Cuenta con las mejores fuentes, y lo demostró cuando anticipó la abdicación de Juan Carlos I. Ahora, José Antonio Zarzalejos publica ‘Un rey en la adversidad’, donde desvela sucesos hasta ahora desconocidos del reinado de Felipe VI y claves para componer el retrato personal del monarca. Por Virginia Drake / fotografía: Getty Images, Antón Goiri y Cordon.
El próximo día 10 sale a la venta Felipe VI. Un rey en la adversidad (Editorial Planeta), el último libro de José Antonio Zarzalejos (Bilbao, 1954), en el que se desvelan sucesos hasta ahora desconocidos sobre el reinado de Felipe VI, la abdicación y expatriación de su padre y los difíciles momentos que atraviesa la Corona. Se trata de un riguroso trabajo periodístico donde los paños calientes brillan por su ausencia.
Nos citamos con el autor en el hotel Four Seasons de Madrid para hablar de la soledad de dos monarcas.
XLSemanal. Cuenta que ha mantenido más de treinta conversaciones con gente del entorno del Rey.
José Antonio Zarzalejos. Exactamente, treinta y una. Por este orden, las conversaciones han sido con: políticos con causa de conocimiento por su cercanía al Rey, personas allegadas que han trabajado con él, algún amigo muy amigo y figuras importantes de la estructura del Estado.
XL. Ningún miembro de la familia real.
J.A.Z. He tenido contacto con dos personas de la familia del Rey.
XL. ¿Ha intentado entrevistar a Felipe VI?
J.A.Z. Sí, pero inútilmente.
XL. ¿Y a Juan Carlos I?
J.A.Z. No, con el padre no lo he intentado.
XL. ¿Y con la Reina Letizia?
J.A.Z. Lo he intentado, pero no ha sido posible. Sí he tenido la oportunidad de hablar con ellos en varias ocasiones, pero no para la elaboración de ningún tipo de información.
XL. ¿Ha mandado el libro a Zarzuela?
J.A.Z. No.
XL. ¿Ni siquiera por cortesía ha enviado algún capítulo?
J.A.Z. No, he mandado la portada nada más. En Zarzuela, este libro no se ha leído.
XL. ¿Qué reacción intuye que puede darse?
J.A.Z. ¿Sinceramente? No lo sé porque la Casa es muy hermética; tendrán que hacer una evaluación de oportunidad.
«El gran reto de Felipe VI es reconstruir todo lo que su padre, después de erigirlo, destruyó»
XL. ¿Diría que el libro, si no cortesano, será muy del plácet de Zarzuela?
J.A.Z. No me he puesto nunca en esa tesitura, no he pensado en ningún momento si esto les va a gustar o no.
XL. Que todos los entrevistados le hayan exigido confidencialidad puede restar credibilidad al relato. ¿Cree que existe miedo a hablar?
J.A.Z. Prácticamente todas las fuentes me pidieron confidencialidad, es así. Pero yo creo que eso tiene que ver con la delicadeza extrema del tema.
XL. Ha escrito: «El peor adversario del Rey ha sido y sigue siendo su padre. Nadie le ha procurado más daño moral y político, antes y después de su abdicación […]. Nos traicionó a todos y traicionó a su hijo», y hasta lo compara con una bomba de relojería que tienen que desactivar los Tédax para que la onda expansiva no llegue a su hijo. ¿Es necesario calificar al rey Juan Carlos con expresiones tan fuertes para distanciarlo de Felipe VI?
J.A.Z. Sí [rotundo]. El Rey tiene que ser totalmente diferente a su padre y quedar absolutamente distanciado de él. Esta es una institución hereditaria, biológica y muy personalizada. Si el padre entrega la Corona en una situación muy deteriorada, se convierte de facto en alguien que carcome la solidez de la institución. Por lo tanto, es un adversario objetivo de su hijo.
XL. Las descripciones que recoge rayan la crueldad.
J.A.Z. Niego la mayor, yo no soy cruel. Hablemos de hechos, no de opiniones: el rey está expatriado; ha reconocido que ha defraudado fiscalmente, puesto que se ha acogido a una regulación voluntaria; no ha negado los hechos de su vida pasada, que en este momento forman parte de una de las tres investigaciones indagatorias prejudiciales del Ministerio Fiscal; no ha negado que haya tenido la relación que tuvo con Corinna Larsen; no ha negado que se haya beneficiado de la Fundación Lucum como pantalla de una no sabemos si donación o comisión de 100 millones de dólares; y es un dato real que recibió cantidades importantes de la Fundación Zagatka. Por lo tanto, ¿qué son más duras las palabras o los hechos?
