Siempre ha vivido rodeada de preguntas. ¿Por qué le resultaba tan turbulenta e inquietante la relación de sus padres? ¿Qué la llevó a casarse con dos genios, Martin Scorsese y David Lynch? A los 57 años ha logrado que todo tenga respuesta. Por Tom Shone

En serio que está aquí para hablar conmigo? Su voz dotada de un fuerte acento italiano es inconfundible. Isabella Rossellini, de pie en la puerta, con la cabeza ladeada, finalmente sonríe, entra en la sala y me tiende la mano. ¡Ah!, Ya veo que sí , apunta. Viste falda negra de tubo y una blusa que deja la espalda al descubierto y lleva un largo collar de perlas. En su mano, un anillo de rubíes impresionante. Mi padre se lo regaló a mi madre para su boda. Isabella acaricia el anillo en gesto afectuoso. Cuando mi madre murió, los hijos nos quedamos con algunas cosas. Yo me quedé con esto. Por supuesto, la madre de Isabella es Ingrid Bergman y su padre, Roberto Rossellini, el coloso del cine neorrealista italiano con quien Bergman tuvo una aventura en 1950. Por entonces la actriz estaba casada con Petter Lindström, con quien tenía una hija Pia, pero, tras ver el filme de Rossellini Roma, ciudad abierta, escribió al director una carta que se ha convertido en parte de la leyenda del cine. Si necesita una actriz sueca que hable inglés muy bien y que en italiano tan solo sepa decir Ti amo, estoy dispuesta a ir a su país y trabajar en una película con usted . La sueca y el italiano rodaron seis filmes y tuvieron tres hijos antes de separarse, en 1956. El rostro de Rossellini se asemeja más que nunca al de su madre. La actriz la recuerda, sobre todo, por su gran encanto personal, como todo el mundo , y por su incapacidad para decir hasta la más nimia mentira piadosa. A los hijos a veces les aterraba la idea de que se pusiera al teléfono. Si sabíamos que mamá no quería hablar con la persona que llamaba, respondíamos que había salido de casa, que, por favor, dejaran un mensaje . Pero la madre no se mostraba igual de considerada en relación con sus hijos. Si el caso era a la inversa, se limitaba a decir de forma tajante. «Mi hija no quiere hablar contigo». De nuevo se echa a reír. Y, sin embargo, lo decía con tanta ingenuidad, con tanta inocencia Yo tenía la impresión de que mi madre era un poco mi hija. Siempre trataba de protegerla. Era una persona tímida en extremo. üIsabella apenas tenía tres años cuando sus padres se separaron y nunca le pareció extraño llegar a vivir en infinidad de apartamentos, primero en Roma y luego en París, al cuidado de diversas niñeras mientras su madre y su padre trataban de dilucidar qué hacer con los hijos del matrimonio. Al final acabaron viviendo en una especie de kibutz permanente. Me acuerdo de que a veces se daban tremendas discusiones por la cuestión de la custodia , recuerda Rossellini. Pero también recuerdo bien lo mucho que seguían queriéndose. Si era nuestro cumpleaños, se presentaban en casa y se pasaban la tarde charlando de sus cosas en un rincón. Entre ellos se daba una increíble amistad. Mi padre siempre hacía reír a mi madre Era un narrador nato y contaba unas historias con las que te tronchabas. Isabella entonces no sabía que la relación entre sus padres había desatado un escándalo. Incluso hoy asegura que sigue sin entender que en su momento se formara semejante alboroto. Las aventuras amorosas son la cosa más normal del mundo . En realidad, tengo la impresión de que Rossellini sigue tratando de comprender la naturaleza exacta de la relación personal que hubo entre sus padres. La actriz apunta en sus memorias. Yo sufría el complejo de Electra. Y es posible que siga padeciéndolo. Quería a mi padre de una forma exagerada Aunque, eso sí, nunca pensé en matar a mi madre. A ella también la quería mucho, pero en la niñez siempre fui una hijita de papá . Roberto Rossellini murió de un paro cardiaco poco después de presidir el Festival de Cannes de 1977, e Isabella asegura que ese fue el peor día de mi vida . Por