A sus 33 años, este mito del baloncesto afronta un momento decisivo. Tras pasar por la NBA y gozar de un lustro de éxitos con el Real Madrid, firmará en breve el último gran contrato de su vida. Por Virginia Drake
Desde hace 6 años, Rudy Fernández es parte esencial del Real Madrid de baloncesto. De fuerte carácter sobre la pista, este mallorquín de 33 años no deja indiferente a nadie como especialista en ejecutar los triples más espectaculares y también por protagonizar los piques más sonados entre jugadores. Sin embargo, en casa muestra su lado más tranquilo, tierno y familiar junto con su mujer, la modelo y Miss España Helen Lindes, y su hijo, Alan, de un año. De todo ello hablamos en esta entrevista.
XLSemanal. Antes de nada: ¿renueva o no renueva por el Real Madrid?
Rudy Fernández. No es el momento para hablar de este tipo de cosas.
XL. Pero ya termina su contrato…
R.F. Son 6 años en el Real Madrid y tengo mi vida hecha aquí, pero en el deporte nunca se sabe.
XL. ¿Escucha otras voces?
R.F. Nunca hay que cerrar cierto tipo de puertas, pero voy teniendo una edad y una estabilidad que hacen que una de mis prioridades sea el bienestar de mi familia: eso es lo más importante.
«No creo que aguante tanto como Felipe Reyes. Es demasiado baloncesto en mi vida. Empecé a caminar en una cancha antes de cumplir un año…»
XL. ¿Su familia lo seguiría donde fuera?
R.F. Eso me dice Helen. De hecho, cuando empezamos juntos, ella se vino a vivir a Denver. También es cierto que su trabajo es bastante amoldable a posibles salidas.
XL. Al final, ni sí ni no: ¿huele a retirada?
R.F. No me lo planteo, pero Michael Jordan se retiró y después volvió. Se retiró porque estaba cansado del baloncesto y quería hacer otro deporte, el béisbol, y lo hizo.
XL. En esto, ¿Michael Jordan es un modelo al que seguir?
R.F. Como jugador, por supuesto; y si mañana me levanto sin ganas de jugar, lo dejaré. Pero adoro venir aquí, estar con mis compañeros; tengo la suerte de hacer amigos y de ir a la selección. Todo esto lo puede decir muy poca gente. Yo he trabajado muchísimo y he sacrificado también muchas cosas.
XL. ¿Qué ha sacrificado?
R.F. Tener una infancia corriente. A los 12 años me fui a un apartamento con dos chicos más. Mis padres vivían en Mallorca y yo me fui a Barcelona. Parte de mi familia vivía allí -mis abuelos y mis tíos-, pero dejé a mis amigos de la infancia y empecé una nueva vida. Eso marca muchísimo. Estás muy excitado por vivir una experiencia nueva, jugar en otra liga, conocer personas…, pero fue muy duro no tener a mi familia al lado, sobre todo a mis padres.
Con 18 años, en 2003, año de su irrupción en la Liga ACB, con el Joventut.
XL. Esa decisión la toman casi todos los deportistas.
R.F. ¿Tan pronto? ¿A los 12 años? Es muy duro. A los 12 tus padres todavía te están educando.
XL. Con lo que cuenta, ¿aún le encantaría que su hijo se dedicara al baloncesto?
R.F. Bueno, me da igual: también me encantaría que jugara al tenis. Que fuera deportista sí.
XL. ¿Con lo duro que lo pinta?
R.F. Sí, porque te enseña a ser independiente. A los 13 años yo me tenía que hacer un huevo frito y un arroz a la cubana. Llamaba a mi madre por Skype para saber cuánto tiempo tenían que hervir las cosas [sonríe].
XL. ¿Le sigue pesando la soledad?
R.F. Sí, porque la tuve muy pronto; siempre he echado de menos a mis amigos y a mi familia.
XL. En su tercera temporada en Portland, de la NBA, le entró morriña y quería regresar a España. Hasta su agente imploró que lo dejaran libre por ‘razones de humanidad’.
R.F. Gente del Ayuntamiento de Portland habló con el propietario del club, es verdad. Hubo incluso política de por medio con ese asunto.
XL. ¿Tan mal lo pasó?
R.F. No, no. Fue una mala gestión por parte de las personas a mi alrededor para salir del equipo y se hizo un bombo muy grande: estuve mal asesorado y eso me perjudicó. Es cierto que yo no estaba a gusto con el entrenador, pero la NBA tiene unas normas que hay que cumplir y al final acabé la temporada.
XL. Suele decir que echa de menos Mallorca.
R.F. Un isleño siempre echa de menos el mar y el clima mediterráneo; por eso, cuando se acerca el verano, pienso en la desconexión y en estar en la isla con mis amigos y mi gente.
Conoció a su esposa, Helen Lindes, Miss España 2000, hace 7 años. En diciembre de 2016 nació su hijo, Alan
XL. Se ha casado con otra isleña, aunque canaria, ¿le pasa a ella lo mismo?
R.F. Sí, porque Helen tiene en Lanzarote a su madre. Su hermano y mi familia viven en Barcelona, así que en cuanto podemos nos vamos moviendo entre Lanzarote, Barcelona y Mallorca.
