Bruce Springsteen, confesiones en el camerino
Bruce Springsteen no piensa dar tregua. Es el único famoso que ha insultado a Trump sin que este le replique. Quizá porque muchos de sus fans son votantes del presidente. Habla de ello, de la angustia del ciudadano medio y de su vida entera en la intimidad de su camerino. Por Nick Rufford / Fotos: Getty Images y Cordon Press [Este artículo fue publicado el 13 enero 2019]
Es posible que el oponente más peligroso para Donald Trump no sea un político, sino un rockero de origen proletario llamado Bruce Springsteen. El cantante tiene millones de seguidores que, a su vez, son partidarios del presidente republicano, y tiene claro lo que mueve a los estadounidenses de clase obrera. Trump se alegrará al leer que Springsteen -un demócrata de toda la vida que en su día hizo campaña a favor de Barack Obama– cree que el presidente repetirá mandato. El artista reconoce que, a la hora de ganarse a los votantes de clase trabajadora, no hay demócrata que haga sombra a Trump.
«No veo a nadie capaz de hacerlo. En este momento no veo a un hombre o una mujer que pueda ganar a Trump -dice Springsteen-. Hace falta una persona que hable su mismo lenguaje. Y los demócratas no tienen un candidato indiscutible, resolutivo».
Sus consideraciones son una mala noticia para el partido del que Springsteen es seguidor, un partido cuyos resultados en las recientes elecciones al Congreso y Senado han sido decepcionantes. A pesar de haber invertido más dinero que nunca en la campaña, del respaldo de muchas estrellas de Hollywood y de las predicciones de una ‘oleada de color azul’ que iba a extenderse por todo el país, los demócratas consiguieron la mayoría en el Congreso, pero con unos resultados finales que estaban lejos de garantizar el retorno a la Casa Blanca.
«He llegado a la edad en que la vida deja de brindarte cosas; ahora te las arrebata»
Springsteen está de acuerdo en que los resultados no fueron los esperados. «La recuperación de la mayoría en el Congreso es importante, claro está, pero esperaba un rechazo mucho más amplio a las políticas de los dos últimos años -matiza meneando la cabeza-. Ahora mismo, el país está muy dividido. Hay un montón de gente que se cree las patrañas más demenciales. La situación que estamos viviendo en Estados Unidos resulta desagradable, difícil».
¿Es posible que el Partido Demócrata necesite un nuevo candidato? Alguien quizá parecido al propio Trump, cuyas raíces se encuentran en el Nueva Jersey mayoritariamente obrero. Un multimillonario famoso, ajeno a la clase política, alguien que hable el lenguaje de la calle y de los camioneros, capacitado para conectar con la gente normal y corriente…
En otras palabras, alguien como Springsteen. Al fin y al cabo, nuestro hombre tiene 69 años, los mismos que Trump tenía al anunciar su candidatura.
¿Está dispuesto Springsteen a lanzarse al ruedo, a presentarse como candidato en el último minuto? Se ríe. «No, nada de eso. Ni por asomo -es su respuesta-. Seguro que lo haría fatal. Además, pronto voy a volver a mi trabajo de siempre». Es decir, salir de gira internacional con la E Street Band. También va a lanzar un nuevo álbum, el primero en cinco años. Según agrega, los fans prefieren ver al Boss cantando en un escenario que haciendo campaña política.
«Nunca he tenido un trabajo de verdad»
Sentado en su camerino, lo veo algo avejentado desde la última vez que nos encontramos. Cuando habla de la política estadounidense, escoge las palabras con cuidado, pero termina por describir una América más desigual, más dividida que en cualquier otro momento que haya conocido.
Es lo que se llama desnudarse en el escenario. En 2018, durante 236 noches (lleno diario), Bruce representó Springsteen on Broadway en un teatro de Nueva York. Este concierto-monólogo en el que repasa su vida está disponible en Netflix
Springsteen se prepara para salir a escena del Walter Kerr Theatre (960 butacas) ante el público de su espectáculo en solitario, Springsteen on Broadway. Se trata de una maratón interpretativa de dos horas y media que lleva presentando cinco noches por semana desde octubre de 2017, con la sala siempre llena hasta la bandera. El espectáculo terminó poco antes de Navidad y Netflix emite ahora una versión televisada.
