Ambientada en la América de los asesinatos de la Familia Manson, ‘Érase una vez en Hollywood’ ha sido nominada a los Oscars como mejor película y Tarantino como mejor director. Ya lo ha anunciado. Una película más y se retira. Antes de estrenar el film tuvimos una entrevista en exclusiva con el director más influyente de los últimos 30 años, Quentin Tarantino. Por Ixone Díaz Landaluce/ Fotos: Getty Images y Cordon Press
Para la ocasión, el director explora una tragedia que traumatizó a EE.UU. en 1969: el asesinato de la actriz Sharon Tate, embarazada de ocho meses y medio, y de otras cuatro personas a manos de la Familia Manson, la secta de Charles Manson. Tarantino cuenta la historia de un actor de wésterns venido a menos (DiCaprio) y su doble de acción (Pitt) en una trama entrecruzada con la de Tate (Margot Robbie), su marido Roman Polanski y el propio Manson. La película se estrena coincidiendo con el 50 aniversario de aquellos brutales asesinatos de la Familia Manson, algo que le ha reportado muchísimas críticas. Pero, a sus 56 años, Tarantino está más que acostumbrado a la polémica.
No en vano, esta es también su primera cinta sin Harvey Weinstein. En 2017, cuando salto el escándalo alrededor del todopoderoso productor, Tarantino admitió conocer sus abusos sexuales a varias actrices, incluida su ex, Mira Sorvino. «Sabía lo suficiente como para haber hecho más de lo que hice –declaró–. Cualquier cosa que diga ahora sonará a excusa barata». Hoy, su asociación con Weinstein está liquidada (Quentin lo ha demandado por royalties impagados), pero sus 20 años de relación impregnan el ambiente. Antes de empezar, de hecho, me advierten, de forma subrepticia, que no le pregunte por ese asunto.
XLSemanal. Dice que esta es una de sus cintas más personales. ¿Cuál es su conexión con la historia del asesinato de Sharon Tate?
Quentin Tarantino. Esta película es para mí lo que Roma para Alfonso Cuarón. Desde el vestuario a los escenarios, soy yo mirando a la época en que era niño. Ese era mi mundo. Es mi carta de amor a Los Ángeles.
XL. Con 6 años, ¿fue consciente de los asesinatos de la Familia Manson?
Q.T. No supe nada sobre el asesinato de Sharon Tate hasta mucho después, pero sí que oí hablar de Manson, ya que aquel año hubo un tipo en Los Ángeles que mataba a gente con un martillo –la primera historia que escuché sobre un asesino en serie– y cuando lo atraparon todos hablaban de Manson. Yo no entendía nada, así que un día le pregunté por él a mi padrastro. Recuerdo perfectamente su respuesta: «No tienes que preocuparte por eso, Quentin».
«Cuando tenía seis años, hubo un tipo en Los Ángeles que mataba a gente con un martillo. Fue la primera historia que escuché sobre un asesino en serie»
XL. Suele decirse que aquellos crímenes marcaron un antes y un después en Hollywood. ¿Por qué?
Q.T. En los años treinta, cuarenta y cincuenta, Hollywood fue un lugar encerrado en sí mismo, y con la contracultura de los sesenta empezó a abrirse. De pronto, todos hacían autoestop. La propia Tate recogía autoestopistas. Algunas estrellas se los llevaban a casa y se acostaban con ellos. Existía una atmósfera relajada, de libertad total: «¡Roger Moore no está, pero su casita de invitados está abierta! ¿Por qué no nos quedamos unos días?». Y entonces sucedieron los asesinatos de la Familia Manson.
XL. Todo cambió de manera radical.
Q.T. Sí. Todos dejaron de hacer autoestop. Las vallas rodeaban las casas, la gente dormía con una pistola en la mesilla… Se terminó la fiesta.
XL. Parece que le produce cierta nostalgia aquella época.
Q.T. Me gusta la época que me ha tocado vivir, pero no me hubiese importado tener 19 años en 1969. Ser un hippy en los 70 hubiera sido guay.
XL. Y escogió a Pitt y DiCaprio para recrear esos años. No está mal…
Q.T. Es gratificante ser el director que los ha reunido en la pantalla. Soy el cineasta más afortunado del mundo. Que ambos sean perfectos para los papeles y que estuvieran disponibles fue increíble. Además, ya había trabajado con ellos, les gustan los guiones que escribo y les gusto yo. Soy un tipo con suerte.
«Tras los asesinatos de la Familia Manson se acabó la fiesta. La gente dejó de hacer autoestop y dormía con una pistola en la mesilla…»
XL. Interpretan a un actor venido a menos y a su doble de acción en el contexto de los asesinatos de la Familia Manson. ¿De dónde surgieron esos dos personajes?
Q.T. Hace unos años, rodando una película, una de las estrellas, ya mayor, apareció con su doble. Llevaban juntos 20 años y el actor quería que le diera un papelito. Le dije que sí. Recuerdo verlos juntos, charlando, y pensé: «Si un día hago una película sobre Hollywood, esta será la puerta de entrada».
XL. Después de trabajar años en un proyecto, ¿cómo vive el momento en que el público ve su criatura?
Q.T. No puedo esperar a que llegue. La reacción del público es la auténtica recompensa. En la sala de edición imagino sus risas ante una escena, pero nunca sabes si es efectiva hasta que escuchas a la sala.
XL. ¿Y no siente presión?
Q.T. En absoluto. No quiero parecer engreído, pero me gusta mi película. Verla con 200 personas es genial. Sería una mierda si toda esa gente la detestara, pero me seguiría gustando.