entonces trabajaba en la televisión italiana como entrevistadora. Pocos meses después del fallecimiento de su padre le tocó entrevistar a Martin Scorsese. Se enamoraron, se casaron y Rossellini se trasladó a vivir a Estados Unidos. Un proceso vital muy similar al vivido por su madre, pero en dirección opuesta. Estos días, al releer la autobiografía de mi madre, me he encontrado con una frase significativa. «Creo que me enamoré de Roberto al ver sus películas». A veces es posible entender el alma de una persona a través de su obra. Me acuerdo de que vi Malas calles antes de conocer a Marty y pensé lo mismo, que me podría enamorar de un hombre así. Sin embargo, es posible que el momento en que sucedió también tuviera importancia. La muerte de su padre, su boda con Scorsese, su traslado a Estados Unidos Todo ocurrió de forma muy rápida. Ella tenía 27 años cuando se casaron, 10 menos que el cineasta. Todo fue muy espontáneo reconoce, cuando uno de tus padres se muere, de pronto sientes que te has convertido en adulta. Tuve a mi hija un año después de la muerte de mi madre. Quería recomponer una familia rápidamente, pero lograrlo es difícil; además, la familia te aporta seguridad, protección No obstante, si lo que Isabella andaba buscando era un rol paterno, el iracundo Scorsese no era la figura más indicada. No era raro que por las mañanas se levantara mascullando. ¡La puta que los parió! ¡Hijos de puta todos! , recuerda la actriz. Así era como se levantaba por las mañanas. Creo que usaba esa rabia interior como una especie de combustible que lo empujaba a salir de casa y plantarle cara al mundo. Me parece que no habría sabido qué hacer en la vida si no hubiera tenido esa capacidad para levantarse furioso con todo y con todos. Marty es un hombre muy bajito que sufre de asma constante y necesita llevar siempre consigo una mascarilla de oxígeno, y por eso creo que esa rabia le resultaba útil. Los amigos siempre le estaban diciendo que se calmara. Pero yo veía en ello una especie de motor interno que lo empujaba, como el motor de un coche. brrrrrrrr Scorsese, a esas alturas, también consumía cocaína y se encontraba sumido en un hundimiento personal que duraría hasta su renacimiento artístico con Toro salvaje Tocó fondo cuando una combinación de asma y drogas le provocó un colapso. tuvo que ser hospitalizado debido a que sangraba por todos los orificios de su cuerpo. Los médicos certificaron que no tenía plaquetas en la sangre, y Rossellini sintió miedo de no volverlo a ver con vida. ü Fue aterrador recuerda, Marty estaba muy enfermo. Llevaba tiempo pasando por un periodo muy difícil en su vida, y yo no lo entendía. No me enteraba de nada. Recuerdo que, algo después, la ex mujer de Marty, Julia, vino un día a almorzar y me preguntó si en nuestro barrio había algún centro de los AA (Alcohólicos Anónimos). Yo no sabía qué era eso de los AA y supuse que sería alguna línea del tren ¡Le dije que tuviera mucho cuidado al coger la línea AA no fuera a acabar en Harlem! La mujer entonces miró a Marty como preguntándole dónde había encontrado a semejante petarda. Rossellini suelta una risotada al recordar su ingenuidad de por entonces. Aproximadamente un año después del final de su matrimonio con Scorsese, coincidió con Bernardo Bertolucci en Cannes, donde iba a estrenarse una película del director norteamericano. Durante la cena, Bernardo me miró y dijo. «Es evidente que Scorsese se casó contigo porque quería casarse con tu padre». «¿En serio?», dudé yo. La idea me parecía de lo más extraño. Pero más tarde se lo pregunté a Marty, y su respuesta fue. «Pues claro». Aunque Isabella ha gozado de más oportunidades en la vida que la media de los seres humanos, también es cierto que nadie puede culparla de haber descuidado su profesión. Primero trabajó como entrevistadora de televisión y después como modelo, tras lo cual se convirtió en actriz. No di el paso de convertirme en actriz hasta pasados los 30 años porque