En escena, Springsteen se ríe de sí mismo. «Nunca en la vida he tenido un trabajo de verdad -admite-. Jamás he tenido un empleo manual. Nunca había trabajado cinco días por semana hasta ahora. Nunca he visto el interior de una fábrica y, sin embargo, no he hecho más que escribir sobre el asunto».
Los espectadores pertenecientes a la generación de la posguerra mundial responden con murmullos de asentimiento a su soliloquio sobre el lugar donde uno nace: puedes irte de tu pequeña ciudad natal, pero la pequeña ciudad sigue viva en tu interior. «Soy conocido como Mister Born to Run, como el hombre que salió por piernas a la que pudo… Las ciudades de mi Estado, Nueva Jersey, tienen fama de ser unas trampas mortales, unos lugares que te llevan a pensar en el suicidio, ¿verdad que sí? Y, sin embargo, hoy vivo a diez minutos de mi ciudad. Me decía ‘nacido para correr’, pero resulta que en realidad he nacido para volver. Es cojonudo si lo piensas».
Se produce un silencio reflexivo al mencionar la lucha cotidiana en Estados Unidos, tan presente en sus letras. «Mi padre se puso a trabajar a los 16 años como aprendiz en la fábrica de alfombras, luego se fue a la guerra; cuando volvió a casa, la fábrica cerró. Entró a trabajar en la de Ford, en Nuevo Brunswick; después trabajó en la planta de Nescafé en Freehold; y más tarde en la de plásticos que había en la ciudad. Fue camionero, conductor de autobús, taxista…».
«El hambre sigue siendo un problema en mi país»
La familia tenía problemas para llegar a fin de mes. Nunca salían a cenar, no tenían teléfono en casa. «Sin teléfono, no hay facturas del teléfono que pagar», decían. Nueva York estaba a una hora de distancia, pero bien hubiera podido encontrarse en la superficie de la luna, porque, recuerda, siempre andaban cortos de dinero para el trayecto.
Estos recuerdos de tiempos difíciles sustentan otra razón por la que sigue saliendo a los escenarios: recaudar fondos para causas encomiables. En el país hay muchas personas que han disfrutado de comidas calientes o han reparado la calefacción gracias a un benefactor anónimo. «El hambre sigue siendo un problema en mi país -argumenta-. Esta es una de las naciones más ricas del mundo, así que hay un problema estructural. Eso está claro».
«El problema de la sociedad son los cambios tan rápidos que están teniendo lugar y la sensación de que no le importas a nadie, de que nadie te hace caso»
La crisis de los opiáceos -como el fentanilo-, responsable de 48.000 muertes en Estados Unidos en 2017, «es un enorme problema nacional», añade. Ninguno de los dos grandes partidos ha abordado la pobreza generalizada que está en la raíz de ese enorme problema ni ha establecido proyectos de ayuda a la escala necesaria. «Si de verdad quisiéramos mejorar la situación de los barrios empobrecidos, donde hay vecinos que pasan hambre, habría que poner en marcha una especie de Plan Marshall a escala nacional. Hablo de un programa ambicioso, de largo alcance, pero los políticos no están por la labor».
Springsteen participa en los conciertos Stand up for heroes, que recaudan fondos para los heridos en Irak o Afganistán. «Me limito a tocar la guitarra y conseguir algo de dinero. No es para tanto. Aunque el dinero siempre hace mucha falta».
Por supuesto, además de luchar por quienes están en la base de la pirámide social, Springsteen también cuida de sí mismo. Los réditos devengados por las ventas de 135 millones de álbumes en el mundo entero, así como por los conciertos y el merchandising, le han permitido vivir en una granja con 380 hectáreas de terreno en Nueva Jersey, donde él y Patti Scialfa -su mujer- crían caballos. Y contar con una segunda casa en Los Ángeles y una tercera en Florida; y con una envidiable colección de motocicletas y automóviles clásicos. Se estima que la fortuna de Springsteen supera los 200 millones de dólares.
