Hasta hace poco era ‘solo’ un rico heredero más, discreto hombre de negocios y marido de la hija favorita del excéntrico Donald Trump: ahora es el principal asesor del presidente de los Estados Unidos. Jared Kushner se parece mucho más a su suegro de lo que nadie creía… Por Ixone Díaz Landaluce
«Sé que es el dinero de la familia y tu riqueza personal. Lo sé y lo entiendo. Pero también
sé que puedes ganar y que necesitamos un empujón extra». Así convenció Jared Kushner a su suegro Donald Trump de hacer un esfuerzo final en la campaña, que resultó ser definitivo. Todo el mundo lo daba por muerto. La campaña languidecía y Hillary Clinton iba camino de convertirse, según juraban todas las encuestas, en la próxima presidenta de Estados Unidos.
Al ir de mitin en mitin con Trump y hablar con gente corriente con la que nunca había tratado, Kushner se dio cuenta del potencial de su suegro
En la Trump Tower, cuartel general de la campaña del líder republicano, los ánimos escaseaban y Donald Trump no quería seguir gastándose ni un céntimo más de su fortuna en perseguir lo que ya parecía imposible. Entonces, su yerno le pidió un último esfuerzo: diez millones de dólares de publicidad en varios estados claves. Como otras muchas veces, Trump lo escuchó, confió en su instinto y dio la orden. Pese a su inexperiencia política, dicen que no hay nadie en el que el presidente confíe más que en Kushner. En la madrugada del 8 de noviembre, él era el encargado de filtrar las llamadas de felicitación al nuevo presidente electo y, apenas unos días después, lo acompañaba por primera vez a la Casa Blanca. Mientras su suegro charlaba con Obama, Kushner -de 36 años- hacía fotos con su iPhone y empezaba a visualizar su futuro entre las históricas paredes del despacho oval, donde trabajará a partir de ahora como asesor sénior del presidente.
Un hombre clave
Hasta hace poco más de un año, Kushner era el arquetipo del hombre de negocios de éxito, bien casado y mejor relacionado, pero eclipsado por su suegro. Al principio, la campaña era un compromiso familiar más para él. Kushner echaba una mano cuando su suegro o su mujer se lo pedían. Pero a medida que viajaba por todo el país de mitin en mitin y hablaba con la gente corriente con la que él jamás se había relacionado, empezó a entender la verdadera dimensión del fenómeno que lideraba su suegro.
Jared e Ivanka se conocieron en 2005 y se casaron cuatro años después
Mientras Trump se postulaba como un candidato real entre las filas de un partido republicano todavía incrédulo, la influencia de Kushner crecía. Arquitecto de la campaña en las redes sociales y gurú del big data dada su experiencia como editor del New York Observer, comenzó a participar en la redacción de los discursos. Y cuando llegaba el momento de las conversaciones peliagudas, los asesores de Trump preferían que fuera un miembro de la familia el que llevara la voz cantante. A él se le atribuye, por ejemplo, la decisión (o, al menos, la sugerencia) de despedir a Corey Lewandowski, jefe de campaña hasta el pasado junio. También organizó la visita de Trump a México y disuadió a su suegro de nombrar vicepresidente a Chris Christie, el primer republicano respetable que le había prestado su apoyo, y hacer campaña por Mike Pence, que acabó logrando el puesto.
Tras la victoria de su suegro en noviembre, Kushner orquestó reuniones estratégicas, como la que Trump mantuvo en la Trump Tower con algunos de los poderes fácticos de Silicon Valley como Jeff Bezos (Amazon) o Sheryl Sandberg (Facebook). Por el camino, Kushner ha sufrido lo que el mismo ha llamado «una exfoliación»: la de aquellos amigos, socios, mentores y hasta fieles de su sinagoga de toda la vida que lo han advertido de los peligros de asociarse con la administración Trump o que, directamente, le han retirado la palabra. «Me he encontrado en unas cuantas trincheras en mi vida y siempre he encontrado la salida», le contó a Forbes para dejar claro que, pese a su aspecto aniñado, tiene la piel de acero.
Quizá por eso dicen que el magnate siempre vio en Kushner una versión joven de sí mismo: los dos vienen de fortunas inmobiliarias heredadas y los dos estuvieron a punto de perderlo todo: Trump se ha declarado cuatro veces en bancarrota y Kushner tuvo que salvar a la empresa familiar de la ruina después de desembolsar 1800 millones de dólares por un emblemático edificio neoyorquino poco antes que estallara la crisis, en 2008, y su valor se desplomara.