quería evitar las comparaciones con mi madre dice. No tenía ni idea de manejarme con esa situación y al principio no me fue fácil. Cuando se estrenó Blue Velvet, la película fue muy criticada y tildada de pornográfica. La gente decía que había aceptado el papel para dejar claro que ya no era modelo y para escupir en el recuerdo de mi madre. Pero la verdad era que yo entendía bien el personaje Y me encantó trabajar con David. Lynch y ella se conocieron por mediación de Dino de Laurentiis una noche en un restaurante de Manhattan. David me dijo. «¿Sabes una cosa? Te pareces muchísimo a Ingrid Bergman», y todo el mundo se echó a reír. Al día siguiente me llegó el guion de Blue Velvet con una nota de David, en la que decía si no me importaría leérmelo y hacer una prueba para el papel. Me acuerdo de que llamé a Marty, porque Marty es de los que conocen a todo el mundo, y le pregunté si valdría la pena trabajar con David Lynch. «¡Ya lo creo! respondió, Lynch es un director muy bueno». Le expliqué que yo ya había visto El hombre elefante, y él entonces dijo. «No, no, la buena es Eraserhead Esa es la película suya que tienes que ver». Su papel como la atormentada cantante de club Dorothy Vallens sigue siendo su mejor interpretación. Isabella encontró inspiración en la situación vivida por una pariente suya que sobrevivió a un secuestro los secuestros estaban a la orden del día en la Italia de los 70 y en su propia experiencia con un novio violento cuando era más joven. Por alguna razón, hay personajes a los que comprendes de manera profunda y absoluta. No es algo que suceda con todos. üRossellini continúa sin tener idea de porqué Lynch estuvo riéndose a carcajadas durante la secuencia en la que Dorothy es sometida por Dennis Hopper a una violación. Sigo sin entenderlo, la verdad . Sin embargo, se convirtieron en amantes antes de acabar el rodaje. Nos entendimos a la perfección desde el primer momento afirma. David tenía dos apodos. uno era «el chico del coro» y el otro, que a mí me encantaba, era «el James Stewart marciano». Los dos reflejaban bien su forma de ser. dulce y feliz. Marty es complejo, agresivo, pero David es un tipo feliz. Los dos también eran, lo mismo que su padre, unos directores de cine de primera categoría, sendos genios de la creación amigos de echarle mano al cartel de no molestar , muy poco dados a las tareas de rutina, como sacar la basura a la calle o cambiar los pañales al niño. Me enamoré de sus mentes explica la actriz. Me siento atraída por una mente artística. Es algo que me seduce por completo. Marty y David han sido las dos relaciones más significativas de mi vida. Pero hoy es muy difícil tropezarte con un genio por las calles de Manhattan. De hecho, no he encontrado el tercer genio en mi vida. En este momento, Isabella suelta otra carcajada. La conexión entre sus propios matrimonios y el de sus padres el singular y hermoso relámpago que se va consumiendo hasta evolucionar en la rutina matrimonial parece más que evidente, como suele suceder en tantos casos. Rossellini recuerda en este sentido un filme de su padre que la impresionó en particular. El viaje a Italia, protagonizada por Ingrid Bergman y George Sanders. Ambos encarnan a una pareja británica que trata de revitalizar su matrimonio por medio de un recorrido por Italia. Sin embargo, el lastre del pasado termina por imponerse. En la película, mi madre se echa a llorar cuando son descubiertos dos cuerpos abrazados en las cenizas de Pompeya. Y entiendo por qué. Hasta ahora no entendía bien la tensión y la alienación que se daban en el matrimonio de mis padres. Pero hoy tengo 57 años, he pasado por mis propias relaciones personales y he experimentado esa misma angustia e incomodidad. Una puede querer a una persona y a la vez sentirse incómoda sin saber bien por qué. Es un aspecto de la película que no comprendí hasta después de haberlo vivido en mis carnes.

 

 

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