Nací en Tolosa (Guipúzcoa) hace 55 años. Soy soprano y presento mi cuarto disco de versiones, ‘La otra orilla’, que tiene que ver mucho con la música que heredamos del otro lado del Atlántico. Por Virginia Drake / Foto y vídeo: Javier Ocaña
XLSemanal. ¿Un homenaje a su madre?
Ainhoa Arteta. Sí, son canciones que cantábamos en la cocina, en las fiestas familiares. Devuélveme el rosario de mi madre, por ejemplo, era la canción fetiche de ella y sus hermanas.
XL. Guantanamera, Frenesí, Ansiedad, Quiéreme mucho, Piensa en mí… Mucho amor, mucho desengaño, mucho despecho.
A.A. Con esas canciones las mujeres se reivindicaban de un modo fuerte y sólido. Adoraban a María Dolores Pradera y a Chavela Vargas. Mi madre murió hace doce años y estas canciones son ella, nos mantienen muy juntas. Ella es, fue y será mi vida. Mi padre me inculcó la música clásica y mi madre, el artisteo.
XL. Durante el desfile de las Fuerzas Armadas entonó La muerte no es el final. ¿Animada por su reciente marido, el capitán de corbeta Matías Urrea?
A.A. No, no, él no tiene nada que ver. La relación con la ministra de Defensa la tengo antes de conocer a Matías y ella me pidió que cantara esta canción el Día de la Hispanidad. Yo también creo que la muerte no es el final del camino.
XL. Y lo hizo después de que se chocara contra la farola el paracaidista que portaba la bandera de España.
A.A. Me dio una pena tremenda: lo vi llorar amargamente. Sabían que había ese riesgo porque, en los ensayos del día anterior, la farola ya les preocupaba a todos si cambiaba el viento.
XL. Este año se ha casado por cuarta vez, es usted una mujer reincidente.
A.A. Fue una boda muy especial y él estaba muy guapo con su uniforme de gala. Llevaba tantos eslabones -que yo no sé lo que son- que parecía un arbolito de Navidad. Lo disfruté mucho.
XL. He leído que no llegó a consumar su primer matrimonio, ¿qué pasó?
A.A. ¡Se dicen tantas cosas! No es así: consumé, por supuesto; pero igual la ‘consumación’ no fue tan agradable [ríe].
XL. Hace poco ha contado que sufrió una violación a los 19 años.
A.A. Sí. He tardado muchos años en poder verbalizarlo. Fue en 1990, vivía en Nueva York, en una zona de mucha droga y prostitución. Volvía a casa después de un ensayo, y fue una experiencia brutal y espantosa que no le deseo a nadie, pero así de cruel es la vida.
XL. Sus padres y su hermano, cuenta, se sacrificaron para que pudiera cantar.
A.A. Sí, mi hermano vistió muchos años el mismo vaquero que, al final, llevaba roto. Hoy estaría de moda, pero entonces lo pasaba fatal viendo que a él no le compraban ropa por mi culpa. Después, los he ayudado en todo lo que han necesitado: así debe ser la familia.
Desayuno: para cafeína, la mía
«Tres piezas de fruta de temporada: melón, mango, uvas, melocotón… Y un descafeinado: me levanto con tal energía que puedo alicatarte la casa».
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