XL. Una curiosidad, ¿es verdad que hace colección de redes de canasta? Al terminar los partidos importantes, ¿las corta antes de que lo hagan otros?
R.F. Sí, otros piden balones… Fui de los primeros que tuvieron la idea de llevársela cada vez que ganaban un título y me respetan esa manía.
XL. ¿Cómo está su espalda?
R.F. Muy bien, he pasado tres operaciones, pero este año he descansado de la selección y eso me ha ayudado. Lo he notado muchísimo.
XL. ¿Tiene prótesis en la columna?
R.F. No, tenía una hernia y me la quitaron. Estoy bien, pero si me tuviera que operar por cuarta vez tendrían que poner clavos y dejar de jugar.
XL. Ha reconocido que el pasado año fue para usted uno de los peores.
R.F. Fue duro y difícil, sí; la pelota no entraba todo lo que me hubiera gustado. Son épocas. Este año va todo mejor, he vuelto a tener una buena media de triples y me encuentro bien.
XL. El año pasado estaba recién casado; nació su hijo, Alan…
R.F. Precisamente, tenía un hijo que dormía poquito y me cambió la vida. Pero no creo que me repercutiera tanto como la cuestión mental: estaba cansado y pesado en los entrenamientos, y el entrenador confiaba menos en mí porque no estaba al cien por cien. Por eso descansé en verano, lo necesitaba mentalmente. Este año estoy mejor que nunca, muy contento, porque la espalda me está respondiendo muy bien.
XL. ¿Ha cambiado su forma de jugar?
R.F. Me he ido adaptando a cada situación. Ahora miro más el momento idóneo para dar el salto que antes daba sí o sí y sin pensarlo. Acabo de cumplir 33 años, juego desde los 16 como profesional y el cuerpo lo nota.
XL. ¿Qué edad tiene el jugador más veterano de su equipo?
R.F. Felipe Reyes tiene 38 años y yo pondría la mano en el fuego a que cumple los 40 en el club [se ríe]. Yo no creo que aguante tanto porque ya es demasiado baloncesto en mi vida. Empecé a caminar en una pista de baloncesto antes de cumplir un año…
XL. ¿Es verdad lo que dice su padre de que sus primeros pasos los dio en una cancha siguiendo una pelota?
R.F. Totalmente: mi hermana Marta (también jugadora profesional) me tiró una pelota, me puse de pie y me fui detrás de ella; tenía 10 meses. Desde pequeñito he estado muy vinculado a este deporte y lo adoro, pero ahora que soy padre cada vez que tengo que viajar me cuesta más marcharme.
XL. ¿Su hijo lo ha hecho más casero?
R.F. Ahora, lo más importante es llegar a casa y estar con mi familia.
XL. Está bien que los hombres también peleen por la conciliación familiar.
R.F. ¡Por supuesto! Además, no me llevo trabajo ni hablo de baloncesto ni veo partidos… Dedicarme en casa a mi mujer y mi hijo es prioritario.
XL. ¿Lo consigue?
R.F. Sí, me he desconectado bastante del tema redes y ahora intento ver series con mi mujer, jugar con mi hijo…
«Helen y yo hablamos de no sacar mucho a nuestro hijo en redes, pero al final compartes ciertas escenas familiares para enseñar la parte positiva de tener un hijo»
XL. ¿También el día antes de un partido importante?
R.F. En ese caso, después de dejar al niño dormido, veo algún partido del otro equipo. Pero, si te digo la verdad, veo más fútbol que baloncesto.
XL. Usted desconectará de las redes, pero ahí lo vemos mil veces con su hijo. No hay que olvidar que, además, está casado con una bloguera…
R.F. ¡Ese es el tema! Helen y yo hablamos de no sacar mucho a Alan, pero al final compartes ciertas escenas familiares porque pensamos que en la sociedad falta ese tipo de amor y nos gusta compartirlo y enseñar la parte positiva de tener un hijo, que la gente no piense que no somos muy familiares. Además, tenemos un hijo muy guapo y muy divertido [se ríe], que está a punto de convertirse en un bicho, de subirse al sofá y empezar a correr. Poco a poco vamos a ir quitando su cara de Instagram, porque cuando sea adolescente a lo mejor no le gusta haber estado todo el rato en nuestras redes.
XL. Por cierto, su hijo nació el día de la lotería: 22 de diciembre. ¡Regalazo!
R.F. La noche del 21 al 22 fue dura… Alan nació de madrugada. Fue la mejor lotería que nos podía haber tocado.
XL. ¡Es enorme! ¿Ha salido al padre?
R.F. Sí, o más alto que yo: con 16 meses usa ropa de 3 años. La pediatra dice que se sale totalmente de la curva.
XL. Hace tiempo decía que soñaba con tener un hijo y que lo viera jugar, ¿asignatura aprobada?
R.F. Alan ya ha ido a varios campos: me vio jugar en la Copa del Rey, ha ido a Badalona, donde empecé, y ya se va enterando. Así que: ¡sueño cumplido! Aunque he de decirte que le gustan más las cheerleaders (‘animadoras’) que los jugadores, porque se entretiene más con ellas y le gusta la música. Pero bueno… hay veces que aplaude y que cuando ve algo de baloncesto dice «papá» [sonríe].
