Lydia Bosch: «Cuando deseas mucho algo y apartas los miedos, lo consigues»

Nací en El Prat de Llobregat (1963), soy actriz y vivo desde los 19 años en Madrid. Empecé trabajando como azafata del ‘Un, dos, tres…’, en 1984, y ahora me podéis ver en la serie ‘La verdad’ (Telecinco). Por Virginia Drake

XLSemanal. La serie ha tardado dos años en estrenarse, ¿se acuerda del final?

Lydia Bosch. [Ríe]. De lo que me acuerdo mejor es del último día de rodaje, porque me rompí una pierna: «¡Jolín, qué mala pata!», pensé.

XL. Para los ingleses, eso da buena suerte.

L.B. Eso me decían todos, aunque yo hubiera preferido otro modo de desear que la serie vaya bien [ríe].

XL. La serie es una historia de mentiras y verdades. En la vida real, ¿cómo se defiende de la manipulación y del rumor?

L.B. Lo importante es que en el pequeño núcleo en el que vives prevalezca la verdad y, si hay que apagar la televisión, se apaga. Se oyen muchas mentiras que, a base de repetirlas, prevalecen como verdades para llenar las parrillas de los programas. Más vale no participar en esas cosas y callar. Yo ya solo veo series.

XL. Si hubiese sufrido acoso, ¿lo hubiera dicho en su momento?

L.B. Sí, pienso que hay que denunciarlo siempre; aunque entiendo que, cuando te ocurre muy joven, cueste hacerlo. Te pueden creer o no, pero cuando una mujer denuncia algo tan doloroso pienso que no hay mentira porque con ese tipo de cosas no se juega.

XL. Fue ‘la sonrisa de la televisión’ durante años. Un, dos, tres…, El juego de la oca, Los Serrano… Pero últimamente la vemos solo en dramones, ¿le ha cambiado el carácter?

L.B. No, sigo siendo optimista en esencia. Creo que todo l0 que nos sucede es siempre para bien. Pero es que, además, cuando voy al cine, me cuesta mucho reír y, si algo me emociona, lloro fácilmente.

XL. ¿Cuándo supo que quería ser actriz?

L.B. Nunca lo imaginé, pero, cuando veía el Un, dos, tres…, yo sabía que sería azafata de ese programa. Mis padres y mis abuelos -vivíamos todos juntos- pensaban que estaba loca. Por eso sé que, cuando deseas mucho algo y apartas los miedos, lo consigues.

XL. ¿Qué profesión tenían sus padres?

L.B. Mi padre era administrativo y mi madre, enfermera. Cuando entré en el Un, dos, tres… y me vine a Madrid, cayó como una bomba en casa. Esta profesión es complicada: unas veces estás muy arriba y otras, no. Tienes que disfrutar los buenos momentos.

XL. Y ahorrar, para los malos.

L.B. Eso lo hice y me ha ayudado mucho tener cabeza e invertir bien para los momentos en que el trabajo no brilla.

XL. Una curiosidad, ¿cómo mantiene esa lozanía casi insultante?

L.B. Con un esfuerzo que te mueres [ríe]. No salgo apenas de noche, sigo una dieta muy medida y estricta que me diseña mi nutricionista y hago ejercicio cada día, fines de semana incluidos.

Desayuno: ante todo, variado

 

«Cambio cada día. Hoy. una tortilla de dos yemas y cinco claras con atún y una infusión de manzanilla. Otras veces, avena con proteína de chocolate. Café, nunca».

 

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