XL. El tratamiento de los personajes femeninos y la representación de las mujeres en el cine ¿es un factor presente en su proceso creativo?
Q.T. No dejo que las críticas por cuestiones de ese tipo afecten a mi obra. Mi trabajo, de hecho, es ignorarlas. Eso podrá traducirse en aclamación o en ridículo, pero es lo que hay. Además, este tiempo de ahora no durará para siempre. Y, con suerte, mi trabajo sí. Esta película se puede leer de una manera ahora y de otra diferente dentro de 20 años.
XL. Han pasado 25 desde que ‘Pulp fiction’ triunfó en Cannes. ¿Cómo ve a aquel joven, etiquetado como el nuevo ‘enfant terrible’ del cine?
Q.T. Estoy muy orgulloso de él. Fue una época muy excitante. Todavía me emocionan aquellas fotos con Uma, Bruce y John en la escalinata.
XL. ¿Ha cambiado desde entonces?
Q.T. En esencia soy el mismo, pero hoy soy adulto, estoy casado, es distinto… Entonces era un chaval.
XL. ¿Qué consejo le daría para navegar en las aguas de Hollywood?
Q.T. Le ha ido bastante bien [se ríe].
XL. Dice que es usted el director más importante de su generación…
Q.T. Bueno, eso espero.
XL. ¿Alguna vez le ha afectado esa presión? ¿Ha sido un obstáculo?
Q.T. Al contrario. Me gusta despertar grandes expectativas. Me excita y me hace feliz. De joven, yo las tenía respecto a mis cineastas favoritos. Si Brian de Palma estrenaba, contaba los días hasta el estreno.
XL. ¿Tenía algún tipo de ritual?
Q.T. Sí, iba a la primera sesión. Yo solo, no quería compañía. Después, me pasaba el día pensando en lo que había visto y volvía a la de medianoche con un amigo. Ese tipo de anticipación me encantaba. Por eso, me hace feliz ver tanta gente esperando mis películas.
«Todos los actores que trabajan conmigo deben saber que su trabajo es leer mis líneas. ¡No están aquí para improvisar!»
XL. Todo director arrastra una reputación entre los actores. ¿Cuál es la suya?
Q.T. Todo el que trabaja conmigo debe aprenderse mi diálogo [se ríe]. ¡No están aquí para improvisar!
XL. ¿Le molesta que alguien se salte el guion?
Q.T. No. Simplemente debe saber que su trabajo es leer mis líneas.
XL. Ha dicho que su intención es rodar una más y retirarse…
Q.T. Sí. Y no tengo idea de cuál será la próxima. Me gusta pensar que está aquí dentro [señala su cabeza] y que en algún momento se me revelará.
XL. ¿Cuándo sabe que una idea está lista para ser una película?
Q.T. Rara vez he tenido una gran revelación. Normalmente, me llega una idea, escribo algo para ver dónde me lleva y la pongo en la incubadora. Después, siempre me sorprende cuando, al fin, me dice: «Estoy lista».
XL. ¿Necesita pensar que su obra maestra está por llegar?
Q.T. Esa ha sido mi mentalidad hasta ahora. Si, metafóricamente, coges todas mis obras como si fueran una sola, creo que Érase una vez en… es el clímax. El resto han sido un in crescendo hasta hoy. Y la número diez será el epílogo.
XL. ¿Retirarse es su forma de proteger su legado?
Q.T. Es una de las razones. Mi legado es mi filmografía. Ahora veremos si aguanta el test del tiempo o no.
XL. ¿No le da miedo arrepentirse de una jubilación demasiado temprana?
Q.T. Si algún día me siento así, puedo volver. Pero cuando tenga 60 años no quiero estar subido a una furgoneta localizando o viendo una serie para descubrir a un actor joven del que yo no sé nada pero del que todo el mundo está hablando. Estaré alejado de todo eso. No tendré que estar al día de la cultura pop.
XL. ¿Y qué hará?
Q.T. Escribir. Al fin y al cabo, soy escritor. Me gusta la idea de trabajar 6 años en una novela y que cuando termine, pues he terminado. No me voy a ninguna parte, simplemente no estaré haciendo películas.
XL. ¿Cuál es la última película con la que disfrutó en el cine?
Q.T. [Se queda pensativo durante un buen rato]. La gran estafa americana, de David O. Russell. Me gustó muchísimo. De hecho, me sorprendió lo mucho que me gustó. Pero lo cierto es que últimamente apenas voy al cine.
XL. ¿Y eso por qué?
Q.T. Lo que más detesto y más me cabrea de cómo se hace cine ahora mismo es la proyección digital. Aunque se ruedan algunas películas en 35 milímetros, la mayoría se proyecta en digital. Para eso no me hace falta meterme en una sala llena de extraños, puedo esperar a que echen la película por el cable y verla en mi sofá.
«He visto más informativos en estos dos años que en toda mi vida. Es una especie de narcótico adictivo, pero trato de desengancharme»
XL. Creo que también es un yonqui de los programas de información política. ¿Qué es lo que más le indigna de lo que ve en las noticias últimamente?
Q.T. Todo. Estoy tratando de desengancharme. He visto más informativos en los dos últimos años de los que había visto en toda mi vida. Y conozco mejor a los analistas políticos de todos esos programas que a los críticos de cine. Ni siquiera me hace falta escucharlos porque ya sabes lo que van a decir. Funciona como una especie de narcótico adictivo, pero es una pérdida de tiempo absoluta.
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