La lotería continúa


Artículos de ocasión


Me provocaba alegría que después de dos años la película que rodé en Melilla, A este lado del mundo, pudiera verse finalmente en Madrid. Era en la Cineteca a lo largo de solo un fin de semana, pero, tal y como están las cosas, el poder dar a conocer algo que has hecho fuera del sistema industrial de televisiones y circuitos cerrados ya es suficiente consuelo. Sin embargo, ese mismo viernes las noticias me hicieron ver que la realidad es terca. Durante el asalto masivo a la valla de Melilla se calculaba que habían muerto más de veinte emigrantes de procedencia sudanesa. Poco a poco fuimos conociendo las verdades escondidas tras la tragedia. Sí, tragedia porque, por más que nos empeñemos en desligar de lo humano a las personas emigrantes, siguen conteniendo historias personales, íntimas y vitales. La agresividad organizada de los asaltantes a la valla se justifica porque esperan escondidos durante meses, pasando hambre y frío, antes de emprender el intento de llegada a las ciudades españolas en África. Ese salto tiene que ser necesariamente masivo para dividir las posibilidades de entrada como una lotería cruel. Hay mucho de sorteo para lograr acceso a una vida mejor. De ahí que en Europa no entendamos por qué corren tantos riesgos, por qué se dejan la piel en la travesía, por qué aguantan condiciones extremas, vejaciones constantes, abusos y chantajes en cada estación del periplo. Lo aguantan todo porque se saben participantes de una rifa a vida o muerte, una rifa que se resuelve en los márgenes de la valla, de un lado y de otro. Acostumbrados a nuestras estúpida lotería de Navidad, nos cuesta entender que hay otras loterías en el mundo de honda desolación.

A este lado del mundo, los derechos tienen significado e instituciones de defensa. Al otro lado, todo eso carece de sentido. Los guardias marroquíes se emplearon a fondo para frenar el asalto porque después de dos años las condiciones de negociación con España han cambiado. Tras el asalto organizado de jóvenes marroquíes a través de la frontera de Ceuta, la crisis entre los dos países se ha resuelto de forma lenta, complicada y con enormes efectos colaterales. No hace falta ser muy perspicaz para entender que las negociaciones han implicado cesiones y cambios de política. Por eso, para desconocimiento de los jóvenes sudaneses que huyen en manada de su tierra, las condiciones habían cambiado. Mientras su país se sigue hundiendo en la corrupción y la guerra, al tiempo que Rusia comienza a mostrarse interesada en dominarlo militarmente, la juventud sin futuro anhela alcanzar Europa. En la línea, sin embargo, se encontraron la decidida resistencia de la gendarmería marroquí y la tragedia se desató entre el desorden, la agresividad sin sentido y el desprecio absoluto por los derechos humanos. Y, pese a todo, 133 jóvenes alcanzaron el lado español. Es decir, la lotería volvió a ofrecer un resultado por el cual muchos emigrantes volverán a introducir su vida en el bombo y a ponerla en juego, porque aún se reparten pocos, pero algunos, boletos premiados.

Entre toda esta desidia y desinformación no es fácil encontrar qué lugar nos toca jugar a nosotros. De eso quería hablar la película, mucho más que de la peripecia victimista o la acogida general insostenible, que parecen ser los únicos argumentos de un cine hecho para calmar conciencias, pero dejarlo todo igual. La única posibilidad estriba en actuar como persona, como individuo que no renuncia a sus valores y opta por salirse del juego estratégico de lotería y cerca de seguridad. Por más que nos queramos distanciar, las medidas de reforzamiento del perímetro y la elevación de los niveles de represión se hacen en nuestro nombre y con nuestro voto. El posado en la valla de ciertos líderes políticos delata un discurso que solo atiende a la ley del más fuerte, esa que se está expandiendo por toda Europa como única solución. Pero hay más camino por recorrer, consistente en una política de cupos, de formación en origen, de reparto de recursos y de desarrollo en lugares abandonados al orden de los corruptos. Al día siguiente del desastre fronterizo morían otros cincuenta emigrantes hacinados en un camión en San Antonio, Texas. Y al día siguiente veinte más al quemarse un cayuco en altamar. Y los que no sabemos, porque la lotería es permanente. 

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