XL. Las dos cosas.
J.A.Z. Son más duros los hechos. Si algo de todo eso que yo digo no fuese realidad, Juan Carlos I estaría viviendo en la Zarzuela tranquilamente; pero resulta que está a miles de kilómetros, expatriado en Emiratos Árabes Unidos, con tres procedimientos del fiscal abiertos y con una regularización por la que ha pagado 768.000 euros. El gran reto de Felipe VI es reconstruir todo lo que su padre, después de erigirlo, destruyó.
«Don Juan Carlos es un hombre con lapsus de memoria, pero sobre todo con un principio de deterioro cognitivo progresivo»
XL. ¿Lo mejor que le puede pasar a la Corona es que el rey emérito no vuelva?
J.A.Z. En este momento, desde luego. Yo creo que su salida fue indefinida, lo que no sé es si es definitiva. Actualmente no hay un plan ni en la Zarzuela ni en la Moncloa para su regreso.
XL. Dice que la salud mental del rey Juan Carlos no es la idónea, pone en duda que estuviese plenamente lúcido antes de su abdicación e incluso asegura que es una persona desnortada, con lapsus seniles. ¿De qué está hablando exactamente?
J.A.Z. Estoy hablando de un hombre que tiene una percepción de la realidad distorsionada y esto me lo ha confirmado más de una, de dos y de tres personas. Es un hombre con lapsus de memoria, pero sobre todo con un principio de deterioro cognitivo progresivo por el cual no percibe como reprobable todo lo que ha hecho.
XL. La entrada en prisión de Iñaki Urdangarin parecía zanjar un primer asunto oscuro. ¿Fue la imagen del rey en la que pedía perdón tras la foto de Botsuana la que convirtió a Corinna en la mujer que levantó la veda?
J.A.Z. Corinna es una mujer absolutamente despechada, que tuvo unas expectativas probablemente fuera de la realidad y que ahora lo que pretende es hacer todo el daño posible no solo al rey emérito, sino también a la Corona.
XL. Cuenta que desde un bufete londinense se envió documentación muy comprometida para el rey emérito sobre la Fundación Lucum a tres personas: a Jaime Alfonsín (jefe de la Casa del Rey), a la Reina Letizia y al secretario de Estado de Comunicación.
J.A.Z. Tiraron con bala, quisieron asegurarse de que la Reina Letizia y el Gobierno fuesen conocedores de las irregularidades cometidas por el padre del Rey; y esos documentos se filtraron a The Sunday Telegraph. Cómo y cuándo destapar las irregularidades de Juan Carlos I lo decidió el bufete contratado por Corinna Larsen. Y, a partir de ese momento, la situación se hizo inmanejable e irreversible. Creo que Corinna tiene una voluntad dolosa de hacer daño a partir del regreso de Botsuana, cuando ella es expulsada de nuestro país.
«Corinna es una mujer absolutamente despechada que pretende hacer todo el daño posible no solo al emérito, también a la Corona»
XL. Dice que, tras la «abdicación punitiva», el rey Juan Carlos quiso seguir gobernando a la sombra.
J.A.Z. Sí, en la abdicación se dejaron varios cabos sueltos. En el imaginario colectivo, la situación de la Corona devino en un reinado a cuatro, con dos reyes titulares y dos consortes. Juan Carlos I no asumió su renuncia con todas las consecuencias y, en esto, su hijo fue absolutamente generoso con él. Antes de abdicar, el rey se autoconcedió por real decreto el tratamiento de Majestad y los honores que le corresponderían a él y a su mujer. Fue una condición que puso porque quería seguir siendo rey. Y siguió viviendo en la Zarzuela y se le habilitó una secretaría personal dentro de la estructura de la Casa del Rey y un despacho con dependencias anejas en el Palacio Real. Además, mantuvo una muy activa agenda pública hasta junio del año 2019. Felipe VI lo aceptó porque todavía no era consciente de todo lo que había hecho su padre.
