María Marte: «Toca ir por la tercera estrella Michelin»

Nací en Jarabacoa (República Dominicana) en 1976. Me separé de mis hijos y vine a España tras un sueño. Fregué cocinas, dormí en escaleras… y hoy soy chef en el Club Allard (Madrid) y tengo dos estrellas Michelin. Por Virginia Drake

XLSemanal. Acaba de publicar su biografía, Soñar, luchar, cocinar (Espasa). Cuenta que ha sufrido hambre, racismo…

María Marte. Sí, muchas cosas que pasan quienes cruzan el charco buscando mejoría. Como me ha ido bien, solo me acuerdo ya de lo bueno.

XL. La llaman ‘la Cenicienta Michelin’…

M.M. No soy ninguna Cenicienta ni ha habido aquí príncipes ni zapatos de cristal, solo una vida de superación muy dura. Estoy recogiendo los frutos de lo que sembré, sin rencores, con mucha humildad y mucha pasión por la cocina.

XL. «Llegué siendo una luchadora y me convertí en una soñadora». ¿Se puede soñar durmiendo en la escalera?

M.M. Sí. En la escalera nacen tus sueños, porque no quieres dormir siempre así.

XL. Pasó de ser «la negra» y «la Mery» a María Marte. Pronto le dirán «doña María»…

M.M. Me ha costado, pero a los 40 años he conseguido que me llamen por mi nombre; y tengo muchas ofertas sobre la mesa, pero he aprendido a decir que no.

XL. ¿Pondrá su propio negocio?

M.M. No, ahora toca ir a por la tercera estrella, y la vamos a conseguir. En este Club empezó todo y aquí seguiré.

XL. Heredó manías de su madre: no se le puede hablar mientras cocina, ni hace el dulce de coco si está enfada, no sale bien.

M.M. Las sigo practicando. Marco mi estilo y no dejo que nadie pise mi territorio. Y sí, el dulce de coco y piña se agria si estás de mal humor, y no tomo café de pie porque se chafan los planes: siempre sentada.

XL. Trabajó con Diego Guerrero, el chef que un día le dijo que usted era buena solo a su lado…

M.M. No me gustó que me dijera eso, es verdad. Con él ya no tengo relación, ni buena ni mala. A los que me rodean les digo lo contrario: todos somos creativos y yo soy parte del equipo.

XL. Con «el tito Martín» todo fue distinto.

M.M. Con Martín Berasategui me llevo fenomenal, sí; lo de «el tito Martín» se lo puso él mismo cuando me conoció. Coincidimos por teléfono en un programa de radio; después, me llamó al Club y me dijo: «¿Pero tú de dónde has salido?». Me invitó a su casa a conocerlo y trabamos una sincera amistad.

XL. ¿Hay machismo entre los superchefs?

M.M. Yo me siento como pez en el agua con todos y, cuando nos reunimos, me hacen parecer una reina: me tiran los tejos, me dicen piropos, me animan a seguir… Me quiere mucha gente.

XL. ¿Usa también la química en su cocina?

M.M. No, todo es natural. Ni nitrógeno uso, pero respeto a todo el mundo.


Desayuno: Grande y bueno

 

«Una buena taza de café con leche,
una buena naranja o una manzana,
y una buena tostada con un buen tomate
y un buen aceite de oliva».

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