¿Cuántos agujeros tiene un colador?
¿Cuántos agujeros tiene un colador?
ARTÍCULOS DE OCASIÓN
Según el criterio amplio sobre el concepto de lo que es en verdad un exiliado, quizá tendríamos que tratar así el empadronamiento en Andorra de los youtubers más famosos del país. El exilio por causas fiscales serviría para acabar de dar forma a esa idea de que el Estado es un perverso agente de persecución. Sin embargo, cuesta trabajo pintar de víctima a quien pretende salir beneficiado con su movimiento. Pero aun así se logra. En toda la discusión sobre la fuga de carteras a Andorra, después de muchas vueltas y retruécanos, pareciera que los millonarios son también en España unas curiosas víctimas del sistema recaudador. La verdad es bien distinta, me temo. Porque si alguien puede reclamar ese estatus serán aquellas personas que se han visto desplazadas de los mínimos de supervivencia y condenadas a una marginación intolerable, a unas condiciones de subsistencia infames. Que algunos ricos se presenten como víctimas no es algo nuevo. En Estados Unidos lograron cambiar la legislación progresiva de los impuestos gracias a un discurso persistente que identificaba la riqueza con la creación de empleo. Con el tiempo, al analizar la permisividad del sistema impositivo con las grandes fortunas, los expertos norteamericanos han dictaminado lo contrario. Las desigualdades crecen de manera evidente cuando no se grava más a quien más gana.
La búsqueda de las mejores condiciones fiscales no es ilegal. Permite que las empresas construyan una ingeniería que incluye a diversos países y filiales para pagar menos impuestos. Con las personas sucede algo parecido. Quienes tienen recursos para asesorarse y establecer una diversidad de cuentas bancarias y residencias fiscales obtienen sustanciales ahorros en impuestos, duplicando vidas y residencias. El problema básico de la polémica es, pues, otro bien distinto. Consiste en escuchar ese discurso insistente en que el Estado es malversador porque no te devuelve lo que pagas en impuestos. Hay algo equivocado en la raíz de esa forma de pensar. Uno no paga para que se lo devuelvan años después en su pensión o para que se le reintegre a cambio de tener asistencia médica gratuita cuando enferma o envejece. Uno paga para vivir en un equilibrio ecológico. El mayor bien intangible de España es su seguridad. España resulta atractiva porque la gente se siente segura incluso a altas horas de la madrugada en una calle solitaria. El índice de delitos es bajo y provoca la envidia de casi todos los países desarrollados. Cualquiera que haya frecuentado las grandes capitales del mundo sabe que, pese a sus carencias, las capitales españolas no obligan a enviar a los hijos con seguridad a las escuelas privadas ni empujan a los ricos a vivir en urbanizaciones con guardias armados ni la salida nocturna de los adolescentes se entiende como un drama insoportable para los padres que aguardan su regreso al alba. Eso se consigue a través del sistema de impuestos, que no por otra cosa.
A menudo la seguridad es un intangible que no valoramos en los estudios de renta de un país. Tampoco la convivencia armónica, pero esa convivencia es imposible lograrla con grandes márgenes de desigualdad. Es ahí donde España puede caer en el error si siguen creciendo y los jóvenes tienen esa visión equivocada de su Estado. Porque lo que ha dejado en evidencia la polémica es que demasiados muchachos en una edad en la que no deberían preocuparse tanto de sus ganancias y sí mucho más de poder aspirar a sus sueños profesionales y vitales están enfrascados en una visión insolidaria del mundo, agresiva y violenta. El individualismo también puede hipertrofiarse y convertirse en depredador cuando dejas de percibir los bienes colectivos como algo propio y te esfuerzas por que todas las garantías del sistema vayan en tu beneficio. No pagamos impuestos para recuperarlos cuando tengamos necesidad. Los pagamos para levantar un país de calidad. A los jóvenes españoles les bastaría mirar alrededor en sus colegios y darse cuenta del diferente destino y posibilidades de cada alumno en función de su estatus familiar. Si son capaces de apreciar el esfuerzo de la nación por dotar de una igualdad de oportunidades a sus componentes, comprenderán el beneficio esencial del sistema fiscal y recuperarán el vínculo colectivo en lugar de hacer más agujeros al colador.