XL. Cuenta que también puso condiciones a su expatriación.
J.A.Z. Puso tres: elegir el destino, poder moverse entre distintos países y que no se comunicara su localización hasta que él no autorizase hacerla pública. Y las tres las asumieron tanto la Casa del Rey como la Presidencia del Gobierno, porque se expatriaba con un ayudante y con escolta de la Guardia Real, que depende del Ministerio del Interior, con sus correspondientes turnos de reemplazo. Por esta razón, el Gobierno sabe en todo momento dónde está don Juan Carlos.
XL. La última noche en España la pasó en Sanxenxo, en casa de su amigo Pedro Campos.
J.A.Z. Sí, llegó a mediodía del domingo 2 de agosto y no asistió a ninguna fiesta de despedida en el Club Náutico, como se ha contado. Comió con Pedro Campos y con su mujer, con quienes pasó la tarde hablando. Durmió allí y al día siguiente partió desde el aeropuerto de Vigo en un avión privado hacia Emiratos Árabes. El destino se dio a conocer 18 días después.
XL. ¿Por qué piensa que Pedro Campos es una figura muy importante en la actual situación del rey emérito?
J.A.Z. Porque es el amigo al que se acoge en un momento dramático. Don Juan Carlos se fía de muy poca gente y a mí no me cabe duda de que Pedro Campos es un enlace con un papel muy concreto. Pedro habla con algunos medios de comunicación para transmitir mensajes que al padre del Rey le interesa que se conozcan.
«Felipe VI ha recibido de su cuñado Urdangarin más de una nota en la que asume algún tipo de responsabilidad»
XL. ¿Está Felipe VI tan solo como dice?
J.A.Z. Lo está, el Rey está solo. Bueno, tiene a su mujer, que yo pienso que en los momentos claves sí lo ha ayudado, y también a sus hijas. Creo que los cuatro forman una familia en donde el afecto y la confianza son indudables. También creo que el monarca cuenta con personas que lo apoyan moral y afectivamente, como es el caso de Jaime Alfonsín, su más próximo colaborador, que lleva con él más de 25 años. Pero en todo lo demás Felipe VI está solo. Su padre se ha convertido en adversario, su madre es una referencia puramente sentimental y carece de relación con sus dos hermanas.
XL. Se intuye en el libro que Felipe VI e Iñaki Urdangarin han solventado sus diferencias.J.A.Z. Aunque desconozco el contenido, sí es cierto que el Rey ha recibido de su cuñado más de una nota en la que asume algún tipo de responsabilidad. Esto no quiere decir que tengan una relación fluida, pero Felipe VI aprecia que los Urdangarin sean una familia muy estructurada que le está dando mucho apoyo a su hermana y que sus sobrinos Urdangarin Borbón estén muy bien educados en el respeto a sus abuelos y a su tío el Rey. Y puedo garantizarte que esto es verdad porque la fuente es muy próxima.
XL. Entre los testimonios que ha recabado están aquellos de quienes piensan que Doña Letizia es responsable en buena medida de la separación del Rey tanto de su familia como de sus amigos.
J.A.Z. La Reina Letizia ha asumido un papel fundamental: que sus hijas crezcan en un ambiente familiar rodeadas de cariño, comprensión y confianza. ¿Por qué? Porque conoce bien a la familia de Felipe VI y a la suya propia, y no quiere reproducir en sus hijas los mismos traumas que han tenido que pasar ella y su propio marido. Doña Letizia ha sido muy consciente siempre de los problemas que su padre, sus hermanas e incluso su madre planteaban al Rey. Es verdad que la Reina Letizia y don Juan Carlos carecen absolutamente de química y que incluso entre ellos hay una cierta hostilidad; es verdad que no existen prácticamente relaciones entre ella y las infantas Elena y Cristina; es verdad que, en ciertos momentos, la relación con su suegra registra algunas tensiones; y es verdad que Doña Letizia ha hecho de cortafuegos entre Felipe VI y su familia. Lo que ella hace es cumplir con su papel como cree que debe hacerlo.
XL. Cuenta que el rey Juan Carlos le advirtió que debía casarse con una mujer de la realeza o con una aristócrata que le facilitara las relaciones con las familias reales europeas, que a poder ser aportara fortuna al matrimonio y que estuviera educada en el consentimiento de las infidelidades.
