‘Yo no soy tonto’ y tengo esta casa

1 El salón · La sala principal es una muestra de la mezcla de culturas y estilos que se respira en todas las estancias.
2 La entrada · Un buda dorado recibe al visitante en la entrada de la mansión que compró Gunz hace 27 años.
3 El exterior · Situada a orillas del lago Tegernsee, la casa se encuentra a pocos kilómetros de Múnich.
4 Los detalles · Gunz siempre se interesó por las religiones y a los 14 años tuvo su primer maestro zen.
5 El comedor · Un antiguo reloj de pie y varias piezas de cristal clásicas conviven con lujosas alfombras indias.
6 La biblioteca · Las pinturas del techo son obra de la artista de Múnich Ricarda Dietz.
7 Un rincón para la música · Un equipo de sonido se convierte en el único elemento que identifica al empresario de Media Markt con su profesión.
8 Con vistas a la montaña · La terraza acristalada ofrece una visión perfecta de los Alpes Bávaros.
9 Las esculturas · Algunas de las piezas conseguidas por Gunz vienen a través de amigos, como esta escultura de Camboya.
10 Las esculturas

Walter Gunz, el fundador de Media Markt y responsable del famoso eslogan ‘Yo no soy tonto’, nos abre las puertas de su casa en Alemania. Por Aitana Ruiz

Publicidad irónica, colores llamativos y mucha provocación. El espíritu entre clásico y exótico que se respira en el refugio del publicista cofundador de Media Markt y Saturn nada tiene que ver con aquellas campañas de marketing que tan famoso lo hicieron. Arropada por los Alpes Bávaros y con vistas al lago Tegernsee, la casa de campo del exitoso empresario alemán Walter Gunz, de 71 años, esconde un interior donde antigüedades indias y seres mitológicos conviven con muebles clásicos y una decoración en tonos blancos y beis.

Cuando Walter Gunz compró la casa, hizo que tiraran todo el interior y reconstruyó las habitaciones

Lejos de lo que podría esperarse de la casa de un empresario dedicado a la venta de electrónica, aquí no encontramos grandes pantallas de plasma ni se aprecia un gran despliegue informático. Más bien al contrario. El exterior recuerda a las granjas típicas de la zona, mientras que el interior es un cofre de sorpresas. «Cuando compré la casa hace 27 años, hice que tiraran todo -aseguraba recientemente Gunz-. Reconstruí todas las habitaciones, diseñé las ventanas y puse escaleras nuevas». Jamás pensó en contratar a un diseñador de interiores. Cada uno de los objetos que forman parte de este lugar tiene su propia historia. Como el enorme buda dorado que se encuentra justo a la entrada y que el empresario adquirió cuando compró la casa. «Estaba completamente negro. No se sabía lo que había debajo. Lo cargué por media Alemania en mi viejo BMW Serie 5».

Para la decoración de los techos, con símbolos zodiacales y seres mitológicos, Gunz contó con la artista Ricarda Dietz, hija del conocido escultor Elmar Dietz.

La terraza acristalada, con magníficas vistas sobre el Tegernsee y las montañas, está vigilada por la atenta mirada de dos leones procedentes de Camboya. «Engatusé a la condesa Pilati para que me los diera. En realidad son piezas invendibles», bromea.

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