Chicos que dan palizas
ARTÍCULOS DE OCASIÓN
En épocas convulsas es muy habitual que la juventud caiga en un cierto nihilismo. La falta de perspectivas claras provoca un envilecimiento de la convivencia. Hace meses, cuando vivíamos los episodios de confinamiento sanitario, ya advertimos esa característica en las sanferminadas juveniles, una especie de festejo improvisado donde a las vaquillas se las sustituía por las fuerzas de seguridad, pero la finalidad era trotar al máximo de adrenalina. Con el tiempo, algunos discursos políticos encontraron en estos festejos una forma de libertad que jalearon sin comprender los peligros que encerraban. Terminados los colegios, la disciplina estudiantil dio paso a momentos de anarquía y disparate que resultaban muy previsibles. A ello se suma que los últimos movimientos políticos de calado entre la población más joven, ya sea desde un flirteo antisistema hasta un entusiasmo regenerador, han ido a parar con una velocidad inusual al basurero de la historia. Esa falta de credibilidad de las nuevas opciones ha terminado por convocar algo muy común en el desconcierto y la desesperanza: ese nihilismo que ahora tanto nos mortifica.