Léa Vicens, una mujer en la corte del rejoneo

Confinada en su finca de Hinojos (Huelva) desde hace tres meses, Léa Vicens, la gran figura del rejoneo, habla sobre el futuro del toro, el machismo, el amor… y de su gran proyecto para salir de esta crisis: el rejoneo a la carta. Por Virginia Drake / Fotos: Antón Goiri y Getty Images 

Nació en Nimes (1985)y se licenció en Biología por la Universidad de Montpellier. Sus primeros euros los consiguió trabajando de acomodadora en el coso de su ciudad natal donde, fascinada por el toreo a caballo, nació su gran sueño: convertirse en rejoneadora. Comenzó a domar potros con los vaqueros de la Camarga y ganó importantes premios, hasta que Ángel Peralta la llevó a su Rancho el Rocío, en Puebla del Río (Sevilla), para hacer de ella una figura. Allí trabajó la doma durante 14 años y, junto al mejor, aprendió las suertes del rejoneo.

Léa nos recibe en su finca de Hinojos (Huelva), junto al Parque de Doñana, donde lleva recluida tres meses, rodeada de incertidumbre y dificultades, aunque, sin perder el ánimo, aprovecha este tiempo para enseñar nuevas suertes a sus caballos con las que reaparecer en las plazas.

XLSemanal. ¿Qué tal se encuentra?

Léa Vicens. Bien, tanto mi familia en Francia como yo aquí estamos todos bien.

XL. ¿Estos tres meses de aislamiento los ha pasado sola?

L.V. No, se han venido conmigo dos amigos que viven en pisos muy cerrados, a los que les propuse pasar la cuarentena aquí y que así fuera más agradable para todos. Pero te diré que para mí el aislamiento no es un problema grande, yo vivo prácticamente confinada en el campo y llevo una vida muy de ermitaño.

Léa galopa con sus caballos en su finca de Huelva. Tiene 14 ya toreros, 3 listos para el debut, 5 en formación y una docena de potros más. El mantenimiento de los animales es un coste importante. «¡Son 34 cabezas que alimentar! -sonríe Léa-. Muchísimos gastos». Además, en temporada dependen de ella unas quince personas.

XL. Por la COVID-19 se han suspendido los festejos taurinos, pero sus caballos tienen que mantenerse en forma igualmente.

L.V. Exactamente. Necesitan un entrenamiento diario y yo los monto doce horas cada día, aunque reconozco que con un poquito menos de intensidad que en temporada normal.

XL. ¿Cuándo cree que podrá volver a rejonear?

L.V. No depende de nosotros, sino de que encuentren la forma de parar el virus. Es muy posible que hasta 2021 no vuelva a torear porque, bajo mi punto de vista, una corrida no se puede dar sin público.

«Es posible que hasta 2021 no vuelva a torear porque creo que una corrida no se puede dar sin público»

XL. ¿Y reduciendo el aforo a la mitad?

L.V. El festejo tiene que ser sostenible y yo no sé si en esas circunstancias lo sería.

XL. Usted, que lidera el escalafón no solo en el número de trofeos conseguidos, sino también en el de corridas toreadas, ¿tiene cintura económica para soportar un año sin ingresos?

L.V. En estos meses de aislamiento estoy poniendo en marcha un proyecto turístico muy exclusivo que me ayudará a obtener algunos ingresos y que, después, podré mantener en paralelo a mi actividad en las plazas.

XL. ¿En qué consiste?

L.V. Voy a abrir las puertas de mi casa a gente que quiere tener una experiencia única con el rejoneo en un entorno guapo como es el mío.

XL. ¿Rejoneará en privado?

L.V. Un poco a la carta, la gente propone cosas y yo también ofrezco otras: una exhibición, una tienta, un paseo por Doñana a caballo…

XL. ¿El coronavirus podría dar la puntilla a los festejos taurinos, amenazados también desde otros frentes?

L.V. Ha sido la puntilla para infinidad de personas del mundo rural que viven del toro y que ahora están sin nada. Podría haber sido la puntilla para todos, de no ser porque el mundo del toro se ha activado con esta crisis. Por primera vez se han unido de manera organizada los profesionales afectados -toreros, banderilleros, empresarios, ganaderos y la Fundación del Toro de Lidia-, y esta unión nos está dando mucha fuerza a todos los niveles. Yo estoy en ese grupo de toreros que se han unido con los demás sectores.

XL. ¿Qué toreros participan?

L.V. Juli, Manzanares, Castella, Perera, Roca Rey, Cristina Sánchez, Ponce, Joselito, El Fandi. Por fin nos hemos unido para actuar juntos y organizados en defensa del toro.

Léa Vicens mide 1,69 y pesa unos 55 kilos. «Cuando me sale bien una tarde, soy la reina del mundo [ríe]. Pero cuando pincho en la plaza, oigo de todo».