«A mi hijo le gustan más las cheerleaders (‘animadoras’) que los jugadores», bromea Rudy, aquí con Helen y Alan
XL. ¿Qué tal se lleva con la prensa rosa?
R.F. Los dos lo llevamos de la mejor manera posible y nos respetan. Creo que Helen y yo somos bastante educados, los tratamos muy bien y ellos se portan igual de bien con nosotros.
XL. ¿Está más expuesto a salir en los medios que otros jugadores que no se han casado con mujeres famosas?
R.F. Al principio me costaba porque salíamos y nos solíamos encontrar algún fotógrafo. Después, me acostumbré.
XL. ¿En más ocasiones es usted el marido de Helen Lindes que ella la mujer de Rudy Fernández?
R.F. Helen es una mujer muy conocida y a mí no me reconocen tanto como a ella. En los eventos de moda, ya me van conociendo por ser el marido de Helen y lo llevo bien. Yo soy el primero que digo que soy el hermano de mi hermana Marta. No tengo ningún problema.
XL. Junto con su hermana ha creado un campus de verano para niños…
R.F. Está en Pollensa y tiene cabida para 220 niños. Entre los que acuden hay algunos con discapacidad. Todos los años me reservo una semana de mis vacaciones para el campus y juego y entreno con los niños.
XL. Y ha creado la Fundación Rudy Fernández, ¿a qué se dedica?
R.F. Está en Mallorca y ayuda a entrenar a niños con minusvalías. Mi hermana Marta, ya retirada, le dedica más tiempo. Cuando me retire, también me implicaré más.
XL. Cuando habla, parece un hombre muy tranquilo; sin embargo, tiene fama de ser un jugador muy agresivo.
R.F. Gracias a esa forma de ser en la pista he conseguido todo lo que he conseguido, pero solo soy agresivo cuando juego. No salgo a jugar para hacer amigos. salgo a ganar. Es cierto que antes me excedía un poco, porque era muy fácil picar a otros jugadores; aunque algunos también conseguían picarme a mí. ¡Era mutuo! Tanta adrenalina cuesta controlarla.
«Me equivoqué cuando estuve en la NBA y escuché más a mis agentes que a mi familia. Aquella ha sido mi mayor equivocación»
XL. ¿Es verdad que ha recurrido a la hipnosis?
R.F. Sí; empecé a hacer ese tipo de terapia después de la última operación de espalda. Cualquier problema se refleja en la cabeza y la hipnosis te ayuda a estar mejor. A mí me va muy bien. También funciona a la hora de mejorar a ese Rudy tan intenso al que te referías. La hipnosis te ayuda a dominar y controlar todo muchísimo más.
XL. ¿En casa también tiene fuerte el carácter?
R.F. ¡Nooo!, todo lo contrario. En casa soy bastante ñoño y mi hijo me puede [se ríe]. Soy muy familiar y sentimental, me emociono con las películas de Disney y cada vez que veo El Rey León me da pena que muera el padre.
XL. ¿En qué cree que se ha equivocado?
R.F. En mi faceta deportiva quizá me equivoqué cuando estuve en la NBA y escuché más de lo debido a mis agentes y no a mi familia.
XL. ¿Qué le decía su familia?
R.F. Es algo personal. Mi familia me decía una cosa diferente a lo que me decían mis agentes y en ese momento tomé la decisión de seguir el consejo de la gente a la que no tenía que haber hecho caso. Yo creo que aquella fue mi mayor equivocación y me arrepiento de tomar esa decisión en su día.
XL. ¿Y cuál ha sido su mayor acierto?
R.F. Haberme dedicado a este deporte, porque es lo más importante para mí a nivel profesional. Y, a nivel personal, haber conocido a Helen y haber formado con ella una familia.
XL. ¡Vamos! ¡Que está enamoradísimo! No ha dejado de hablar de su mujer y su hijo…
R.F. Estoy muy feliz de tener la familia que tengo. Estoy muy orgulloso y espero que sigamos así muchísimos años para poder estar toda la vida juntos.
XL. ¿Le apetece tener más pelirrojos en casa?
R.F. Ahora mismo Helen y yo estamos muy bien como estamos, porque es mucho lío con nuestros respectivos trabajos. Pero, más adelante, ¿quién sabe?
Privadísimo
- Sus padres fueron jugadores de baloncesto. También su hermana.
- Lleva tatuado en la pierna unas líneas escritas por su abuelo cuando él atravesaba un mal momento.
- Siempre quiso ser como Penny Hardaway, exjugador de la NBA.
- Una de sus pesadillas es la dieta estricta que debe seguir y que se salta alguna que otra vez. Le encanta el dulce y la comida basura.
- Tiene un lado supersticioso y maniático. Solía llevar a cabo un ritual que repetía siempre antes de cada partido, como escuchar la misma música o comer lo mismo y dormir una hora de siesta, pero según el jugador la paternidad ha hecho cambiar esa parte de él.