Es uno de los antropaleontólogos más importantes del mundo. Toda una eminencia. Del futuro de la humanidad y de si como especie extraeremos una lección de esta crisis charlamos con él. Por Ixone Díaz Landaluce / Foto: JEOSM
Con una librería repleta de libros de fondo, los cascos puestos y la mata de pelo algo despeinada, Juan Luis Arsuaga ‘nos recibe’ en su casa, en una de esas estampas tan de estos tiempos de pandemia. «Aquí estoy bien. El peligro está en la calle», dice con media sonrisa. Durante el confinamiento, Arsuaga no ha parado. El catedrático de Paleontología y codirector de Atapuerca está sumergido en la docencia on-line, la organización de futuras excavaciones, la burocracia académica, las colaboraciones… En tiempos de crisis, nadie mejor que un experto en el pasado de nuestra especie para explicarnos qué nos deparará el futuro.
XLSemanal. En estos días de confinamiento, siempre hay un momento que se hace un poco más cuesta arriba. ¿Cuál es el suyo?
Juan Luis Arsuaga. Para mí es cuando cae el sol. Por la mañana, hasta la hora de comer, estoy bien. Después, voy perdiendo energía, ganas… Cuando las situaciones se cronifican, terminan minando tu moral. Pero tengo un don: por las noches, me regenero por completo. Y, por las mañanas, me levanto lleno de optimismo y entusiasmo.
XL. Crisis y epidemias forman parte de la historia de la humanidad. ¿Qué aprendió el ser humano de otras catástrofes similares?
J.L.A. De la peste negra no aprendimos nada. Nada en absoluto. La peste de mediados del siglo XIV se llevó por delante a la mitad de la población de regiones y ciudades enteras. Todo lo que se decía entonces era: «¡Arrepentíos! ¡Este es un castigo por vuestros pecados!». Solo se aprende a través del conocimiento. Por eso, esta crisis es tan diferente a las anteriores.
XL. Esta vez estamos en manos de la ciencia.
J.L.A. Eso es. En muy poco tiempo hemos entendido que se trata de un virus, sabemos cómo se transmite, estamos buscando tratamientos… ¡Ya hemos aprendido un montón! Y si realmente hay una vacuna en dos años, me parecería asombroso. Pese a lo que se está diciendo, creo que la respuesta a esta crisis está siendo muy rápida. Hay que hacer un esfuerzo por poner las cosas en contexto. El ADN se descubrió en 1953. Y el material genético de este virus se secuenció en días, eso nos permite ahora hacer los test para diagnosticar la enfermedad. Puede parecer poco, pero es muchísimo.
XL. En medio de la crisis sanitaria, la tensión entre algunos países aumenta. Se plantean dos paradigmas: confrontación y búsqueda de culpables o colaboración. En la historia de nuestra especie, ¿qué postura ha imperado en tiempos de crisis?
J.L.A. Depende. En términos generales, el ser humano es solidario dentro del grupo al que pertenece. Además, los grupos humanos son concéntricos. El grupo donde depositas tu máxima solidaridad y compromiso es tu familia. Después, tu familia extendida; luego, los compañeros y amigos; tu país o tu etnia, la Unión Europea… Finalmente esperemos que algún día nuestra tribu sea la humanidad entera. Y yo creo que se están dando pasos en ese sentido.
XL. ¿Por qué?
J.L.A. Mira cómo estamos colaborando todos en España ahora mismo. ¡Qué remedio! ¿Y en Europa? Un poco menos, ¿verdad? Esto no es un cuento de hadas, desde luego. Pero hay un nivel de cooperación razonable. ¿Podría ser mejor? Sí. ¿Podría ser peor? Desde luego. Siempre. De hecho, nunca ha sido tan bueno como ahora. Y eso se va ampliando a otras partes del mundo. China, que hasta hace poco era un país totalmente hermético y ajeno a Occidente, está ampliando sus niveles de cooperación. Esto es lo que los anglosajones llaman un work in progress; una tarea que continúa.
XL. ¿La humanidad saldrá más cohesionada?
J.L.A. No, no, no. Eso es pensamiento mágico. Que un acontecimiento, el que sea, vaya a cambiarlo todo es como creer en las apariciones de la Virgen. «Y una revelación en forma de virus hizo que la humanidad cayera hincada de rodillas y dijera: ‘¡Ya lo hemos comprendido!’». Eso no tiene nada que ver con la ciencia o la razón.
