Coleccionistas: locos por los vinilos

Como en los noventa, la venta de vinilos generará este año mil millones de dólares. Cifra récord. Preguntamos a los que más y mejor saben -los coleccionistas-sobre las claves de esta nueva pasión. Por Daniel Méndez /Fotos: Adobe Stock y Daniel Méndez

La música puede llevarnos al periodo en que escuchábamos una determinada canción. Nos hace evocar todo lo que sentíamos, olíamos, palpábamos. Casi hasta lo que pensábamos». Así explica Eloy Gala su pasión por el coleccionismo de discos (y singles, revistas, postales…, todo lo relacionado con la música de los cincuenta, sesenta y setenta). «Ahí nace todo -dice a sus 61 años-: en buscar esas canciones que nos permiten evocar nuestra infancia y adolescencia. El coleccionismo es querer poseer todo aquello, tenerlo. No sirve con escucharlo o disfrutarlo, quieres tenerlo físicamente». Ahí está la clave, subraya: en hacerlo tuyo. Por eso, no le valen Spotify, YouTube ni otras plataformas on-line.

Eloy Gala lleva 40 años coleccionando vinilos. Tiene ya 20.000 de música de los 50, 60 y 70. No duda en viajar al extranjero solo para comprar un disco

«Esos álbumes en formato digital no son tuyos, son de todo el mundo». En cambio, los casi 20.000 discos que alberga en la habitación que su mujer llama ‘Freakylandia’ son solo suyos. Y hacerse con ellos le ha llevado más de cuatro décadas. Años de ferias, de viajes relámpago a Utrecht, Barcelona o Londres. Compró sus dos primeros singles -uno de Led Zeppelin y otro de Patxi Andión- a los 12 o 13 años.

Ahora compra muy poco: «Hace tiempo que no encuentro nada que me atraiga. Cada vez es más difícil». ¿El motivo? Muchos de los que acudían a las ferias o a mercadillos como el Rastro madrileño ahora apuestan por la venta on-line. Y eso a Eloy no le convence. «Para mí es impagable seguir encontrando discos en los cajones de los amigos o de las ferias. Cuando das con una pieza así, la sensación es indescriptible».

Aunque Eloy ya casi no encuentre discos que lo satisfagan, lo cierto es que cada vez se venden más vinilos. Este año, según la consultora Deloitte, las ventas en todo el mundo supondrán un negocio de mil millones de dólares; principalmente, gracias a la venta de discos recién editados (Blackstar, de David Bowie, fue la estrella en 2016; el año anterior, 25, de Adele), pero también a la compraventa de usados y tocadiscos. Hay que remontarse a los años noventa para encontrar cifras similares. Eso sí, el mismo informe arroja también un vaso de agua fría: en 1981 se vendieron en todo el mundo mil millones de vinilos.

No les valen  Spotify ni Youtube: «Esos álbumes -dicen- no son tuyos, son de todo el mundo»

Este año rondarán los 40 millones. Con todo, es indiscutible que las ventas llevan más de un lustro creciendo. ¿A qué se debe? «A mí me da igual si es o no por moda -cuenta Álvaro Portela, gallego de 32 años, desde una de sus tiendas preferidas-, pero a los que nos gusta nos beneficia: se están reeditando discos que eran difíciles de conseguir. Es una buena noticia».

Con la música a otra parte:  Álvaro Portela, gallego de 32 años, tiene 1500 álbumes. Pero tuvo que desterrarlos

Él sí compra por Internet. Pero cuando es un disco especial prefiere ir a la tienda de confianza y ‘pinchar’ el vinilo, abrirlo, verlo, tocarlo… Álvaro tiene unos 1500 álbumes. Aunque ha tenido que desterrarlos: «Era o mi novia o los discos, y en este caso la elección estaba clara». Tiene, eso sí, las joyas, los discos clave en casa. Como el primero que se compró (And justice for all, de Metallica). Y mantiene su ritual a la hora de ponerlos: «Es un momento tranquilo, con una cervecita o un vinito. Y el proceso de elegir el vinilo, limpiarlo, colocarlo en el tocadiscos…».

Eso sí, no es de los maniáticos: «No soy de los que tienen que ponerse los guantes para tocar un disco. Los discos, más si los compras de segunda mano, han pasado muchas fiestas, arañazos, batallas. ¡Estupendo! Me parece que el vinilo hay que disfrutarlo como lo que es: un trozo de plástico… ¡no nos pongamos tan exquisitos!».

El estado de los discos es, precisamente, el problema al que se enfrenta Eugenio Gómez, de 49 años y ambientador de decorados en una cadena televisiva. Claro que lo suyo es el rock and roll, el doo wop, rockabilly o los grupos vocales desde los años treinta «hasta llegar a los Beatles».

No se habla de dinero…

No es solo el paso del tiempo el que ha hecho mella en los vinilos que Gómez colecciona, sino también la tecnología que se empleaba para escucharlos.

Un valor nada seguro: Eugenio Gómez prefiere no hablar de dinero. «Esto es muy subjetivo. Las compañías de seguros ni siquiera mandan a un perito. ¿Cómo tasas tu colección?»

En los años cincuenta -dice- se escuchaban en los llamados pick ups, aquellos tocadiscos portátiles con agujas que parecían clavos. Los discos se llevaban a los guateques, se mojaban, se caían… Conseguir uno impecable hoy es difícil». Cuenta, además, que, como muchos coleccionistas, trata de mejorar la copia que posee. No basta con tenerla. si das con una en mejor estado, la quieres.

