Modistos fantasma
Modistos fantasma
Artículos de ocasión
Hay una larga tradición en la literatura de los escritores fantasma. Durante años, autores incapaces de juntar dos palabras recurrían a esforzados anónimos que les hacían el trabajo sucio. También escritores con nombre que quedaban sin inspiración recurrían a los servicios de estos esforzados. Se los llamaba también ‘negros’, pero la palabra, por razones obvias, ha quedado en desuso. Luego, cuando llegó la era de la presencia mediática exacerbada, surgieron los libros escritos por personas famosas que precisan en algunos casos de ayuda en la redacción. Hace unos años tuve un amigo que le escribía los libros a un divulgador pseudocientífico que caía simpatiquísimo en las entrevistas, pero no tenía ni tiempo ni cabeza para escribir sus manuales de autoayuda, así que mi amigo le autoayudaba. En las autobiografías suele ser común echar una mano al personaje. Ha habido casos en los que el redactor oculto de una novela o manual recurría a plagios de otras obras y era común que luego vendiera esa información a la prensa para lograr cobrar dos veces; una por prestarse a la tarea de encargo y otra por vender la exclusiva de los fragmentos plagiados a algún medio. En el cine es común que por razones diversas, incluidos los egos desmesurados, algunos guionistas no firmen sus trabajos o sus colaboraciones. Y siempre esa figura fantasmal tiene algo poético. Si está bien pagada, es hasta atractiva la tarea.
Pero últimamente sorprende la cantidad de personas famosas que diseñan moda. En un mismo día se dieron a conocer las fajas diseñadas por Kim Kardashian y la lencería inclusiva de la cantante Rihanna junto con la presentadora de tele con su propia línea de ropa infantil. Es algo habitualísimo. Personas famosas, especialmente mujeres bellas y admiradas por otras mujeres, se reconvierten en modistas y lanzan su propia línea. También los deportistas y figuras reconocidas con gran presencia mediática. Esto tiene que ver con la idea de gusto. Pensamos que una persona que tiene gusto propio será capaz de imponer ese gusto en los demás. Antes se hacía a través de marcas ya implantadas, pero como ahora hay que sacarle rendimiento a tu propia persona como si de una marca se tratara, es normal que prefiera vestir lo que él mismo patrocina. Cuando hablamos de imponer un gusto particular, no estamos hablando de buen gusto, sino de cualquier gusto, pues hay ejemplos que van en todas direcciones. También la vulgaridad, lo hortera y el cascajo pueden crear tendencia.
Pese a que mi madre fue profesora de corte y confección desde los trece años, conozco poco el mundo de la moda. El hecho de que nos llevara al colegio con ropa hecha por ella misma en lugar de enorgullecernos nos avergonzaba, porque entonces se imponía la dictadura de que todos los jóvenes tenían que vestirse igual o si no atenerse a las consecuencias por significarse. La admiración por algunos modistos cuando te acercas a su obra o la descubres en exposiciones y relatos no evita que ignores casi todo de ese negociado. Sin embargo, no hace falta ser demasiado avispado para entender que nos encontramos ante un fenómeno que tiene que ver mucho con el del escritor fantasma. Las marcas han descubierto un filón en estos padrinos de colección, pero una cosa es patrocinar un lanzamiento, prestar la imagen o el nombre, y otra es suponer que el diseño ha corrido de su cuenta. Supongo que serán más bien asesores, inspiradores o incluso relatores, como esa persona famosa que le cuenta su vida a alguien mientras otro la transcribe como puede. Pero ante tal explosión de modistos entre los famosos a uno le gustaría que los periodistas que tan generosamente cubren estas noticias de lanzamientos de líneas personalizadas trabajaran también para conocer las interioridades de cada colección, quién ha hecho el trabajo técnico y la adaptación creativa. Conoceríamos así el nombre de quienes trabajan en la sombra como los nuevos fantasmas de la moda mundial a imitación de aquellos ghost writers. Ser famoso te abre muchas puertas, pero no siempre quedas ungido por la destreza para dibujar patrones y bordar el corte y la confección, esos son oficios que hoy más que nunca requieren artesanía, preparación y cabeza