Es el gran experto español en vacunas. Ha desarrollado ‘armas’ contra el VIH, el ébola, la malaria… Por eso, nada más saber del nuevo coronavirus, se puso manos a la obra en su laboratorio del Centro Nacional de Biotecnología. Por Fernando Goitia/ Fotografía: Daniel Méndez

 La vacuna contra el COVID-19: una lucha contra reloj para detener la pandemia

Mariano Esteban vive rodeado de virus. «Como todos», podrá decir alguien, pero él los observa, los estudia -más bien los disecciona- y sobre todo los combate. A sus 75 años, lleva toda una vida dedicada a ello. Como jefe del Grupo de Poxvirus y Vacunas del Centro Nacional de Biotecnología, del CSIC, Esteban ha trabajado en el desarrollo de artillería contra VIH, zika, ébola, chikungunya, malaria, leishmaniasis o hepatitis C, patógenos a los que ahora añade el SARS-CoV-2. Todo ello convierte a este científico de Villalón de Campos (Valladolid), asesor de la OMS y de la UE, en uno de los grandes expertos mundiales en la materia.

XLSemanal. Un artículo de la revista Nature cifraba en 115 las vacunas de COVID-19 en marcha. Nunca tantos científicos habían trabajado a un tiempo con el mismo objetivo…

Mariano Esteban. Jamás, sí. Esto va a revolucionar la historia en el aspecto científico y sanitario. Ha roto todos los esquemas establecidos.

XL. ¿No sería mejor concentrar recursos en menos proyectos y avanzar más rápido?

M.E. La cuestión es que cada país necesita garantizarse una vacuna. Si te quedas esperando a que los demás la desarrollen, cuando la tengan, su prioridad será su propia población y tú deberás ponerte a la cola. Por eso debemos desarrollar nuestra vacuna. Tenemos la tecnología y el know-how. Estamos en primera línea.

XL. ¿Les sorprendió que China compartiera tan rápido la secuenciación del coronavirus?

M.E. Un poco sí. China podía haberse guardado esa información o retrasarla, pero tuvo ese gran gesto que permitió poner en marcha proyectos de vacunas y tratamientos. Fue algo celebrado por toda la comunidad científica mundial. Además, siguen publicando con rapidez todo lo que investigan.

XL. En China han iniciado la fase II de ensayos clínicos para una vacuna en tiempo récord; Estados Unidos ha autorizado la experimentación con humanos sin las preceptivas pruebas en animales… ¿El coronavirus es parte de la carrera entre ambas superpotencias?

M.E. No soy analista geopolítico, pero está claro que aprovechan para demostrar poderío. Ensayar en humanos directamente es una forma clara de capitalizar la atención. Porque, aunque investigan en ratones y macacos en paralelo, ese no es el procedimiento. Lo correcto es probar primero en animales, pero se lo han saltado para ponerse en la primera línea. Para China, desde luego, es la gran oportunidad de demostrar que, al igual que en tantos otros campos, también ha avanzado en ciencia. Y es verdad, lo sé por experiencia.

XL. ¿A qué se refiere?

M.E. En los años ochenta fui profesor de Medicina en la Universidad del Estado de Nueva York y vi la llegada de la primera remesa de estudiantes chinos. Tenían un desconocimiento total porque China estaba muy atrasada en ciencia. Formé a muchos de los médicos e investigadores que levantaron la ciencia allí. Hasta hace unos años, los artículos científicos que nos llegaban eran muy pobres y ahora son muy potentes. Han acelerado de una forma impresionante. En ningún lugar ha sucedido nada igual. Y ahora quieren demostrarle al mundo que también son punteros en este campo.

«Gastamos millones en armamento, pero, si aparece un bicho de treinta nanómetros que mata a miles de personas, no tenemos con qué defendernos. Invertir en ciencia es mucho más útil que en defensa»

XL. Los últimos coronavirus han venido de China. ¿Les servirá ese poderío para evitar la propagación de más patógenos?

M.E. Hombre, con el primer SARS, en 2002, cometieron muchos errores. Lo dejaron pasar, no establecieron los protocolos de aislamiento y confinamiento y tardaron casi un año en secuenciar el agente causal. Hubo muchos errores. Ahora lo han hecho mejor, le vieron las orejas al lobo. Los que no actuamos bien esta vez hemos sido nosotros, el mundo occidental. No supimos ver el peligro.

XL. Se habla de que falta año y medio para la vacuna. ¿Hay riesgo de que, mientras tanto, el virus mute?

M.E. Confiamos en que no evolucione hacia más virulencia, sino al revés; se irá atenuando. Al incrementarse la población inmune, el virus encuentra menos reservorios y decae. Esto es una lucha entre el sistema inmune y el virus. A medida que generamos defensas, se atenúa su virulencia.

XL. ¿Si la inmunidad social se extiende, es posible que en un año y medio la vacuna ya no sea necesaria y la financiación desaparezca?

M.E. No lo creo porque habrá rebrotes. Ya los ha habido en Asia, debido a que es imposible mantener selladas las sociedades. Necesitamos prepararnos para brotes de mayor o menor intensidad y tener las vacunas listas para elevar el número de inmunes y, eventualmente, eliminar la capacidad infecciosa del virus. Pero vendrán otros, claro.

XL. ¿Deberían investigarse más los coronavirus y los murciélagos, no?

M.E. Sin duda. En China ya están en ello, pero cada país debe tener claro que la investigación es fundamental para su seguridad nacional. Los investigadores siempre estamos racaneando, nos las vemos y deseamos para financiar nuestro trabajo. Los políticos nos dicen mucho eso de: «Pero bueno, si es que los científicos vivís de maravilla, viajáis mucho». Claro que viajamos porque los congresos y reuniones internacionales son fundamentales para cruzar información y avanzar. Invertir en ciencia es clave para controlar enfermedades como esta. Que nadie se engañe: van a surgir más epidemias porque los virus son la especie más abundante que hay en la naturaleza y evolucionan.

XL. No hace ni dos años, Goldman Sachs concluyó en un informe para inversores que curar a los pacientes no es rentable…

M.E. Sí, es tremendo ese modo de pensar; el mundo no se puede permitir seguir así. El dinero lo
guía todo, pero va a haber un cambio. Necesitamos convertir la ciencia en una estructura global a la que contribuyan todos los países, como viene pregonando la Fundación Bill & Melinda Gates, que lleva años financiando vacunas para VIH, malaria, tuberculosis, enfermedades tropicales… Hay que explorar más la colaboración público-privada, toda una asignatura pendiente para España. Aquí firmas un convenio con una gran farmacéutica y te acusan de venderte a los laboratorios. Lo sé porque me pasó a mí cuando dirigí el CNB, recién aterrizado de Estados Unidos.

XL. ¿Cree posible que los políticos hagan de la ciencia una prioridad?

M.E. Eso espero. Es dramático, nos gastamos millones en armamento, portaaviones, submarinos y demás, pero si aparece un bicho de treinta nanómetros de diámetro que mata a miles de personas no tenemos armas para defendernos. Invertir en ciencia es mucho más útil que hacerlo en defensa. Y en sanidad. Le han cortado los pies a nuestro sistema sanitario y hay que recuperarlo, fortalecerlo de nuevo

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