferta lo sedujo y el trato se concluyó casi en la puerta».
De la obra de reestructuración se ocupó la agencia parisina Batiik Studio y en solo dos meses se terminaron los trabajos de los 250 metros cuadrados sobre dos niveles que tiene la vivienda.
Los grandes protagonistas del espacio son muebles como el diván Extrasoft, de Piero Lissoni, o la silla de Sergio Rodríguez
Un salón de gran altura, una cocina abierta, tres dormitorios y una terraza con vistas a los techos de París componen el espacio, en el que dominan el blanco y los tonos neutros. También destacan las ventanas de grandes alturas, para las que se crearon unas cortinas confeccionadas a medida por el artista belga Jan Duruisseau.
Si bien el arte contemporáneo domina las paredes, los grandes protagonistas del espacio son también los muebles. el diván Extrasoft, de Piero Lissoni, o las sillas de Sergio Rodríguez o Carl Hansen and Søn son algunos ejemplos. También vemos obras de cuatro jóvenes diseñadoras italianas. Ilaria Bianchi, Agustina Bottoni, Astrid Luglio y Sara Ricciardi. Todo lo demás forma parte de la colección de Amélie, que nos confiesa que, a diferencia de la galería, «en mi casa nada se vende».