‘Yo no soy tonto’ y tengo esta casa
Walter Gunz, el fundador de Media Markt y responsable del famoso eslogan ‘Yo no soy tonto’, nos abre las puertas de su casa en Alemania. Por Aitana Ruiz
Publicidad irónica, colores llamativos y mucha provocación. El espíritu entre clásico y exótico que se respira en el refugio del publicista cofundador de Media Markt y Saturn nada tiene que ver con aquellas campañas de marketing que tan famoso lo hicieron. Arropada por los Alpes Bávaros y con vistas al lago Tegernsee, la casa de campo del exitoso empresario alemán Walter Gunz, de 71 años, esconde un interior donde antigüedades indias y seres mitológicos conviven con muebles clásicos y una decoración en tonos blancos y beis.
Cuando Walter Gunz compró la casa, hizo que tiraran todo el interior y reconstruyó las habitaciones
Lejos de lo que podría esperarse de la casa de un empresario dedicado a la venta de electrónica, aquí no encontramos grandes pantallas de plasma ni se aprecia un gran despliegue informático. Más bien al contrario. El exterior recuerda a las granjas típicas de la zona, mientras que el interior es un cofre de sorpresas. «Cuando compré la casa hace 27 años, hice que tiraran todo -aseguraba recientemente Gunz-. Reconstruí todas las habitaciones, diseñé las ventanas y puse escaleras nuevas». Jamás pensó en contratar a un diseñador de interiores. Cada uno de los objetos que forman parte de este lugar tiene su propia historia. Como el enorme buda dorado que se encuentra justo a la entrada y que el empresario adquirió cuando compró la casa. «Estaba completamente negro. No se sabía lo que había debajo. Lo cargué por media Alemania en mi viejo BMW Serie 5».
Para la decoración de los techos, con símbolos zodiacales y seres mitológicos, Gunz contó con la artista Ricarda Dietz, hija del conocido escultor Elmar Dietz.
La terraza acristalada, con magníficas vistas sobre el Tegernsee y las montañas, está vigilada por la atenta mirada de dos leones procedentes de Camboya. «Engatusé a la condesa Pilati para que me los diera. En realidad son piezas invendibles», bromea.