Piense en el nombre de una ‘celebrity’… y seguro que ha estado en Saint Barts. Francesa y caribeña a partes iguales, esta isla con playas de postal, ‘resorts’ de lujo y alta gastronomía es el nuevo centro de peregrinación de Hollywood, magnates y realeza europea. Por Ixone Díaz Landaluce
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Después del huracán que asolóla isla en 2017, Saint Barts se ha renovado a fondo para seguir siendo el refugio de los ricos y famosos y la fantasía caribeña del resto de los mortales. Se suele decir que Saint Barts es la versión caribeña de Saint-Tropez, con sus aguas cristalinas de color turquesa donde nadan tortugas y peces de colores, sus playas de catálogo de viajes y sus colinas verdes salpicadas de buganvillas.
Es un lugar donde se va a ver y ser visto, pero también a disfrutar de una apretada agenda cultural que incluye festivales de música o de cine y competiciones de regatas con algunos de los yates más impresionantes del mundo. Pero Saint Barts no siempre fue el glamuroso retiro caribeño de la jet set…
LA LLEGADA AL PARAÍSO
En 1593, Cristóbal Colón descubrió la isla durante su segundo viaje al nuevo mundo y decidió bautizarla con el nombre de su hermano pequeño. San Bartolomé. Aunque en el Caribe los indios la conocían como Ouanalao. En el siglo XVII, los franceses colonizaron sus 25 kilómetros cuadrados y empezaron a trabajar la tierra en pequeñas granjas donde cultivaban cacao. Y aunque en 1728 pasó a formar parte de Suecia, un siglo después volvió a manos francesas.
A mediados del siglo XX seguía siendo una isla de orografía endiablada salpicada de pequeños cultivos cuando David Rockefeller compró unos terrenos sobre una colina con vistas al mar y construyó su residencia. Lo siguieron los Rothschild. Y, como un imparable efecto dominó, todas las grandes fortunas a un lado y otro del Atlántico empezaron a frecuentar la isla (y sus agradables 25 grados de temperatura media) hasta convertirla en un refugio para las élites, al que era tan difícil llegar que resultaba una garantía absoluta de privacidad. Actualmente, Saint Barts apenas tiene 9000 residentes censados, pero recibe más de 200.000 visitantes al año, aunque apenas tiene dos localidades. Gustavia, la capital de estilo colonial bautizada en honor al rey Gustavo III de Suecia, y Corossol, un pequeño pueblo de pescadores que sigue conservando su esencia.
La oferta de Saint Barts no tiene ni trampa ni cartón: sol, playa, shopping y restaurantes sofisticados con vistas de postal donde almorzar, cenar o tomarse un mojito. El inventario de playas paradisiacas es amplio y variado: las hay recónditas (Gouverneur) y abarrotadas de clubs y chiringuitos (Saint Jean); hay calas a las que solo se puede llegar a pie o en velero (Colombier), pero también paraísos para surfistas (Toiny) y playas salvajes, desiertas y tapizadas de dunas (Saline).
‘RESORTS’ PARA TODOS LOS GUSTOS
La construcción más emblemática de la isla es el hotel Eden Rock. Inaugurado en 1950 por el excéntrico aviador (y primer alcalde de Saint Barts) Rémy de Haenen, algunos de sus primeros clientes fueron Greta Garbo o Howard Hughes. Actualmente el establecimiento es propiedad de los padres de James Matthews, marido de Pippa Middleton, cuñada, a su vez, de Guillermo de Inglaterra. En sus suites han dormido estrellas como Tom Hanks o Jennifer Lopez.
Saint Barts no es un destino para mochileros, pero todas las playas son de acceso público
Pero ¿se puede visitar Saint Barts sin ser un magnate multimillonario, una estrella de Hollywood o un rico heredero? Se puede intentar, pero no es fácil. En temporada alta (de diciembre a marzo), los precios de los alojamientos son desorbitados porque es en invierno, y especialmente en Navidad, cuando los ricos y famosos eligen la isla. Julio y agosto, en cambio, son los meses más asequibles, pero también los más vulnerables a las lluvias tropicales y los huracanes. Pero aunque Saint Barts nunca será un destino apto para mochileros, plataformas como Airbnb han conseguido democratizar la isla con un catálogo de más de 300 alojamientos. La ventaja es que todas las playas de la isla son de acceso público y no hay que ser cliente ni vip para tomarse una cerveza o un cóctel en los bares y restaurantes de los mejores hoteles.
PARA DORMIR…
Villa Marie
Situado en una colina y con vistas a la bahía de Flamands, este hotel es un remanso de paz. Su restaurante, Francois Plantation, es uno de los mejores de la isla y su estilo colonial tropical es su seña de identidad.
Le Barthélemy
Inaugurado en 2016, es el primer hotel que se construye en la isla en más de 20 años. En plena playa de Grand Cul de Sac, sus habitaciones, su spa y su restaurante son puro lujo.
Le Sereno
Asomado a una maravillosa cala, este pequeño hotel es obra de Christian Liaigre, interiorista y arquitecto de cabecera de Karl Lagerfeld, Marc Jacobs, Ralph Lauren o Rupert Murdoch.
Le Toiny
En la costa este de la isla, este hotel de 15 villas independientes y recién reformado es uno de los más sofisticados de Saint Barts. También es el más recóndito de todos.
PARA COMER O TOMARSE UNA COPA
Bonito
Con vistas a la bahía de Gustavia, este restaurante es famoso por sus ceviches y tiraditos. También es el lugar donde ver y ser visto. Y donde localizar alguna celebrity a la hora del almuerzo.
Orega
La cocina de fusión francesa y japonesa y la atmósfera, tranquila e íntima, han convertido las mesas de este local en las más codiciadas de Saint Barts. Hay que reservar.
Shellona
En la playa de Shell, este chiringuito con el suelo de arena ofrece una de las mejores postales de atardecer de toda la isla. Están especializados en cocina griega.
Tamarin
Un maravilloso árbol de tamarindo de 200 años da la bienvenida al precioso jardín de este restaurante, cuya cocina fusiona la tradición francesa con las raíces caribeñas. También son especialistas en cócteles.
Clic Gallery
La comida para llevar de este pequeño restaurante que apenas tiene mesas es famosa en toda la isla… y su café también.
Maya’s to go
En Gustavia, esta pequeña boutique vende libros de gran formato de Taschen o Rizzoli, pero también moda de playa, complementos, joyas y obras de algunos artistas locales.
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