Todavía no duerme la noche antes de un rodaje, pero, cuando se trata de posar, el ‘top’ español es impecable. Más de veinte años como modelo y siete como actor han hecho de Velencoso uno de los hombres más deseados. Con él recorremos la moda más festiva de la mano de Cortefiel. Por Raquel Peláez / Fotos: Mario Sierra / Estilismo: Verónica Suárez
Dice Andrés Velencoso que él es un tipo clasicote y que jamás se pondría un chándal para ir a una fiesta, por mucha tendencia que sea. Este año, nuestro top masculino más internacional ha cumplido 40 y, aunque reconoce que algo de ejercicio debería hacer, no quiere volverse loco: «Tengo amigos que, al entrar en la cuarentena, se han hecho triatletas e incluso se dedican a hacer carreras de montaña», afirma entre risas.
Acompañamos al nuevo embajador de Cortefiel en una sesión de fotos con looks muy elegantes para conversar sobre el mundo del cine, la moda, las redes sociales y los abusos de poder.
XLSemanal. Admítalo: desde que ha probado el cine, esto de posar ya le aburre un poquito…
Andrés Velencoso. No te creas. Supongo que será por los años de experiencia, pero siempre intento darle la vuelta. Quizá se me pueden hacer un poco más lentas las sesiones de publicidad, eso sí. Pero, ¡ojo!, también los tiempos muertos en los rodajes. Cuando no sale una cosa y estás repitiendo y entras en bucle… Yo lo llevo bastante mal.
XL. Pero, de momento, ¿sigue usted viviendo de la moda?
A.V. Sí, pero poco a poco se va equiparando. Ahora estoy al setenta por ciento con la moda y al treinta con el cine y las series.
XL. ¿Ya duerme bien antes de rodar o se sigue quedando la noche en vela?
A.V. Siempre que hay un proyecto nuevo o el día de antes de la lectura, me despierto por la noche. Tengo ahí una cosa con los textos que me vuelve loco. No quiero ni pensar cuando haga algo más complejo.
«A veces pienso que estoy harto de tanto ‘casting’, pero cuando veo otra oportunidad vuelvo a hacerlo»
XL. Pues le he oído decir que incluso le apetece cantar y bailar…
A.V. Sí que me gustaría cantar, pero luego veo a los artistas de los musicales y me doy cuenta de que son gente preparadísima. O los actores de Hollywood, como Ryan Gosling, que son capaces de hacerlo todo. Pero, claro, es que llevan cantando y bailando desde que eran pequeños.
XL. ¿Y qué le da el cine que no tiene la pasarela?
A.V. Me da vida, motor, pasión y ganas de crecer, de construir un montón de cosas. Es como una cosita en la barriga que se mueve. Aunque hay veces que pienso: «Estoy harto de tanto casting de mierda…». Y luego, cuando veo otra oportunidad, vuelvo a hacerlo [se ríe].
XL. ¿Se ha encontrado mucho prejuicio en el cine por ser modelo?
A.V. A lo mejor un poquito sí. Pero no tanto de los compañeros como de la gente de fuera. Te miran con lupa, sobre todo al principio. Al venir de otro mundo y, además, ser muy conocido… El intrusismo que lo llaman, ¿no? Aunque aquí estamos todos para hacer de todo.
XL. ¿Le han hecho mucha sangre?
A.V. Sí. Cuando se estrenó la serie de Netflix Edha, me criticaron porque decían que hacía muy mal el acento argentino, cuando mi personaje era un inmigrante centroamericano que llegaba a Buenos Aires.
XL. ¿Hubo linchamiento en redes sociales?
A.V. No, por ahí no tengo muchos haters. Algún crítico anónimo he visto, que me decía que me dedicara a otra cosa, que soy muy malo… Pero, bueno, qué voy a hacer. Aquello me tocó más las narices porque venía de críticos profesionales.
XL. ¿Y cómo ha cambiado el mundo de la moda desde la aparición de las redes?
A.V. Sobre todo en lo comercial. Es una herramienta que tienen los chicos para promocionarse. Yo, al principio, no lo supe ver, pero plataformas como Instagram o Facebook se volvieron máquinas para hacer billetes. Cuando yo empecé, si no te movías y no tenías una buena agencia, era muy difícil.
XL. Así que ahora es más importante saber de marketing digital que ser guapo…
A.V. Algo de eso hay. Ya te encuentras clientes que te piden que les envíes información de tus redes sociales para saber si tus seguidores son hombres o mujeres, cuánta gente ve tu perfil a la semana…
«Se están buscando modelos masculinos de tallas grandes. Un tío gordito, alto, con una talla 46 se hincharía a trabajar»
XL. Y también ha cambiado el prototipo de hombre en la pasarela y se impone un perfil más imperfecto…
A.V. Pero eso siempre se ha llevado. Yo creo que depende más del diseñador que de la época. Lo que sí he visto es que ya se están empezando a buscar modelos masculinos de tallas grandes. El otro día ya me preguntaron que si conocía a algún tío gordito, alto, con una 46. Yo creo que alguien así se hincharía a trabajar. No los encuentras.
XL. ¿Y qué va a hacer usted cuando se dejen de llevar los guaperas?
A.V. Imagino que cine, claro [se ríe]. De todas formas hay unos cánones comerciales medio establecidos. Yo no me considero el canon de belleza perfecto, pero hay una fisonomía dentro de mí que engancha con muchas marcas que quieren dar ese look mediterráneo, elegante, medio sexy…
XL. Este año ha habido muchas reivindicaciones con respecto al trato a los modelos. ¿Ha notado alguna mejora?
A.V. Yo es que llevo tantos años que al final me tratan un poco diferente, pero lo cierto es que nunca hemos estado protegidos. La gente ha hecho lo que ha querido con las tarifas, con los horarios…
XL. ¿Eso pasa en todo el mundo?
A.V. Solo en Estados Unidos he visto un poco más de control, pero no ha habido nunca una asociación que nos haya defendido, como ocurre con los actores o los mineros. No hay y, cuando la ha habido, se han cagado y se han bajado los pantalones.
«En Japón he visto abusos de poder, como el caso de un estilista que le pegó una patada a su asistente»
XL. ¿Usted ha sufrido algún trato denigrante?
A.V. Hay una tendencia a cosificarte, sobre todo cuando empiezas. Suele haber gente que te habla con diferentes tonos, pero tampoco recuerdo ninguna situación concreta. Lo que sí he visto es abuso de poder con un tema de jerarquía. En Japón vi a un estilista pegarle una patada a su asistente. Reconozco que no sabía qué decir y me fui medio rayado. Pero en Japón pasa mucho, pegan a los de abajo: cachetes, los empujan…
XL. Afortunadamente, cada vez hay más voces que denuncian casos de abusos que hasta ahora se pasaban por alto.
A.V. Por supuesto. Gracias a ellos somos más conscientes de que podemos quejarnos. Y es bueno que los rostros conocidos hagan denuncias para que la gente sepa que nadie puede abusar de ti, ni verbal ni físicamente. Todo el mundo tendría que entender eso, sobre todo los que tienen el poder.