A este coleccionista de origen cubano lo llaman El Ojo por su habilidad para detectar obras de arte. Ahora vive en Toledo, donde esta semana abre el museo que lleva su nombre, con 350 obras de su colección. «He reconstruido mi vida», dice. En esta entrevista nos habla de sus pasiones, de su vida de lujo y de sus cuatro años en la cárcel. Por María de la Peña / Fotos: Daniel Méndez

Roberto Polo (La Habana, 1951) no duerme desde hace días -«ni con pastillas»- porque afronta la inauguración de su colección en Toledo con la misma exigencia con que la actriz Marlene Dietrich, a la que conoció de niño, barría el escenario antes de actuar. «Me dijo que era muy perfeccionista y que no soportaba ver el polvo cuando le enfocaban las luces», relata el coleccionista.

Ahora, Polo trabaja como un operario más en el que fuera convento de Santa Fe de Toledo para alojar, a partir del 27 de marzo, unas 350 obras de arte de las 7000 que atesora este ciudadano estadounidense de raíces gallegas. Aunque ha cedido durante 15 años prorrogables esta pequeña parte de su colección, la llegada de las piezas no ha estado exenta de polémica. Algunos expertos cuestionan la calidad del conjunto, mientras que otros apuntan a que quiere revalorizarlo a través de la cesión.

 «Es un evento histórico. Es el único museo que conozco en el mundo que ha creado un Gobierno con el nombre de un coleccionista. Mi nombre está en juego», dice.

Mucho más que un coleccionista, Roberto Polo fue bautizado en 2004 por el periódico francés Le Figaro con el apodo de El Ojo por su habilidad a la hora de identificar obras de arte. Él, sin embargo, prefiere definirse a sí mismo como un descubridor de tesoros. Presume de tener su nombre tallado en piedra tanto en el Museo del Louvre como en el Metropolitan Museum de Nueva York, además de «un currículum filantrópico de donaciones de 35 páginas». Un trabajo, el del arte, que cultivó en paralelo a un estilo de vida ostentoso que llevó junto con su bella exesposa Rosa Suro, sobrina del antiguo presidente de República Dominicana Antonio Guzmán, y que frenó de golpe al pasar cuatro años en la cárcel por malversación de fondos. Reconstruido como un ave fénix, Polo quiere hacer historia en Toledo.

XLSemanal. ¿Qué hace un cosmopolita como usted en Toledo? ¿Cómo ha sido su aterrizaje?

Roberto Polo. Vine en tren desde Bruselas porque he estado 20 años sin volar por claustrofobia. Pero he pasado mi vida en un avión. Volaba en Concorde de París a Nueva York para trabajar y, por la noche, volvía a mi oficina de Ginebra y después a Milán… Así, cada semana. Pero en Toledo no paro y paso gran parte de la semana en Madrid.

roberto polo arte 4

Polo ha cedido durante 15 años una pequeña parte de su colección a la ciudad de Toledo. Sus 350 obras ocuparán 12 salas del convento de Santa Fe, distribuidas en 8000 metros cuadrados, que aún conservan restos de su pasado medieval.

XL. ¿Dónde vive en Toledo?

R.P. La única contrapartida de la cesión de la colección ha sido la casa donde vivo, que me ha proporcionado la Junta de Castilla-La Mancha. Una casa burguesa que no me gusta y con techos bajos que no me permiten colgar mis cuadros.

XL. Menudo cambio. Al menos ha venido acompañado por su padre, su marido y su perro.

R.P. Hay algo muy lindo en sentirse anónimo. París fue mi casa durante 37 años, pero me cansé de que todo el mundo me conociese.

XL. Una vida dedicada al coleccionismo. Y con éxito: dicen que es multimillonario y que su colección está valorada en unos 350 millones de euros.

R.P. No es verdad. En arte sí, pero no en cuentas bancarias ni en propiedades inmobiliarias, que no tengo ni una sola.

«Las ferias son como centros comerciales. No soporto ese circo. No tienen nada que ver con el arte, solo con la plata»

XL. La cesión de su colección ha despertado disparidad de opiniones. Algunos están encantados y otros piensan que le ha metido un gol a la Junta de Castilla-La Mancha porque la colección no tiene suficiente calidad.

R.P. Me río cuando alguien dice que hice la cesión para revalorizar mi colección. Yo les contesto: «Pregúntese quién está revalorizando a quién». Podría sacar mucho más subastándola en lugar de dejarla bloqueada durante 15 años.

