Fundador del Colegio Fontán, en Bogotá (Colombia), uno de los más innovadores del mundo. Autor del Sistema de Educación Relacional que lleva su nombre. Participó en el II Foro XLDesafío, ‘El alumno, la emoción por descubrir’, celebrado en Bilbao. Por Rocío Roldán
XLSemanal. En el Colegio Fontán de Bogotá no hay clases ni profesores ni deberes ni exámenes. Y no se enseña, se aprende con planes personalizados. ¿Cómo se forma así un niño?
Julio Fontán. Los niños no se agrupan por cursos, sino por niveles de autonomía. Los de mayor autonomía pueden elegir a sus educadores, planificar su jornada, no ir al colegio ciertos días… No hay un único formato, sino principios y objetivos.
XL. ¿Qué reto se plantea este modelo, con el que se formarán, por cierto, 60.000 estudiantes en América y Europa el próximo curso?
J.F. Un principio básico es que el niño es el autor de su vida. La meta es conseguir que, con su forma natural de aprendizaje, maneje su proceso educativo.
«El modelo educativo actual está hecho para un mundo que ya no existe»
XL. ¿Cuál es el papel de los educadores?
J.F. Los orientan, ven dónde tienen dificultades y cómo apoyarlos.
XL. ¿En qué falla la educación?
J.F. El modelo actual busca poner a los niños al servicio del sistema. Qué decisiones puede tomar un estudiante ahora sobre su educación? ¡Casi ninguna!
XL. ¿Por qué sucede eso?
J.F. El sistema nació en la Revolución Industrial para tener chicos obedientes, manipulables y productivos.
Julio Fontán participó en el II Foro XLDesafío, celebrado en Bilbao
XL. Los planteamientos deben cambiar.
J.F. Hoy decimos. «Lo importante son las matemáticas o las ciencias». Pero y los niños?, qué hacemos por ellos? La discusión no es si tenemos buenos o malos resultados en los informes, sino si ponemos a los niños al servicio del sistema o el sistema al servicio de los niños.
XL. Eso le preocupa.
J.F. Es que no puede ser que, cuando un estudiante entra al colegio, sus metas hasta los 14 años ya estén puestas, en un mundo en el que hará una carrera y tendrá una profesión que hoy no existe.
XL. ¿El sistema educativo tiene fecha de caducidad?
J.F. Cuando el conocimiento estaba en los monasterios y las bibliotecas era muy fácil de ordenar y aprender. Entonces, la erudición era muy importante. Ahora que el 90 por ciento de la información se ha generado en los últimos 10 años, de nada vale saber mucho. Lo que sirve es tener una autonomía intelectual altísima, porque todo cambia muy rápido. Por eso, el modelo educativo actual va a morir, porque está hecho para un mundo que ya no existe.
XL. ¿Están preparadas las familias para el cambio?
J.F. Ese cambio no se da con una varita mágica ni con un decreto. Nosotros empezamos con planes individualizados en 1995 y quitamos los exámenes en el 97. Este sistema se implantó por primera vez en un colegio público hace 10 años, y el próximo curso tendremos 41.000 nuevos estudiantes, el 95 por ciento en la escuela pública. Es un efecto de demostración; es un sistema más económico y más eficiente. Los paradigmas se cambian con la experiencia.
XL. ¿Cómo se logra el máximo potencial del niño?
J.F. Tenemos que ver al estudiante como persona. Hoy, al iniciar cada curso, se le dice lo que debe aprender. Alguien le pregunta: «¿tú quién eres?», «¿cuál es tu sueño?», «¿qué te gustaría lograr?», «¿cómo podemos ayudarte?». Es un proceso largo en el que los chicos van aprendiendo a manejar el tiempo, a tomar decisiones.
XL. ¿Cómo se estimula la curiosidad?
J.F. El primer paso es que el niño encuentre sentido a lo que hace. que busque por qué aprenderá, para qué, cómo, con qué herramientas; que se pregunte mucho y encuentre respuestas. Si no, no tendrá valor para él y no le pondrá energía. Hasta ahora, ese sentido estaba en el premio o castigo, en la nota; después, en el trabajo, está en el salario. ¿De qué nos quejamos si el sistema nos pone en ese punto?
PREGUNTA A BOCAJARRO
¿Y los deberes?
Los deberes son la prueba de que el sistema es tan ineficiente que los niños tienen que trabajar en sus casas. Ponerlos a todos a estudiar el mismo tema, al mismo ritmo, haciendo exámenes a la vez… es absurdo, sumamente ineficiente.