Regresan los latinos
Artículos de ocasión
En un documental sobre uno de mis artistas favoritos, Dean Martin, alcancé a ver el anuncio de una de sus primeras actuaciones junto con Jerry Lewis y algo me llamó la atención. El galán y el cómico formaron una pareja de éxito durante años, primero en los clubs, luego en la televisión y más tarde en una serie de películas muy taquilleras. Hasta el día en que Jerry Lewis consideró que había llegado la hora de volar solo. Su ruptura fue una de las más tremendas en la historia del show business, pese a que ambos lograron mantener durante décadas su relevancia por separado. La historia de aquella primera actuación es muy significativa. Dean Martin acababa de operarse la nariz, rota tras una breve afición por el boxeo que luego cambiaría por el golf. Jerry Lewis, diez años más joven, tenía una rutina cómica en la que improvisaba muecas y gestos mientras sonaba alguna canción clásica. Se cayeron bien cuando compartieron cartel y decidieron probar juntos. Dean Martin solía actuar en dúo con Alan King, pero debutó con Lewis en el Club 500 de Atlantic City en julio de 1946, aunque no fueron bien recibidos. El propietario, Skinny D’Amato, amenazó con cancelarles el resto de las actuaciones, así que ellos se tiraron al vacío y montaron un caos grandioso entre el cantante seductor y el caricato obtuso.
Inmediatamente fueron reclamados en Nueva York, donde perfeccionaron su número consistente en que Jerry Lewis interrumpía tanto la canción de Dean Martin que este le acababa persiguiendo y lanzando sillas a la cabeza por todo el local. Lo que me llamó la atención del anuncio en la prensa fue el lugar elegido para la consagración definitiva de la pareja. Se trataba de un local de Nueva York regentado por un gallego del que me sorprende que no sepamos demasiado. Ángel López –que pese a ser de Lugo era considerado cubano por casi todos en Estados Unidos, tanto es así que lo solían llamar Angelo– programaba un local mítico, el Havanna-Madrid de la calle 51 con Broadway. Allí habían triunfado los grandes números cubanos, y todo artista que se preciara en el circuito latino suspiraba por actuar en él. Martin y Lewis lograron un éxito rotundo, las carcajadas del público interrumpieron su número en tantas ocasiones que la gente volvía a ver el espectáculo para enterarse de todo lo que se decían. De ahí en adelante, el dúo hizo historia, incluida la reconciliación final en uno de los telemaratones solidarios de Jerry Lewis al que Sinatra arrastró a Dean Martin para apadrinar el reencuentro después de años sin hablarse.
Ángel López moriría en julio de 1968 de un infarto a los 66 años sin dejar demasiada huella ni demasiadas noticias en su España natal. Había nacido en 1902 y emigró a Nueva York con apenas 17 años. Tardó en lograr el éxito con su local y, más tarde, con el conocido Chateau Madrid, lanzado a imitación del garito de La Habana, cuando la isla era el paraíso del entretenimiento musical y canalla. En su decadencia, fue denunciado por la compañía de publicidad a la que debía más de cuatro mil dólares. Antes se había hecho un nombre en el mundo del boxeo, donde amañaba peleas y representó a un campeón de los pesos wélter, también de origen cubano, Kid Gavilán. Dicho sea de paso, este Kid Gavilán era un personaje de novela, pues tras colgar los guantes se hizo testigo de Jehová y sería encarcelado en la Cuba de Castro por predicar ilegalmente.
El local de Angelo era parada de algunos artistas internacionales del flamenco, pero lanzar el dúo de Dean Martin y Jerry Lewis resulta su momento más significativo. Por entonces, la música latina y el flamenco hacían furor en los Estados Unidos y salpicaban con sus ritmos a los mejores compositores, una situación que solo ha vuelto a repetirse en nuestros días y por razones más extramusicales, pues es la estética del narco la que ha impuesto el regreso del ritmo latino a la escena mundial de la canción comercial. Para acabar de cerrar el círculo del regreso, a Javier Bardem acaban de nominarlo al Oscar por interpretar al marido cubano de Lucille Ball, Desi Arnaz, otro de esos latinos triunfantes, simpáticos y excesivos como quizá fue el olvidado Ángel López.