Lo presentíamos

ARTÍCULOS DE OCASIÓN

A raíz de una investigación de la Fiscalía Anticorrupción sobre la venta de mascarillas durante la pandemia del coronavirus me han venido a la memoria los días del confinamiento general. Allá por marzo, abril, mayo y junio de 2020, los amigos nos citábamos por videoconferencia, aunque viviéramos en la misma zona de la ciudad. Era la manera de no perder la cordura, pues en la conversación y la lectura encontrábamos el resguardo que el mundo no nos ofrecía. Una preocupación recurrente entre los más perspicaces de mis amigos giraba siempre en torno a lo mismo. Cómo se estarían forrando algunos desalmados haciendo negocio mientras los ciudadanos sufrían y padecían un miedo desconocido. En particular los que conocemos la ciudad de Madrid teníamos un desvelo frecuente, que era imaginar la cantidad de dinero que se estaría desviando a los amigos del poder aprovechando la situación. En las residencias de ancianos madrileños sucedió un crimen del que aún no sabemos más que detalles. Tan solo está judicializado un caso en una residencia de Premiá de Mar, pero Madrid se beneficia de la protección entre poderes. Cuando se trató de investigar en una comisión política, el panorama fue escalofriante. Se había puesto en marcha un negociado de salvamento al que le dieron el desafortunado nombre de Operación Bicho, dirigido por una persona sin experiencia ni decoro. Pero para entonces ya nadie quería escuchar.

Cuando los gobiernos locales se alargan en exceso sin que haya relevo entre partidos surge una estela de corrupción. Por eso, los amigos madrileños presentíamos lo que estaría pasando en ese mercado negro de mascarillas y test de contagio. Se sabía que gobernantes capaces de robar durante los actos de recibimiento al Papa o de estafar en el servicio de cooperación con países pobres no iban a dejar escapar la ocasión de desviar dinero a cercanos mientras tenía lugar una situación tan desesperada como la que se estaba viviendo. La picaresca española suele venir de arriba hacia abajo, del hidalgo que engaña al humilde. Muy pronto, pasada la peor de las olas de la epidemia, empezamos a conocer algunos apaños. De sobra es conocida la situación de comisionista del hermano de la presidenta de la Comunidad de Madrid. Como muy bien explicó Pablo Casado antes de ser fulminado por su propio partido, más allá de la legalidad no es decente que familiares de un alto cargo se hagan ricos con la alarma social. En especial si el desabastecimiento era debido precisamente a las políticas de precariedad con el mundo sanitario, verdadera punta del iceberg del gran drama, pues los médicos y enfermeras se encontraron sin material de protección ni medios adecuados para servir a la nación mientras la medicina de pago no sufría presión. Ya hay sentencias que corroboran el abandono en la protección de los sanitarios, pero a la gente en general también le da igual. Ven crecer el negocio de los seguros privados de salud y no se dan por aludidos.

Al surgir un nuevo caso de comisiones millonarias en ventas urgentes que el Ayuntamiento de Madrid derivó desde los servicios funerarios, ahí es nada, aquellos presentimientos se han hecho realidad. Se sabe que personas cercanas al poder local se metieron en el bolsillo más de cinco millones por ayudar a traer material defectuoso. Es curioso porque apenas se ha dado conocer la cantidad de gente, algunos empresarios y artistas, que compró a título personal material sanitario gracias a contactos internacionales y lo cedió a España sin el menor coste. También en la Costa de la Muerte gallega, aquellos que guardaban trajes de protección que usaron para retirar el chapapote del Prestige los cedieron a los hospitales con generosidad. Sin embargo, estaría bien empezar a quitar la máscara a todos aquellos saqueadores que, gracias a contactos muchas veces de pupitre y pijerío, han hecho fortunas mientras sus compatriotas morían por miles en jornadas terribles. Esos personajes, más allá del asco puntual que provocan, tendrían que enfrentarse a un proceso bien armado, sostenido con pruebas y que contara con la colaboración política. Pero me temo que no va a suceder y quedará como otro episodio negro de las traiciones que este país viene sufriendo por su aristocracia y poder desde hace siglos.

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