El actor y director Gustavo Salmerón ha lanzado al estrellato a su madre con ‘Muchos hijos, un mono y un castillo’, ganadora del Goya a mejor película documental. Pero la carrera de Julita Salmerón, a los 82 años, no ha hecho más que empezar… Por Virginia Drake
Este torbellino de mujer brilla con luz propia desde que nació, hace 82 años, aunque la hayamos descubierto ahora. Julita es tal cual se muestra en el documental ‘Muchos hijos, un mono y un castillo’, dirigida por su hijo el actor Gustavo Salmerón.
Mientras rodaba escenas familiares, Gustavo se dio cuenta del enorme potencial de su madre y empezó a grabarla con la idea de hacer un documental. El resultado de 12 años de rodaje, dos años más de montaje y 400 horas de grabación ve ahora la luz, resumido en 88 hilarantes minutos que atrapan al espectador al instante.
Muchos hijos, un mono y un castillo (el título responde a los tres deseos de Julita cuando se casó) triunfa allá donde va. El documental ha logrado el Globo de Cristal del Karlovy Vary (República Checa) y tres premios en Estados Unidos (Festival de Los Hamptons, mención especial del jurado en el Festival de Cine de Main y el prestigioso Cinema Eye Honors de Nueva York). En España acaban de concederle el premio José María Forqué al mejor documental y está nominada en esta categoría a los premios Goya.
La presencia de su hijo Gustavo en esta entrevista es imprescindible para llegar a puerto: «Mamá, céntrate en la pregunta», le ruega a cada momento, mientras ella sonríe incrédula ante semejante pretensión; y lo hace con esa elegancia natural que nos recuerda que estamos ante una gran señora.
XLSemanal. Empecemos por el principio…
Julita Salmerón. Mis padres eran maestros los dos y solo tuve una hermana, tres años menor que yo, que era concertista de guitarra y tocaba el arpa y que murió con 40 años. Yo también estudié Magisterio.
XL. Se casó a los 24 años con Antonio, ingeniero industrial, y cumplió el primero de sus deseos: tener muchos hijos.
J.S. Tuve seis hijos y dos abortos. Por eso decidí montar un jardín de infancia, porque no me gustaba ninguno de los que veía. Así, me ahorraba un montón de dinero y los tenía conmigo hasta que empezasen a ir al colegio.
«Ahora quiero ser presidenta del Gobierno»
XL. Formó una familia atípica, que vivía en un chalé a las afueras de Madrid, en cuyo jardín pastaba un cordero.
J.S. Cuando Gustavo contaba en el colegio lo del cordero, nadie lo creía y se reían de él. Así que un día me presenté con el cordero en brazos y fui derecha a su clase. Todos se quedaron atónitos.
XL. Después de nacer Gustavo, cumplió su segundo deseo: tener un mono.
J.S. Se llamaba Óscar, lo compramos a través de un anuncio del Segunda Mano, pero lo tuvimos que dar porque era muy agresivo y nos mordía a todos.
Escena del documental sobre la familia Salmerón
XL. Cuando murieron sus padres, heredó una fortuna y decidió cumplir su tercer deseo. comprarse un castillo.
J.S. De pronto, me convertí en una mujer rica [ríe] y me enamoré de aquel castillo -a las afueras de Vich, Barcelona-. Era precioso.
XL. Unos años después se acumularon deudas y tuvo que venderlo.
J.S. Se lo quedó el banco. Fue por la crisis, teníamos varios negocios y algunos fueron descendiendo.
XL. Convertirse en actriz no fue su cuarto deseo. Todo empezó el día que sacrificaron a Lupita…
J.S. Nosotros teníamos en el castillo una cerdita que se llamaba Lupita, que llegó a pesar más de 200 kilos. El día que hicimos la matanza, Gustavo decidió empezar a grabarme. Pero aquella primera matanza fue tremenda. Al ver cómo le abrieron la tripa a Lupita me identifiqué con ella, pensé que la mía también era así: llena de grasa. Luego fuimos incapaces de comernos nada de Lupita, absolutamente nada. Aquella noche soñé que, vestida de princesa y rodeada de velas, me ahorcaban con una ristra de longanizas. Pero esa película se quedó en fase de montaje porque, cuando le dije a Gustavo que tenía guardada una vértebra de su bisabuela por algún lado de la casa, la matanza se quedó en un segundo plano y empezó a grabar la búsqueda de la vértebra.
XL. Así que puede haber una segunda película con Lupita.
J.S. Yo creo que no, porque en esta película hemos triunfado… No quiero más, quiero terminar bien. Ya me han ofrecido algo y he dicho que no.
XL. Usted pensó que Gustavo la grababa durante tantos años porque no tenía trabajo como actor.
J.S. Es que lo veía a todas horas detrás de mí con una cámara pequeña, muy poco profesional, y pensaba que no iba a llegar a ningún lado el pobrecito. Me preocupaba su estado mental.
