Aborígenes de una remota isla lloran la muerte de Felipe de Edimburgo, al que consideraban descendiente de un poderoso espíritu de la montaña. Por Fernando Goitia / Foto: Getty Images

Dos poblados de la isla de Tanna, en la remota Vanuatu, están de duelo. Lloran al príncipe Felipe de Edimburgo, descendiente, creen, de un espíritu de sus montañas. Desde su muerte, el 9 de abril, han danzado, sacrificado cerdos e ingerido kava (bebida ceremonial euforizante) en rituales en su honor.

El culto se inició en 1974 tras la visita de la pareja real, la reina Isabel II y el príncipe Felipe de Edimburgo. Fue identificado entonces como uno de los suyos, plasmación de una profecía sobre un miembro de la comunidad que, en su forma espiritual, «abandonó la isla en busca de una poderosa esposa extranjera».

El culto se inició en 1974 tras la visita de la pareja real a la isla

Él mismo alimentó la devoción con una foto en la que sostiene el garrote guerrero (nal-nal) con que lo obsequió la tribu. En 2007, varios isleños lo conocieron en Inglaterra. «Cuándo regresarás», le preguntaron. A lo que, críptico él, respondió: «Cuando haga calor, enviaré un mensaje». Quizá hoy esté allí, señalando a su heredero en el panteón local.

Foto apertura: pobladores de Yakel, en la isla de Tanna, al este de Australia, muestran fotos del príncipe Felipe, considerado uno de sus dioses.

Te puede interesar

¿Por qué Felipe de Edimburgo no hablaba de su madre?

Isabel II cumple 95 años, el aniversario más triste de la reina tras la muerte de su marido

Nuevo XL Semanal
El nuevo XLSemanal

A partir de ahora consulta los nuevos contenidos en la web de tu periódico

Descúbrelos