Los nuevos Romeos y Julietas

ARTÍCULOS DE OCASIÓN

No fue original, pero Shakespeare supo ver mejor que nadie la fascinación que nos causa el amor imposible. Y tejió su obra más popular, Romeo y Julieta, en torno a dos amantes separados por la enemistad familiar. El teatro español había alcanzado su cumbre con mimbres similares en La Celestina, pero en favor de Fernando de Rojas hay que decir que fue más allá, incluso, en el retrato ácido de la condición humana, la intriga, el abuso y la agonía, abriendo de par en par una tradición tan negra y poco popular de nuestra cultura que ojalá no se pierda jamás. Pero Shakespeare tocó la fibra sensible y, desde entonces, a todas las historias de amor que merezcan ser contadas hay que encontrarles un conflicto central que las torne imposibles. Como todo el mundo sabe, la felicidad y la satisfacción no son narrativamente ricas, puesto que el cuento nació para consolar y ofrecer una perspectiva del mundo que haga más sólidas a las personas. En los nuevos tiempos, pese a que se siguen concertando matrimonios en algunas regiones y siguen proliferando las uniones sentimentales por intereses económicos, han surgido nuevas formas de tragedia romántica que quizá sean interesantes para renovar la fuente inagotable de Romeos y Julietas.

Hace años que quise escribir una tragedia sobre el viejo y degradado personaje al que su familia imposibilita el último amor. Conocemos esas historias en algunas personas relevantes, la sospecha de que las parejas más jóvenes y vitales quieran aprovecharse de ancianos y ancianas invita a las familias a proceder a inhabilitarlos. Desde fuera, todo el mundo se coloca en contra del amor, no se concibe en esas edades, lo consideran feo y turbio. Pero estoy seguro de que dentro, en muchas ocasiones, hay el fuego de la pasión y quienes se interponen quiebran el último episodio de una vida plena. Incluso entre quienes se dejan arrastrar, engañar y arruinar hay una secreta satisfacción por haber hecho lo que querían. Pero la sociedad es dura e implacable y no va a permitir el engaño y la estafa. Quizá por eso no acabé de lograr encontrar el modde contar la historia y enfrentarme a las posiciones dominantes con un rescate que aquella delicia de Summers llamada Del rosa al amarillo.

Durante la pandemia han surgido las protestas de parejas con distinta nacionalidad que se han visto atrapadas en sus propios países sin poder visitarse. El amor a distancia ha creado una poética propia, donde la masturbación y la palabra han recuperado la preponderancia que tuvieron durante la Edad Media, generando la mejor poesía amorosa de la historia de la humanidad, que unía contención seminal y expresividad prolija. El Gobierno español está tardando en habilitar un corredor amoroso que permita que esas parejas, a veces en distintos continentes, puedan reencontrarse, pese a los confinamientos, las fronteras y las medidas preventivas. Resulta chocante que lo que sirve para un turista alemán o inglés no sirva para una enamorada chilena o un apasionado neozelandés. Incluso hemos tenido una variante no se sabe si romántica o vulgar que implicaba a nuestro veteranísimo rey presa de las pasiones y separado por un destino cruel y adusto de los placeres carnales. Ah, bien sabía Shakespeare que la infelicidad y la traición no conocen de clases ni carteras.

Pero quizá el nuevo Romeo y la nueva Julieta más evidentes tienen lugar hoy en día en los lugares de trabajo. Todos conocemos parejas formidables que se formaron a través del trato en la oficina y en el lugar de desempeño. Igual que actores y actrices tienen una tendencia natural a aparearse, también sucede entre abogados, profesores, periodistas, empleados de supermercado o aerolíneas y sanitarios. Sin embargo, las nuevas normas para evitar el acoso van implantando medidas duras contra los emparejamientos en la empresa. Se castigan con la expulsión y eso nos lleva a un drama contemporáneo bajo las siglas de Montescos y Capuletos S. A. Dos personas que han encontrado un puesto sustancioso en su empresa deben afrontar si el amor es tan fuerte como para dimitir. Son Romeos y Julietas corporativos, una tragedia laboral y sentimental que está pidiendo a gritos un Shakespeare de hoy. Aunque el amor contemporáneo, déjenme decirlo, ha cambiado de sustancia, pero de eso hablaremos otro día.

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