XL. Y ahora… ¿qué piensa?
J.S. A mí la película no me gusta. Todo lo he hecho por el pobre Gustavo, que es muy buen chico.
«Me dan mucho miedo los Goya, porque lo ve toda España. No sé ni qué vestido ponerme»
XL. ¿Se da cuenta de que la princesa que perdió su castillo está a punto de convertirse en estrella de cine?
J.S. Cuando fuimos con la película a Toronto, publicaron: «Una madre española ha triunfado en Toronto». Me emocioné; es lo más bonito que me han dicho. Pero bueno… me dicen cosas preciosas porque no me conocen, no me creo nada, lo exageran todo.
XL. ¿Cómo lleva la fama?
J.S. Pues no siento nada por dentro: ni alegría ni pena ni vanidad ni nada.
Escena del documental ‘Muchos hijos, un mono y un castillo’
XL. Dicen que los premios Forqué son la antesala de los premios Goya.
J.S. ¡Malo, malo! Tengo mucho miedo a los premios Goya, porque los ve toda España y no sé ni qué vestido ponerme. El otro día, un periodista me dijo que si quería dar el golpe me vistiera de monja [ríe].
XL. Es que usted ha escenificado ya su muerte, vestida con un hábito de monja y rodeada de hijos, ¿es su particular forma de desdramatizarla?
J.S. Llevo preparando mucho tiempo mi muerte. Lo tengo todo listo. el traje de monja y la aguja larga para que me pinchen fuerte en el pompis y se aseguren de que estoy muerta. Quiero que me vistan de monja porque antes de casarme estuve a punto de entrar en un convento.
XL. Cuenta que sigue siendo falangista porque no ha dado de baja su carné y que ahora es superdemócrata.
J.S. Y masona, porque he dejado de ser religiosa y alguna creencia tengo que tener. Creo que me estoy volviendo atea, ya no rezo, solo hago oración y necesito pedir perdón cuando hago algo mal.
XL. Cuando aparecen en un armario las urnas con las cenizas de sus padres, se embadurna con ellas ojos y rodillas para ver si se le curan. ¿Cree en estas cosas?
J.S. No, pero es por si los restos de mi mamita hacen algo… ¡Es que tengo muy mal los ojos!
XL. ¿Le gusta la vida de ahora más que la que le tocó vivir?
J.S. Me gustan las mujeres de ahora, pero yo he vivido cosas muy especiales: una guerra, la posguerra, un tiempo en el que se aprovechaba todo… Todo esto me ha fortalecido. A pesar de haber tenido bastante dinero, mi marido y yo hemos tenido siempre espíritu de pobreza y de humildad.
«Mi hijo me perseguía con la cámara. Me preocupaba su estado mental»
XL. Pero las mujeres de su época tenían poca libertad, mucha dependencia…
J.S. Yo no; mi marido tenía su negocio (una fábrica de productos químicos) y yo, los míos. Nunca he sido la típica mujer que espera que su marido le dé dinero para comprarse un perfume.
XL. ¿Usted era la rica de la familia?
J.S. Yo tenía más dinero porque había heredado, pero he gobernado siempre mis asuntos. Me lo he pasado siempre bien porque he hecho lo que me ha apetecido, y eso es maravilloso.
XL. ¿Tiene alguna asignatura pendiente?
J.S. Pues me están apareciendo muchas. Ahora quisiera estudiar oratoria. Pero sabes lo que me gustaría muchísimo? Ser presidenta del Gobierno. Intentaría que todos los partidos se pusieran de acuerdo y que gobernasen todos, pero presidiendo yo. Es una locura de las mías que me empieza a entrar ahora. Pero tengo claro que el presidente tiene que ser muy comprensivo y tener una moral maravillosa.
Escena del documental, cuyo título recoge los tres deseos de Julita Salmerón y que fue cumpliendo… mono incluido llamado Óscar. «Aunque tuvimos que venderlo: nos mordía a todos»
XL. ¿Y usted la tiene?
J.S. Yo he sido una mujer honrada toda mi vida. Bueno, quizá alguna vez, cuando me preguntaban si quería la factura con IVA o sin IVA, y la factura era muy grande, decía que ‘sin’. Tenía tantos gastos con tantos hijos… Eso lo he hecho alguna vez, lo reconozco.
XL. Dice que ahora entiende los chistes verdes mejor que antes.
J.S. Es que antes no entendía nada. En mi casa jamás se han contado chistes verdes. Es más, hay palabras que no se pronuncian: nosotros decimos ‘pompis’, no lo otro; y ‘hacemos pis’ porque lo de ‘mear’ [lo dice bajito] es ordinario y no nos gusta; y nunca decimos ‘tetas’ [le cuesta pronunciarlo], siempre decimos ‘pecho’; y cuando ponía a hacer pis a un niño le bajaba el ‘braslip’, porque llamarlo ‘calzoncillo’ es feo, y le decía que sacara ‘la fuentecilla’. ¡Jajaja! ¡Mis hijos hicieron un ridículo enorme cuando fueron al colegio hablando así! Por cierto, tengo guardada una caja de calzoncillos largos, bordados con nombres, que compré en un rastrillo de segunda mano, porque eran preciosos y me encantaron.
