¿Qué es el amor? ¿Cómo descifrar ese ‘je ne sais quoi’ que hace que nos enamoremos? La imparable búsqueda del ser humano por darle un explicación científica a este sentimiento pasa por utilizar las nuevas tecnologías. ¿Qué pasaría si el amor de tu vida estuviera a una prueba de ADN de distancia? Por Isa Espín y C. M. S. / Foto: Adobe Stock

¿Hay una ecuación resolutiva en cuanto a la pareja perfecta? ¿Qué hay que sumar, restar, multiplicar o dividir para que el resultado sea tu media naranja?

Una de las primeras series que empezó a otorgar al algoritmo dotes de auténtica alcahueta fue Black Mirror, utilizando un aparato que medía la compatibilidad entre dos personas, lo que ahorraba mucho tiempo de búsqueda y decepciones a la población: la máquina marcaba un porcentaje de éxito y listo.

Con Tinder llegó la revolución y empezaron a utilizarse términos como swipe (deslizar), crush (flechazo o amor a primera vista) y match (cuando dos personas se gustan mutuamente). El lenguaje tecnológico para las relaciones amorosas estaba servido, pero con él también llegó el poliamor, la superficialidad y la rapidez que suponía deslizar a la derecha para tener una cita.

The One –la serie de Netflix de ciencia ficción británica basada en el libro Eres tú, de John Marrsvuelve a abrir el debate y va todavía más allá: gracias a una simple prueba de ADN, nuestra pareja ideal estaría más cerca que nunca: un match genético en toda regla. Pero… ¿qué entendemos como pareja perfecta?

A un concepto subjetivo como la media naranja, ¿podemos otorgarle una operación matemática?

¿Existe mi media naranja?

Es difícil de encontrar. Pero no imposible. La ecuación de Drake tiene la respuesta.

Un joven matemático inglés, el profesor Backus, tras años de total sequía amatoria, decidió buscarle una explicación al porqué de dicha catástrofe. Y alcanzó la fama con su trabajo titulado ¿Por qué no tengo novia? Backus aplica la ecuación de Drake, que sirve para calcular si hay vida extraterrestre en nuestra galaxia. Se trata de trocear un problema complejo en un montón de cuestiones más pequeñas. Puedes equivocarte al responder alguna, pero esos pequeños errores tienden a compensarse unos con otros y, al final, la respuesta se aproximará mucho a la verdad.

Backus circunscribe su búsqueda del amor a las mujeres solteras en el Reino Unido. La siguiente condición es que vivan en Londres. Que estén en una franja de edad similar a la suya, que tengan título universitario, que le caigan bien, que sean atractivas (exquisito él, calcula que solo una de cada diez le gustaría) y que, recíprocamente, le encuentren atractivo.

Es más probable encontrar vida inteligente en la Vía Láctea que tu media naranja

El resultado es un pelín descorazonador para Backus: solo 26 mujeres en el mundo cumplirían esos requisitos. Lo que arroja una posibilidad de encontrar a su media naranja de una entre 285.000. Vamos, que es más probable encontrar vida inteligente en la Vía Láctea, pues la ecuación de Drake señala que 10.000 planetas cumplen las condiciones necesarias. Si Backus fuera menos exigente (por ejemplo, si incluyera en su búsqueda a mujeres sin título, o presuponiendo que encontrará guapas a más del diez por ciento de las candidatas), sus posibilidades aumentarían. Por si sirve de acicate, Backus, a pesar de ser tan tiquismiquis, se echó novia y se casó después de publicar su investigación.

Entre las sábanas

Muchas cosas pueden suceder cuando dos personas tienen sexo por primera vez: que lo disfruten o se arrepientan. Pero matemáticamente solo ocurre una cosa relevante: se crea una conexión en una red imaginaria. Una conexión de doble sentido. Pues ambas personas añadirán el nuevo vínculo al número total de parejas sexuales que hayan tenido. La mayoría de la gente solo tiene unas pocas parejas a lo largo de sus vidas. Pero hay unas pocas personas que tienen muchas.

El número total de parejas sexuales de una persona sigue una distribución llamada ‘ley potencial’. Este tipo de distribución crea conexiones que los matemáticos han bautizado como ‘red libre de escala’. En este tipo de redes, algunos nodos están altamente conectados, es decir, poseen un gran número de enlaces a otros nodos, aunque el grado de conexión del resto es bastante bajo. Sucede también en las redes de carreteras, pues la mayoría de las carreteras llegan a unas pocas ciudades muy grandes, mientras que de la mayoría de ciudades pequeñas y pueblos salen pocas. Lo mismo es válido para las rutas marítimas y aéreas, unos pocos puertos y aeropuertos acumulan mucho tráfico, en detrimento de los demás. También las redes neuronales funcionan así. Las personas con muchas parejas serían supernodos.

Cuanto más éxito tiene alguien en sus conquistas sexuales, más probabilidades hay de que siga acumulando muescas en la culata. Por eso identificar a los supernodos es tan importante a la hora de frenar una epidemia. Si un supernodo no toma las precauciones apropiadas, es más vulnerable a contraer la enfermedad y, sobre todo, a propagarla.

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