«¿Guantes? ¡No seamos tan exquisitos! Hay que disfrutar del vinilo como el trozo de plástico que es»

Eso sí, no suelta prenda sobre precios. Pocos coleccionistas lo hacen, por mucho que insistas. «No me parece de recibo entrar en eso -dice-. Cada coleccionista tendrá su cruz: un disco por el que ha pagado lo que no está escrito, y se entera que otro lo ha comprado una semana después por la mitad de precio». Afirma que lo del valor, como en tantas otras facetas del arte, no deja de ser subjetivo. Lo ha vivido de primera mano con las compañías de seguros. «Ni siquiera mandan a un perito a valorar tu colección. Es normal. ¿Cómo la tasas?». El precio cambia mucho, y en los últimos años han ocurrido cosas sorprendentes. «Discos que se sobrevaloran, o al revés, cuyo precio cae en picado. Quizá porque el último coleccionista que estaba dispuesto a pagar ese precio ya ha conseguido su copia».

Aunque ellos no suelten prenda, algunas cifras sí han trascendido. Como el álbum de John Lennon y Yoko Ono, Double fantasy, firmado por el propio Lennon en 1980 y vendido, casi dos décadas más tarde, por 400.000 dólares. Claro que el fan que recibió el autógrafo no fue uno cualquiera, sino Mark David Chapman, quien cinco horas más tarde disparó al músico a las puertas de su residencia en Nueva York. Algunas rarezas de la Velvet Underground o de Bob Dylan se han vendido por 25.000 o 35.000 dólares.

Españoles más cotizados

Entre los más cotizados de la música española se encuentran algunos títulos sorprendentes, como aquella primera edición del disco homónimo de Vainica Doble que un japonés adquirió por 2700 euros. O aquellos primeros EP de Los Nikis valorados en mil. ¿Por qué? Porque son tiradas de apenas 200 ejemplares, con las portadas pintadas a mano por los propios músicos.

«Cada coleccionista tiene su cruz y seguro que ha pagado por un disco el doble que otro días después»

Daniel Gutiérrez tiene alguno de estos. Aunque lo más característico de su ecléctica colección es la rumba madrileña, en especial la que editaba un peculiar sello del que poco se sabe: Acropol.

Experto en rumba: lo más característico de la ecléctica colección de Daniel Gutiérrez -dueño de 8000 discos- es la rumba madrileña. Sacó incluso un recopilatorio

La pasión llevó a Dani Gutiérrez a juntar fuerzas con otro apasionado del sello al que conoció por Internet. «Esto hay que difundirlo, pensamos. Y con pocos medios y poco tiempo sacamos un recopilatorio de este sello». En vinilo, por supuesto. Habla con pasión de estos gitanos que se saltaban las normas del flamenco para grabar sus propias canciones, hablando de sus problemas, de su vida. En su dormitorio, las paredes están cubiertas de estanterías abarrotadas de discos, singles y casetes. «Aquí habrá unos 8000 discos -dice-. He llegado a tener 25.000, aunque por temas de espacio o de «pasta» me he deshecho de muchos. Han quedado esos de los que no podría desprenderme».

José Luis Ibáñez, de 49 años, compró su primer disco con 12: el single ‘Divina’, de Radio Futura. Su colección: unos 2000 vinilos. Tiene a su vez su sello propio

También a José Luis Ibáñez la afición lo llevó a dar un paso más allá y montar su propio sello. Trilobite Records es fruto de la suma de su esfuerzo y el de su socio. Sacan discos mimados, de buen gramaje, con diseños mimados… y con los músicos que les gustan. ¿Por qué? «Por eso, por afición. ¡A otros les da por coleccionar coches de Scalextric!». Pues es cierto. O incluso casetes. El año pasado se vendieron en Estados Unidos 129.000 copias, según Billboard. Puede no parecer mucho, pero supone un incremento del 74 por ciento respecto a 2015. ¿El próximo ‘boom’ irá por ahí? Tiempo al tiempo.


LOS MÁS BUSCADOS DE AYER Y HOY

Los más Vendidos

David Bowie: 54.000 vinilos. El año pasado se vendieron en Gran Bretaña 54.000 unidades de Blackstar, el último álbum de Bowie, publicado un par de días antes de que falleciese. Todo un récord. Otros clásicos suyos figuran en el top. The Rise and Fall of Ziggy Stardust ocupa el puesto 13; Hunky Dory, el 16.

Adele y su álbum ’25’, líder de ventas. Ocupó el primer puesto de ventas de vinilo en 2015, vendió la mitad que Bowie. Llama la atención que en 2016 una decena de títulos logró vender más de 10.000 discos en el Reino Unido. ¿Y este año? Un disco que promete es Triplicate, un álbum triple de Bob Dylan. El primero tras el Nobel.

Los más cotizados

Dylan: el más deseado. Dylan tiene mucho material codiciado por los coleccionistas. Se lleva
la palma la primera edición de The Freewheelin, del 63. Un ejemplar de la edición original se vendió en 2006 por 35.000 dólares. Y 900.000 dólares pagó un comprador en eBay por Black America. The sounds of History.

¿Y entre los artistas patrios? Eche un vistazo a su colección, podría albergar alguna joya. El single Esto no es Hawaii (que wai), de Loquillo y Trogloditas, puede alcanzar los 200 euros. Déjame, de Los Secretos, en versión EP, en torno a 100. ÿ

En España se vendieron 433.000 vinilos el año pasado, casi un 20 por ciento más que en 2005.

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