XL. ¿Y los hermanos Rivera Ordóñez?

L.V. No están. Ellos tienen muy buena relación con muchos matadores, pero van más por libre.

XL. ¿Por qué cree que los sectores afectados no han unido fuerzas antes?

L.V. Quizá porque no había la emergencia tan inmensa que hay ahora. Y no solo es por los efectos del coronavirus, sino también porque son insostenibles los costes de producción de los festejos, porque el Reglamento taurino no se ha adaptado a nuestra época, por actuaciones de algunos políticos, por las críticas de los antitaurinos…

XL. ¿Cree que usted sobrevivirá?

L.V. Sí, porque, desde siempre, he tenido la cabeza muy asentada, y cuando me encuentro presionada, busco soluciones. He aprovechado para formar nuevos potros y he vendido en Francia y en España algunos caballos que no me gustaban mucho y que dudaba de si mantenerlos. Con eso he conseguido el dinero necesario para mi nuevo proyecto. Yo no me quedo sentada llorando, a la espera de que el Estado me abone lo que he dejado de ganar.

«Yo no me quedo llorando, a la espera de que el Estado me abone lo que he dejado de ganar»

XL. Vive en un mundo de hombres, ¿diría que Ángel Peralta fue su protector?

L.V. No; más que protector, diría que me dio una oportunidad que no era fácil darme y confió y apostó por mí desde el principio.

XL. ¿Cómo se defiende en ese ambiente tan machista?

L.V. Jamás he vivido el machismo en el toro, aunque sé que lo hay. Yo no he sufrido nada en mi contra por ser mujer, he sufrido más por ser francesa en España. He sentido más el machismo entre los críticos y los periodistas taurinos que entre toreros, ganaderos y empresarios. También lo he sufrido con la gente del campo, del mundo rural andaluz, agrícola y macho.

«He sentido más machismo de los críticos taurinos que de los toreros. Y he sufrido más por ser francesa que mujer»

XL. Explíquese.

L.V. Yo era un peón agrícola cuando llegué a España, eso era lo que ponía en mi nómina. Me encargaba de la doma de los caballos de la finca de don Ángel, pero vivía mi día a día con los peones, con los tractoristas… Y con algunos de ellos sí que notaba el machismo. Pero vivir me ha enseñado a protegerme de los machistas, de la gente interesada y de la malintencionada. Tengo un radar incorporado y los veo venir de muy lejos. Sé huir de los que no me aportan ninguna cosa positiva.

XL. ¿Algún empresario o ganadero le ha ofrecido ayuda a cambio de otras cosas?

L.V. ¡Nunca! Creo que he puesto los límites muy claros con mi actitud y que, en ese sentido, he mantenido siempre cierta distancia. Nadie se ha atrevido a proponerme una cosa así. He tratado siempre con grandes profesionales que no se jugarían que les tacharan de eso. Todo lo que tengo lo he conseguido con mi trabajo al cien por cien y esa es de las satisfacciones más grandes que se pueden tener.

XL. Pocos toreros son universitarios como usted.

L.V. Poquitos, sí [sonríe]. En mi caso es porque el sueño de ser torero me vino después de haber empezado en la universidad. Siempre me ha gustado mucho estudiar, se me daba bien y me parecía fácil aprender las cosas. Terminé la carrera a los 21.

«Me dicen que qué hago yo metida en esto o me mandan al gimnasio o dicen que es porque las mujeres no tenemos la fuerza que se necesita para torear».

XL. Ya comparte cartel con los mejores: Pablo Hermoso de Mendoza, Diego Ventura…

L.V. Y estoy muy contenta porque he dado la talla. Creo que mis compañeros ya me ven como un torero más, pegando muy buenos quiebros y templando de costado. El mayor piropo para mí es que me vean rival. Creo que ellos ya han superado eso de «vamos a torear con una mujer».

XL. ¿Alguna vez ha sentido que alguno no la quería en su cartel?

L.V. Nunca. Los toreros a caballo siempre han estado contentos por torear conmigo. Al principio, porque yo era novedad y traía mucha gente a la plaza; y, ahora que soy menos novedad, porque mi historia y mis triunfos traen mucho público. Los toreros quieren torear con gente que llena las plazas.

XL. ¿Cree que le pagan lo mismo que a los hombres de su misma categoría?

L.V. Nunca he preguntado cuánto ganan los compañeros. Además, no sé si me dirían la verdad, porque se protegen mucho en decir lo que cobran. Yo no creo que a las mujeres nos paguen menos, pienso que nos valoran según seamos artísticamente y según llenemos las plazas, no por nuestro sexo. Lo que sí sé es que, en España, los toreros a caballo ganamos menos que los toreros a pie.

XL. Cambiando de tercio, ¿se ha enamorado alguna vez?

L.V. Sí, a mí me gustan los hombres [ríe]. Yo he estado muy enamorada, sé lo que es la cosquilla que produce el amor y sé lo bonito que es el amor de un hombre porque lo he vivido.