XL. ¿Se imaginaba hace unos años que usted y su colección iban a acabar en Toledo?

R.P. ¡Nunca! Tuve otras ofertas, como Málaga y algunas ciudades de los Estados Unidos, pero lo que me hizo decidirme por Toledo es que es como Venecia: tiene un pasado artístico e histórico increíble. Pero muy diferente. Venecia creó la Bienal de Arte Contemporáneo, invitando a la modernidad; en cambio, Toledo siempre la ha rechazado. Y lo nuevo solo puede ocurrir donde es rechazado. Es un evento histórico.

max ernest roberto polo

Una de las obras de su colección, Max Ernst, Sade-Sit, 1923

XL. La coleccionista venezolana Ella Fontanals-Cisneros lleva años intentando donar su colección al Estado español, sin éxito. ¿Qué cree que ha convencido a la Junta en el caso de su colección?

R.P. Es que Ella compra arte que está de moda. Yo compro arte que ha cambiado la historia.

XL. Su colección es un reflejo de sus gustos. Hay Delacroix, Degas, Kandisky o Max Ernst; pero el resto, en España, son perfectos desconocidos.

R.P. Yo tengo fama de ver lo que otros no ven. Además de The Eye (El ojo), me pusieron el apodo de Trendsetter (Creador de Tendencias). Siempre he comprado lo que otros han adquirido después. No me interesan nada las modas porque pasan rápido.

andy warhol y roberto polo con su madre

Roberto Polo con su madre, María Teresa Castro, y Andy Warhol en Nueva York en 1974

XL. ¿Es un comprador a contracorriente?

R.P. No, esta no es una colección de un nuevo rico que compra Jeff Koons o Damien Hirst. No me interesan. Me interesa lo que ha cambiado la historia del arte, no los productos del arte. Es una colección de un historiador, de un connaisseur y un identificador.

XL. Presume de haber hecho famosos a artistas desconocidos. ¿Cuáles?

R.P. Uno reciente, el gran fotógrafo estadounidense Robert Mapplethorpe. Del pasado, Édouard Lièvre, el gran diseñador francés del siglo XIX. Iba al mercado de las Pulgas, en París, y podía comprar un mueble suyo por mil dólares. Pero acabé perdiendo el interés y lo que me quedaba lo vendí a otros marchantes. Cada mueble llegó a valer tres o cuatro millones de euros…

XL. ¿Qué hacía con ese dinero?

R.P. Gastarlo otra vez en arte. No soy un acumulador de dinero.

XL. ¿Ha comprado y vendido mucho?

R.P. Mucho. Cada adquisición tiene que ser una lección; de lo contrario, no me interesa. Soy un eterno estudiante.

XL. ¿Dónde realiza esas adquisiciones?

R.P. Voy a los talleres de los artistas o a través de coleccionistas.

roberto polo y grace jones

Roberto Polo con Grace Jones

XL. ¿No va a las ferias? ¿Ha ido a Arco?

R.P. Las ferias son centros comerciales. No soporto ese circo. No tiene nada que ver con el arte; sino con la plata [dinero]. La mayor parte del público confunde precio y valor. Si buscas en Internet, el precio más elevado pagado por un Goya verás que son siete u ocho millones de euros, mientras que un Damien Hirst ya se ha vendido por cuarenta millones.

XL. Quizá es que el arte antiguo no está de moda.

R.P. Pero el Louvre y el Prado están repletos de gente. Lo importante ahora es la pintura histórica, no necesariamente los maestros antiguos; pueden ser las vanguardias históricas o los orígenes del modernismo.

XL. Salvo Miquel Navarro o Rafael Canogar y Juan Garaizabal, que han donado obras, no hay casi españoles en su colección, …

R.P. Tuve obra de artistas españoles. El Retrato de Lola, de la primera época azul de Picasso. Fui yo quien identificó que no era Lola, la hermana de Picasso, sino una prostituta a la que llamaban Lola, la Chata. Tuve mucho Miró, Juan Gris, Tàpies…

«Mi exmujer me ‘limpió’. Me montó un caso judicial para robarme y utilizó a nuestra hija Marina como arma de guerra»

XL. ¿Se aburre enseguida?

R.P. Me aburro fácilmente. No soy así con las personas, pero sí con mi proceso de aprendizaje. Es mi estímulo intelectual, el espíritu de búsqueda.

XL. Usted ha dicho que, por encima de todo, es un enamorado de los objetos. El reloj que lleva, por ejemplo, parece una joya.

R.P. Lo es. Pueden pensar que lo llevo por vanidad, pero no es así. Me enamoro de su inteligencia. Es un Cartier único de 1986. En su momento pagué ¡240.000 dólares! Además, llevarlo me cuesta más de dos mil al año por el mantenimiento. No es solo un pedazo de oro. Sigue mis biorritmos. Si estoy acelerado, se adelanta; y, si estoy de vacaciones, se atrasa.