«Yo soy el presidente; él es el Jefe». Es lo que dijo Obama tras colgarle del cuello la Medalla Presidencial de la Libertad en 2016, uno de sus últimos actos como presidente. Bruce participó en la primera campaña de Obama
Tiene amigos tan poderosos como Barack Obama, que en 2016 le concedió la Medalla Presidencial a la Libertad, máxima distinción civil estadounidense. Springsteen sigue siendo buen amigo del matrimonio. Hace diez años, Bruce participó de forma activa en la campaña de Obama. Ahora que no hay un sucesor claro, Springsteen se muestra reticente a sumarse de igual manera a la próxima campaña presidencial. «No sé bien qué voy a hacer esta vez, pero empiezo a sospechar que, si te pasas media vida hablando y expresando tus opiniones en público, la gente acaba por no tomarte en serio», dice con cautela.
En los últimos tiempos ha cambiado de estrategia: hoy brinda su respaldo a diversos movimientos ciudadanos no dirigidos por los demócratas, sino por coaliciones de activistas. Entre ellos se cuentan los jóvenes en demanda de un mayor control sobre la venta de armas de fuego y una campaña en pro de los derechos de las mujeres.
No es difícil de entender que Springsteen se sienta desilusionado por los rumbos que ha tomado la política estadounidense. Los salarios a la baja, la importación de artículos cada vez más baratos que están socavando la producción nacional, los cambios acelerados por la revolución digital… todo conspira para que millones de personas se sientan desilusionadas.
«No sé si hay forma humana de recuperar los empleos perdidos»
«La gente vota a Trump por razones muy diversas -reflexiona Springsteen-. Cuando los cierres de las acerías en los años setenta y ochenta, muchísima gente se quedó en la calle y vio su existencia totalmente trastocada. Luego se produjo la explosión de la tecnología de la información. Estamos hablando de unos acontecimientos decisivos, de los que te cambian la vida. Y es muy posible que de pronto te sientas marginado en tu propio país, que tengas la sensación de que no le importas a nadie, de que nadie te hace caso. El resultado es una tremenda inseguridad e inestabilidad. Y siempre hay quien está dispuesto a explotar tus preconcepciones raciales, a echar gran parte de la culpa al ‘otro’ situado al sur de nuestras fronteras; siempre hay gente que está dispuesta a escuchar estas cosas. Creo que el problema de fondo tiene que ver con los cambios increíblemente rápidos que han tenido lugar en Estados Unidos, unos cambios que no han sido debidamente atendidos por los últimos presidentes, ni demócratas ni republicanos».
«No sé si apoyaré a algún candidato. Empiezo a sospechar que, si te pasas media vida expresando tus opiniones en público, la gente acaba por no tomarte en serio»
¿Es Bruce Springsteen partidario de establecer aranceles sobre las importaciones? «Como la mayoría de los estadounidenses, lo que me gustaría es conservar los puestos de trabajo que tenemos. No me parece que Donald Trump vaya a solucionar el problema. No veo que tenga unas respuestas claras. Al final ha hecho lo que hacen casi todos: recortar impuestos a los ricos. No creo que los aranceles vayan a resolver el problema de forma mágica. De hecho, no sé si hay forma humana de recuperar todos esos empleos, y diría que muchos americanos piensan como yo; por eso hay tanta angustia y tanto malestar».
Springsteen desprecia a Trump y no lo esconde; entre otras lindezas, lo ha tachado de «subnormal» y de «individuo con graves problemas personales». En consecuencia, muchos de los fans le han vuelto la espalda en los últimos tiempos. Bruce lo acepta con resignación y dice que es el precio que debe pagar por ser consecuente con sus ideas.
Una sorpresa: hasta la fecha, Trump no se ha metido con Springsteen, por muy dispuesto que se muestre a vilipendiar a otros famosos. Quizá porque Trump no quiere obligar a sus votantes a elegir entre el presidente y el Boss.
Bruce Springsteen: 'Los fantasmas viven entre nosotros'
Bruce Springsteen publicó su primer disco en solitario en 1973. Tenía 23 años. Ahora casi con 70 hace un repaso de su vida en una íntima entrevista en el camerino…
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