XL. ¿Pero?

L.V. Pero en la vida hay casillas, hay etapas y hay escalones. Y el escalón del amor y de formar una familia no es el que me planteo ahora si quiero llevar una carrera al nivel que me exijo. Ya llegará más adelante. Ahora no es el momento de pensar en el amor.

«Yo he estado muy enamorada, pero ahora no es el momento de pensar en el amor. Ya llegará más adelante»

XL. ¿Y si surge?

L.V. Yo no doy posibilidad a que surja. Para enamorarse hay que trabajárselo y yo no dejo que pase.

XL. ¿Y si se enamora de usted alguno de los hombres que la rodean?

L.V. ¡Pues tendré que lidiar al toro!

XL. Ser mujer de un torero no es fácil; pero ser marido de una torera debe ser complicado también, ¿no?

L.V. Yo creo que para el marido es mucho más difícil, porque tiene que aceptar que una mujer torera no tiene las mismas prioridades que el resto de las mujeres. Yo no sé cocinar, no sé planchar, no sé doblar una camisa…

XL. ¿Ningún torero sabe cocinar ni doblarse una camisa?

L.V. No lo sé, pero en general tienen personas que se lo hacen.

XL. ¿Y usted, sola en la vida, cómo se las arregla?

L.V. Pues o lo hago mal o me voy a comer a la tasca del pueblo [ríe]. Soy incapaz de hacer unas lentejas. Las cosas de la casa no me han interesado nunca.

XL. ¿Le interesa la moda?

L.V. Sí, mucho; me gusta la ropa y me gustan más las marcas francesas que las españolas, con perdón [ríe]. Tengo mi estilo propio, pero no soy una fashion victim.

«Mis caballos no los monta nadie más que yo. Sería como quitarle fineza a mi guitarra, como desafinar el instrumento».

XL. ¿Piensa en el reloj biológico?

L.V. Sí, pero todavía me queda un poco. Yo quiero tener hijos, pero no ahora ni dentro de un año. A lo mejor a los 40 o así. Vivo siempre el día a día y no me gusta pensar en el futuro porque me estresa, pero sé que hijos sí quiero tener.

XL. ¿Cuándo cree que se retirará?

L.V. No quiero ser una vieja rejoneadora. Cuando oiga que la madre le dice a su hijo: «Mira qué bien torea la señora», entonces me plantearé la retirada.

XL. ¿Y ahora qué le dice la madre al niño?

L.V. «Mira qué jovencita es la chiquilla». La gente me ve como la niña que torea’, por eso yo nunca digo mi edad a nadie. Tengo aspecto de niña, pero con coco de señora, ¡jajaja!

XL. ¿Ve corridas de toros en televisión?

L.V. No tengo el canal de toros, no leo noticias taurinas y las pocas veces que veo una corrida escojo mucho el cartel y voy a la plaza a disfrutar. Tampoco leo nada de ellos, prefiero leer novelas.

Durante tres temporadas seguidas (2017, 2018 y 2019), su nombre ha figurado a la cabeza del escalafón de rejoneadores. En la foto, durante una corrida de toros en la Real Maestranza de Sevilla.

XL. ¿Tampoco lee biografías taurinas?

L.V. Nada.

XL. Pero sí sabrá que Belmonte se enamoró perdidamente de una rejoneadora.

L.V. [Se ríe] Sí, eso sí porque lo he oído contar. La cultura básica taurina la conozco y me interesa, pero no estoy obsesionada con el mundo del toro, solo con lo que yo practico. Tampoco tengo cabezas colgadas por las paredes. Solo tengo la cabeza del toro con el que salí el año pasado por la Puerta Grande de Las Ventas, porque fue un acontecimiento. Mi casa es mi refugio libre de toros, el único lugar donde no hablo de ellos.

«Soy atea. Solo creo en los esfuerzos, en las ganas… Yo no salgo a la plaza a suicidarme, sino a triunfar»

XL. ¿Contempla la lidia sin muerte?

L.V. He toreado corridas en Portugal, donde hay sangre pero no muerte porque allí está prohibido matar al toro. A mí, sin embargo, no me gustaría que se perdiera la cultura de la muerte del toro bravo. Y esto te lo dice una de las personas que más quiere a los animales.

XL. ¿Es religiosa, tiene su propia capilla?

L.V. No soy religiosa, soy atea. Solo creo en los esfuerzos, en las ganas… Y yo no salgo a la plaza a morir o a triunfar, como algunos toreros dicen: no soy kamikaze. Salgo a triunfar y puede que me pase algo muy grave, lo tengo asumido y lo acepto, pero no salgo a suicidarme.

Te puede interesar

Rocío Romero: “Algunos tienen prejuicios con ‘la niña’, pero eso se rompe al verme torear”

"personajes"