Una familia de novela
Kushner también comparte con él los mismos valores familiares. Desciende de un clan aguerrido con una historia que llegó a inspirar una novela: sus abuelos paternos escaparon al Holocausto, llegaron a América en 1949 y, ladrillo a ladrillo, construyeron un imperio inmobiliario y se convirtieron en una de las familias judías ortodoxas más prominentes de Nueva York. Cuando Jared era un adolescente, su padre, Charles Kushner, un simpatizante y benefactor del partido demócrata, solía recibir en casa a senadores, candidatos y miembros ilustres del partido, como Al Gore.
Charles Kushner fue condenado a dos años de cárcel por evasión fiscal, donaciones ilegales al Partido Demócrata, fraude documental y chantaje a un testigo
Jared era un alumno brillante que después de una generosa donación logró matricularse en Harvard, donde se graduó cum laude en 2003. Sin embargo, aquella fue una época oscura para él y su familia. En 2005, Charles Kushner fue condenado a dos años de cárcel por evasión fiscal. ¿El fiscal que lo encarceló? Chris Christie, el defenestrado. El caso fue pasto de la prensa, sobre todo cuando se supo que Kushner había intentado chantajear a su cuñado, que estaba colaborando con las autoridades, contratando una prostituta para que lo sedujera y poder grabar el encuentro. Cumplió 14 meses entre rejas. Su hijo mayor lo visitó en la cárcel cada semana.
El padre de Kushner estuvo en la cárcel por evasión fiscal. Para limpiar el apellido familiar compró ‘The New York Observer’
Los Kushner seguían siendo ricos, pero su prestigio se había evaporado con el escándalo. Quizá en un intento de limpiar su apellido, en 2006 Jared compró el New York Observer, un periódico semanal cultural y político, por diez millones de dólares, con el dinero que había ganado haciendo operaciones inmobiliarias. Además de convertirse en consejero delegado de la empresa inmobiliaria familiar, Kushner quería tener su propia voz en la era digital. La cabecera perdió el prestigio editorial de antaño, pero dejó de ser un negocio deficitario y permitió a Kushner codearse con grandes gurús mediáticos como Rupert Murdoch.
Mediador en Oriente Medio
Kushner ocupará ahora el puesto de consejero sénior del presidente y se espera que forme, junto con Reince Priebus, jefe del gabinete, y Steve Bannon, estratega jefe, el núcleo más próximo a Trump en la Casa Blanca. Su nombramiento no ha estado exento de polémica por entrar en conflicto con una ley antinepotismo de 1967, que Kushner ha conseguido esquivar renunciando a su puesto de consejero delegado de la empresa inmobiliaria familiar y a la dirección editorial de su revista. Los analistas políticos más optimistas confían en que con su perfil más liberal y progresista sea capaz de suavizar las medidas más controvertidas anunciadas por su suegro. Pero lo que más preocupa es la intención de Trump de convertir a Kushner, un absoluto novato en relaciones internacionales, en la persona encargada de gestionar la paz en Oriente Medio. «¿Sabes qué? Jared es tan buen muchacho que conseguirá un acuerdo con Israel que nadie ha logrado nunca. Es un talento natural, un talento natural… -dijo Trump sobre su yerno apenas días antes de tomar posesión de su cargo-. Tiene una habilidad innata para llegar a acuerdos. Le gusta a todo el mundo».
Influencia y escándalo
Ivanka, la judía ortodoxa
Jared e Ivanka se conocieron en 2005 a través de amigos comunes y se casaron cuatro años después. Pero su noviazgo no fue un camino de rosas. Los padres de él pusieron objeciones y llegaron a romper su relación hasta que Ivanka se convirtió al judaísmo ortodoxo, que su famila política practica hasta el punto de no encender la luz los sábados. Ocho años y tres niños después, su matrimonio parece blindado.
Camino del ala oeste
Como su suegro, Kushner resulta impredecible por su desdén hacia el partido republicano y su ‘travestismo’ ideológico. Dice que no se considera un político, sino un gestor. Pero para Trump, un familiar, y más si es el marido de tu hija favorita, está por delante de cualquier experto.
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