«Tengo todo preparado para mi muerte. El traje de monja y la aguja para que me pinchen el pompis»
XL. ¿Compró calzoncillos usados?
J.S. Sí, estaban usados, pero yo los lavé muy bien con lejía y los guardé porque en casa nadie me los ha pedido todavía. Yo tengo guardado de todo.
XL. Menos el belén, que lo tiene puesto permanentemente.
J.S. Sí, desde hace cinco años, en el jardín, y lo riego y lo veo desde la ventana. Y tengo en el hall un esqueleto con el que hablo, se llama Pepito. Lo compró mi hermana y lo heredé yo.
XL. Ahora tiene 12 nietos…
J.S. ¡Como los hijos que quería tener! Me encanta estar con ellos.
XL. ¿Cuántos hijos viven en su casa?
J.S. Ahora solo vivimos mi marido y yo y mi hija Paloma con sus dos niñas. Pero como es una extensión grande, en los chalés de al lado viven los demás hijos: todos juntos en la misma parcela. Y eso es ideal. He tenido suerte en la vida porque he sido muy dura y exigente con ellos, tenía que haberlos tratado de otra manera, pero ya les he pedido perdón. No soy tan divertida como te parezco. Sin ir más lejos, ayer me enfadé con mi marido y le dije que ya no lo quería. Pero es mentira porque esta mañana ya lo quería otra vez. Nos enfadamos mucho por tonterías.
XL. ¿Cree que existe alguien en el mundo con más paciencia que Antonio?
J.S. ¡Anda! ¿Y la paciencia que he tenido yo con él? A él le encantan las cosas que yo hago; se lo pasa muy bien.
XL. ¿Diría que es un santo?
J.S. Somos santos los dos, a medias.
XL. ¿Antonio es el amor de su vida?
J.S. Sí; bueno, ya es menos amor porque ya no me quiere tanto.
«Ahora soy masona. Como he dejado de ser religiosa, ¡alguna creencia tengo que tener! Pero hago oración y pido perdón»
XL. En la película se queja de que él ya no la toca ni la acaricia.
J.S. Claro, se lo he dicho muchas veces. Yo pienso que no me toca porque estoy gorda. ¡Pero qué importa que esté gorda! La piel es la piel.
XL. Que a los 82 años siga queriendo hacer el amor es muy bueno, ¿no?
J.S. No es cuestión tanto de sexo como de piel. A los hombres no los han educado para la piel. La mujer, de una forma innata, está más educada para que la toquen. La piel es muy importante. No tiene nada que ver con el sexo, aunque siempre hay partes más interesantes, lógicamente [ríe].
XL. ¿Usted lo acaricia mucho a él?
J.S. Sí, yo lo toco más. Bueno, toco por donde le tengo que tocar [ríe]. Le toco los brazos, las manos, la cara… Lo que se ve por fuera. De lo demás ya no toco nada, porque no quiero que ocurra nada. no estoy preparada para eso [ríe].
XL. ¿Qué le molesta más: que le pregunten su edad o su peso?
J.S. Ninguna de las dos cosas. Mi edad la digo todos los días y el peso no me lo han preguntado nunca, pero si es necesario lo digo.
XL. ¡No es necesario! A estas alturas, ¿qué le pide a la vida?
J.S. Que no me muera con dolores ni en un hospital llena de cables, y que no se me muera ningún hijo. eso no podría soportarlo. No quiero ver la muerte en mi casa. Tampoco podría soportar la muerte de mi marido, yo me tengo que morir antes. Muchas veces me porto mal con él y luego pienso: «Pobrecito, mira que si se me muriera. Tengo que quererlo más y ser más buena con él». Pero, al día siguiente, vuelvo a caer y me vuelvo a portar mal.
XL. ¿Repetiría la vida que ha vivido?
J.S. ¡Completamente! Volvería a tener muchos hijos, un mono y un castillo, porque mi marido y mis hijos también han sido muy felices con mis locuras. Bueno, a lo mejor el mono no.
Estilismo: Elisa de Juan
Maquillaje y peluquería: Jose Luis Ruzafa (talents)
Julita lleva collar de Marta Salinas; anillos, de Aguayo; estola, de Silvina Marotti; y zapatos, de Jimmy Choo
También te puede interesar….
Isabel Coixet: «Las mujeres seguimos ganando menos y sin tocar poder»
Nathalie Poza: «Me he castigado mucho por la anorexia»