¿A qué países de América Latina hay que seguir la pista?
Lo más sorprendente de Chile es constatar que puede llegar a sorprendernos a todos dentro de poco tiempo. Sin figurar entre los estados denominados ‘emergentes’, se va a colocar como el primer país de América Latina en desarrollo y conocimiento. Hay muchas razones que me llevan a hacer esta previsión tan atrevida.
En primer lugar, las condiciones físicas del país son inigualables, o casi. En Santiago de Chile, la vista se complace con la estampa bellísima de los Andes. ¡Que me digan de otros países o ciudades en donde la mezcolanza de nieve, zonas desérticas o contaminadas sea más cerrada! Con la simple vista estás viendo la belleza inigualable de los cerros nevados a solo pocos kilómetros y una contaminación atmosférica que no deja ver la otra mitad de la cordillera. Pero en la memoria queda grabado para siempre el recuerdo de la exótica ciudad de Valparaíso, cuyo futuro interrumpió nada menos que el canal de Panamá, cuando ella era la única que podía musitar los secretos de uno de los océanos, el Pacífico, al oído del Atlántico, más lejano y mucho menos frío.
Otra sorpresa que ofrece el país es su gente. es asombrosa, incluso más que el paisaje. Es el primer país que veo en el que la emergencia de lo que viene no tiene nada o muy poco que ver con el pensamiento de la gente. Normalmente, el crecimiento económico va por delante del caudal cognitivo; quiero decir que es muy extraño que la innovación mental se produzca en los países que todavía no son prósperos. En Chile que muy pocos observadores catalogan entre los países que acompañarán a los Estados Unidos dentro de muy poco, la creatividad, la inteligencia, la profundización en el conocimiento, la seriedad en el trabajo van por delante.
Pero es la tercera sorpresa de la que quisiera hablar. La ciudad de Valparaíso quedó relegada en el concierto mundial cuando alguien, allá arriba, puso en marcha el canal de Panamá para unir el mar Atlántico con el Pacífico. Desde entonces, dos países tan fecundos como Argentina y Chile no han tenido un nexo de unión entre ambos. no había manera de abrir las puertas de un país a otro salvo mediante recorridos estrambóticos que atravesaban a ratos la hermosa cordillera que los separaba. A nivel de ingeniería y obras no públicas, sino privadas, esto ha terminado.
Desde hace unos años, los dos países están trabajando en algo que parecía muy improbable y hasta descabellado hasta hace muy pocos días. un túnel ferroviario de 120 kilómetros que unirá la economía de no solo dos países, sino de dos hemisferios. Unir gracias a un túnel ferroviario bajo los Andes dos países como Argentina y Chile puede parecer ahora todavía visionario, pero no es, en modo alguno, imposible. La ingeniería no es, ni mucho menos, la parte más difícil dicen los líderes argentinos del proyecto, lo realmente difícil es la financiación .
El túnel será el nexo de unión entre un número creciente de infraestructuras sobre las que ya se está pensando y que van a terminar revolucionando el futuro. economías acostumbradas la una a la otra, Chile y Argentina van a aprender que el porvenir estará marcado por la apertura de ambos países al océano Pacífico. El pasado y el presente cultural de ambos llevan a creer que en eso radica justamente su potencial. Las economías de los dos países están cada vez más supeditadas al comercio asiático, y haber sabido anticipar una necesidad como esta es lo que define la capacidad para programar a largo plazo.
Son objetivos como este los que definen el futuro de un país. La discusión eterna entre sindicatos y organismos públicos para sentar las bases de la recolección de la basura puede convertirse en la preocupación fastidiosa de la mayoría; o bien abrir una pequeña ventana al futuro social. Eliminar los inconvenientes de la separación provocada por una cordillera como los Andes hace saltar la imaginación, rentabilizar el esfuerzo pasado y acercar el futuro.