Darle sentido al tiempo
ARTÍCULOS DE OCASIÓN
Cada vez me encuentro con más gente que ha abandonado alguno de sus hábitos de lectura, atraídos por la enorme producción de series. Las plataformas, que han hecho negocio con la extensión de las narraciones por capítulos, viven una época muy rentable. Los lectores han de activarse frente a cierta pasividad que provoca la adicción a la pantalla. Leer requiere esfuerzo, nos dicen, pero ser espectador también tendría que implicar un esfuerzo, aunque lo dejemos a la exigencia de cada uno. Para aquellos que se sienten atraídos por las narraciones torrenciales, cabe recomendarles un libro que se lee casi como se mira una serie. En Madrid, 1983, el periodista Arturo Lezcano enlaza una crónica inteligente de las tragedias que contuvo aquel año tan significante. El libro se devora con la apariencia de que uno devora, día a día, el calendario de aquel año, que luce como insignia de portada. Pronto estaremos a 40 años de distancia de aquel tiempo, pero los españoles sabemos bien que nuestro presente depende en gran medida del pasado. Somos un país que no quiere mirar atrás, pero que está forzado a hacerlo. Por todo ello, las explicaciones del presente están enlazadas con aquel entonces.
El año 1983 resulta elegido porque contuvo varias tragedias que salpicaron Madrid de muerte. Dos accidentes aéreos, el incendio de una discoteca de moda, pero sobre todo la tremenda estocada de la heroína. Lezcano ha sabido relacionar todo ello para convocarnos a un relato trepidante. Nos encontramos en el primer año de Gobierno socialista, aún lejos de la apatía y el tedio que provocaron sus 13 años en el poder. En Madrid, además, ocupaba la Alcaldía el irrepetible Tierno Galván. La devaluación de la peseta intentaba evitar la fuga constante de capitales, los ricos siempre tan patriotas. A esa batalla se sumó a un hito en lucha contra la corrupción financiera como fue la intervención de Rumasa, el conglomerado de empresas que había levantado Ruiz-Mateos con su ingeniería contable basada en el fraude y la trampa, amparado por sectores muy poderosos de la religión y el capital. El autor es capaz de introducirte en estos episodios con una lógica novelística. Al fin y al cabo, el trabajo de un escritor es dotar de lógica al tiempo, y este Madrid inventado por Lezcano suena lógico pese a su caos. De los asentamientos periféricos a las modas culturales, de las fuerzas de seguridad infiltradas por los ultras a los movimientos vecinales, pareciera que una fuerza secreta impulsara el cambio social que vivimos.
Aún había inocencia en el espíritu que guiaba la evolución de nuestro país. En mi opinión, sería cuatro años después, cuando, tras el referéndum de la OTAN y el ascenso de popularidad de personajes como Mario Conde y Jesús Gil, los españoles abandonaron toda esperanza de viajar hacia la libertad y la excelencia, para venderse al dinero y la frustración. Por eso en su día titulé una película Madrid, 1987 para hablar de esa decepción. Para entonces, como bien cuenta Arturo Lezcano en su libro, se habían quedado en la cuneta muchos protagonistas. Algunos con la jeringuilla en el brazo, otros fallecidos en la carretera, otros por incendios y accidentes debidos a la precariedad generalizada. Envuelto, además, en la muerte constante que fabricaban los grupos terroristas, las pandillas ultraderechistas y la guerra sucia policial. Pese al aroma de muerte, no recuerdo un tiempo en el que España estuviera más viva. El precio que se pagó fue alto, pero de aquel Madrid de 1983 no hay, por suerte, nostalgia. Ni tan siquiera de esa movida madrileña que nos empeñamos en encarnar en algunos grupos musicales, cuando en realidad se trataba de una existencia barrial sin ataduras, de un compartir la calle casi a tropel, sin intereses comerciales aún bien gestionados ni autoritarismos que pudieran ya ejercer su látigo. Un extraño paréntesis de anarquía que no se puede comparar con casi nada de lo vivido después. Hay demasiadas series sobre nuestro pasado que no pasan de ser meros simulacros cosméticos. Con este libro acumularán un bagaje histórico y social sobre la capital, ahora tan desprestigiada en España por sus liderazgos políticos. Para comprender dónde estamos, es conveniente preguntarse de dónde venimos.