XL. Supongo que ahora está acelerado…

R.P. Es el momento más importante de mi vida. Hoy en día, la gente se ha acostumbrado a ir a un museo a mirar las firmas, para saber cuánto dinero valen las obras. Han perdido de vista que cuando el MOMA de Nueva York abrió en 1929 ninguno de sus artistas, incluido Picasso, eran famosos.

 

kandinski roberto polo

Wassily Kandinsky, ‘Una calle de Murnau’, 1908

XL. ¿Muchos de los artistas de su colección serán futuros Picassos?

R.P. Artistas como Oskar Schlemmer o Laszlo Moholy-Nagy intelectualmente son mucho más serios que Picasso, quien, siendo franco, a veces es una tomadura de pelo. Picasso fue un gran artista, pero también un gran hombre de negocios.

XL. Usted también. Se hizo rico joven y, según las crónicas, no escatimaba en fiestas.

R.P. Nadie me ha regalado nada. Y siempre he tenido muchos problemas porque no respetaba las reglas sociales. No soporto a la burguesía.

XL. Sin embargo, se empachó de frecuentarla en Nueva York y París. Lo retrataban como un arribista social.

R.P. Vengo de una familia adinerada que lo perdió todo. En Toledo me he apuntado a un gimnasio de clase pobre, pero voy porque la gente va a entrenar, no a figurar. Cuesta 19 euros al mes. Prefiero frecuentar a un camionero o a una persona del servicio doméstico que a una falsa e hipócrita.

XL. Su vida ha dado muchas vueltas…

R.P. Más bien le he dado muchas vueltas a mi vida. Tengo dificultad para frenar. En mi último chequeo salió que mi testosterona estaba muy por encima de lo normal. Ese ha sido siempre mi problema: demasiada testosterona. Voy siempre hasta donde no se puede ir más lejos.

XL. Tan lejos que llegó a estar en prisión a finales de los años ochenta.

R.P. Mi vida ha sido muy dura y todos los días alguien me recuerda que estuve en la cárcel. Fueron cuatro años menos diez días. Primero, en Italia, en Lucca y Pisa; y, después, en Ginebra y Miami. Siempre en prisión preventiva y ni un día condenado. Me liberaron el último día del juicio.

«Intenté suicidarme en la cárcel bebiendo lejía. Eso me ha dado muchos problemas. Me quemé el estómago»

XL. ¿Qué secuelas le ha dejado?

R.P. Intenté suicidarme en la cárcel de Pisa bebiendo un botellón de lejía, y eso me ha dado muchos problemas de digestión porque quemé mi estómago y me operaron de úlceras muy graves. Vivo con antiácidos…

XL. Al salir de la cárcel, volvió a comprar arte y a asesorar a compradores y museos. Es un ave fénix.

R.P. Esa es la verdad. Después del caso judicial he invertido todas mis energías en reconstruir mi vida. No he perdido el tiempo con los que me metieron en la cárcel o me robaron.

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A los 21 años se casó con Rosa Suro, sobrina de un expresidente dominicano. Fueron una pareja admirada en los setenta y ochenta. Él le regaló un diamante de 41 quilates que le compró a María Félix por un millón de dólares

XL. Incluida su exmujer, ¿no?

R.P. Rosa me ‘limpió’. Un horror. Me montó un caso judicial para robarme y utilizó a nuestra hija Marina como arma de guerra. Lo que hizo terminar nuestro matrimonio fue que ella no quería tener más hijos y yo sí.

XL. Sin embargo, lleva 20 años con un hombre…

R.P. El sexo no tiene sexo. Yo me enamoro de una persona, no de un sexo. No soy el único. Alain Delon también. Mi marido, Michel, es una persona sólida, sensible y buena.

XL. ¿Vendrá su hija a la inauguración?

R.P. No tengo ni idea. La última vez que la vi fue en 2009. Es diseñadora de moda y vive en Nueva York. Su madre la envenenó contra mí. Un clásico.

 

le livre, roberto polo

Marthe Donas, ‘El libro de imágenes’. 1918

XL. La última gran subasta de su colección fue en Sotheby’s, en Londres, en 2016. Vendió 176 piezas por dos millones de libras. ¿Le cuesta desprenderse de obras?

R.P. A un verdadero coleccionista nunca le gusta desprenderse de una obra.

XL. Ha dicho que donará su colección a la Junta de Castilla-La Mancha si la cuidan bien.

R.P. Mi idea es donarla. Si la Junta hace un buen trabajo, es aquí donde terminaré mi vida. Es muy importante que no sea un museo manejado por funcionarios; tiene que ser gestionado por gente con vocación. Se necesita formación. Esa es mi misión.

XL. ¿Qué es lo que le da más satisfacción?

R.P. Descubrir una obra de arte. Pero eso despierta mucha envidia porque descubrir significa dinero.

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