En el sótano de una vivienda unifamiliar de las afueras de Chicago se esconde esta bodega de aires clásicos que no renuncia a la moderna tecnología. Tras la puerta de cristal, una estancia aislada alberga la colección de botellas. Tanto dentro como fuera domina la madera. Foto: Peter Aaron
La estancia para alojar la colección de botellas de esta casa de Connecticut (Estados Unidos) apuesta por combinar botelleros rectangulares y circulares, de acero y metacrilato, pero con la idea de reducir su presencia: el protagonista es el vino. Lo demás sirve para revestir la experiencia. Foto: Eric Piasecki
En esta vivienda neoyorquina se optó por ubicar la bodega en el segundo piso, nada de buscar sótanos como manda la tradición. Eso sí, en una estancia aislada, aunque perfectamente visible gracias a su puerta corredera de cristal. Foto: Eric Piasecki
En este apartamento del barrio neoyorquino de Greenwich Village, que lleva la firma del célebre arquitecto Richard Meier, la opción es clara: mantener al menos algunas de las botellas al alcance de la mano, en cajones debidamente climatizados, para preservar el vino. Y cerca del comedor. Foto: Eric Piasecki
Sin florituras ni distracciones. Hasta el botellero se ha reducido a su mínima expresión en esta bodega de un apartamento de Brooklyn. En medio, una mesa alta para disfrutar de la cata. Otra ventaja: de este modo resulta más fácil ver las etiquetas que en el interior de una estantería. Foto: Ty Cole
La casa se encuentra en Newport Coast (California) y la elección de la madera contribuye a brindar calidez visual a un espacio que necesita mantenerse a una temperatura relativamente baja. Las formas geométricas de los estantes y la altura crean un juego de perspectivas. Foto: Roger Dvavis
JOYAS EN BOTELLA
La puerta de un antiguo banco abre la peculiar bodega diseñada por Dan Fink para la oficina-garaje del empresario Rick Caruso en el sur de California. Foto: Trevor Tondro
El pueblo con más bodegas del mundo