XL. Hay quien opina que se va a dar marcha atrás en el proceso de globalización. ¿Cómo lo ve?
J.L.A. ¡Pero cómo vamos a dar marcha atrás a la globalización si las mascarillas las estamos comprando en China! Si les compramos todo a ellos. Esta crisis no va a poner de manifiesto nada que no supiéramos. Ni nosotros nos vamos a abrazar fraternalmente con los chinos, ni los palestinos y los israelíes se van a llevar mejor. Seguirá habiendo conflictos e intereses políticos y económicos enfrentados. Lo único que puede pasar es que se aceleren cosas que ya estaban ocurriendo. El resto, los mensajes del cosmos a la humanidad, ni explica nada ni tiene ninguna utilidad.
«Si hemos aprendido algo, lo sabremos en unos meses. Cuando veamos los Presupuestos Generales del Estado. ¿Cuánto irá a sanidad, a ciencia, a universidades…?»
XL. Siempre dice que los paleontólogos son buenos futurólogos…
J.L.A. Somos buenos futurólogos porque lo que conocemos bien es la naturaleza humana. Y eso es lo único que no va a cambiar.
XL. O sea, que de esta no salimos ni mejores ni peores, ¿no?
J.L.A. No. Yo tengo un hijo en Bruselas y otro en Londres. Antes, las familias vivían juntas en Sepúlveda o Hernani. Es un pedazo de cambio, claro. Sin embargo, siguen siendo mis hijos y hablo con ellos por Skype. Nos hemos reajustado a la nueva situación. Eso es todo.
XL. Una de las pocas cosas buenas que nos deja esta crisis es que los niveles de contaminación han disminuido impresionantemente. ¿Despertará nuestra conciencia medioambiental?
J.L.A. Pues yo creo que no, pero si quieres te digo que sí y te dejo más tranquila. Lo que tú quieras.
XL. [Risas]. Bueno, había que intentarlo. Resulta deprimente pensar que no sacaremos ninguna enseñanza.
J.L.A. En el movimiento conservacionista hay un lema fundamental: «Piensa globalmente y actúa localmente». El Amazonas o el Ártico están muy bien, pero qué pasa con el mar Menor, que está aquí al lado. En el País Vasco, por ejemplo, lobo que aparece, lobo al que matan. ¿Crees que esta crisis, esta revelación divina, va a conseguir que los lobos sean tolerados en el País Vasco? ¿Crees que les declararán una tregua?
XL. Supongo que no…
J.L.A. Dicho esto, yo creo que estamos avanzando en materia medioambiental. Tú y yo vamos a ver desaparecer las botellas y las bolsas de plástico, y ayer leía que el 45 por ciento de los huevos que se venden en los supermercados ya son de gallinas no enjauladas. Claro que cambiamos, pero no con grandes revelaciones divinas. Aprendemos cuando entendemos. Cuando demostramos que el plástico no se degrada, que los microplásticos están en todos los océanos, que eso afecta a la cadena alimentaria… De todas maneras, a la pregunta de si aprenderemos alguna lección, lo vamos a saber en meses…
XL. Menos mal. ¿Cómo?
J.L.A. Con los Presupuestos Generales del Estado. No quiero sermones ni predicadores, quiero Presupuestos Generales. Porque si resulta que el dinero que se dedica a sanidad, a universidades y a investigación es el mismo, estará claro que no habremos aprendido absolutamente nada.
XL. ¿Teme el control social a través de apps o de la expedición de certificados de inmunidad para contener la pandemia?
J.L.A. Aquí se plantea el viejo conflicto entre libertad y seguridad. Un conflicto eterno. La realidad es que cuanto más acojonado está el ser humano, más dispuesto está también a renunciar a su libertad. Y eso es peligroso. Porque el acojonamiento social se ha utilizado históricamente para recortar derechos. Será necesario buscar un equilibrio según el tamaño de la amenaza.
XL. ¿Qué es lo que más echa de menos y qué es lo primero que hará cuando se levante el confinamiento?
J.L.A. Lo que más añoro es la naturaleza. Me he perdido toda la primavera y las nevadas de marzo y abril. Espero no perderme el verano.
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