J.A.Z. Esto está en los libros de Historia. Los matrimonios de la familia real que están en la línea de sucesión se han regido por la pragmática sanción de Carlos III, la cual establecía que aquellas personas que hiciesen matrimonios desiguales o morganáticos perdían los derechos sucesorios. Las infantas Elena y Cristina no lo hicieron por un decidido apoyo de la reina Sofía, pero no se pensaba así del heredero. De él se esperaba que se casase con una persona parigual.
XL. ¿Y en cuanto a la aceptación de las infidelidades?
J.A.Z. Se daban por hechas. No hay un solo rey Borbón, salvo Carlos III, que se atuviese a la fidelidad matrimonial. Varias personas con las que he hablado me han asegurado que en ningún caso la Reina Letizia le consentiría a Felipe VI serle infiel.
XL. Cuenta que algunos nobles intentaron hacer una campaña anti-Letizia.
J.A.Z. Pues ella podrá gustarle más o menos a algún noble recalcitrante, pero ha tomado carta de naturaleza al ser la madre de la futura reina de España. La reversión que se ha producido en determinados hábitos anacrónicos en la Corona no tiene vuelta atrás. Y Doña Letizia es un factor de renovación.
XL. El PSOE de Pedro Sánchez no es el de Felipe González y Rubalcaba, y la mayoría de los que se declaran monárquicos abiertamente se sitúa en la derecha política. ¿Este es un grave problema para Felipe VI?
J.A.Z. Claro que es un problema: si un oso te abraza, te mata. Las adhesiones tienen que ser inteligentes. El problema de la derecha es que, en vez de querer tanto al Rey, tiene que quererle mejor.
«Juan Carlos I quiso seguir siendo rey en la sombra. No asumió su renuncia con todas las consecuencias»
XL. Pilar Eyre acaba de publicar un libro –en el que también sus fuentes le exigen confidencialidad– donde la descripción de la reina Sofía posiblemente no la suscribiría ninguno de sus entrevistados.
J.A.Z. Punto primero: doña Sofía y su hijo tienen una gran complicidad porque, además, tienen unos parecidos temperamentales. Punto segundo: Felipe VI siempre ha interiorizado con amargura que su padre no haya tratado a su madre como debiera. Y punto tercero: las críticas que yo he escuchado hacia la reina son dos: una, que ella se rindió ante las conductas de su marido, que no puso la suficiente resistencia para evitarlas y que se resignó creyendo que ese era su papel. Y dos, que no se ha identificado con la idiosincrasia de la sociedad española. Pero me gustaría resaltar que, en la proclamación de su hijo, Felipe VI rinde homenaje a su madre y las Cortes Generales le dispensan a la reina Sofía un largo y cálido aplauso. ¿Por qué? Porque ha sido una mujer resistente. Si después es simpática o antipática, yo no lo he investigado.
XL. Como asegura, Jaime Alfonsín es la persona más leal a Felipe VI. Abogado del Estado y procedente del despacho Uría Menéndez, el mismo donde Felipe y Letizia firmaron las capitulaciones matrimoniales, es considerado «la bestia negra del rey emérito».
J.A.Z. Cierto, como también lo es que tantos años de colaboración lealísima han provocado en él una especie de ‘síndrome de protección paternal’. Pero esto no es inhabitual, Juan Carlos I también reconoció que el marqués de Mondéjar era como un padre adoptivo para él.
XL. Fue precisamente Juan Carlos I quien puso a Jaime Alfonsín al frente de la Secretaría del Príncipe.
J.A.Z. Sí, por recomendación de Manuel Pizarro. Ahora, sin embargo, el padre del Rey ve en Alfonsín al ejecutor de unas decisiones que para él son perjudiciales y trata de cargar las tintas sobre el jefe de la Casa antes de hacerlo sobre su hijo.
XL. Dice que las relaciones entre Felipe VI y Moncloa son complicadas.
J.A.Z. Felipe VI es un rey a la intemperie, sin una protección institucional adecuada. En estos momentos se encuentra con un Gobierno en el que una parte es militantemente republicana y cuyo vicepresidente es amigo de Puigdemont, Otegui y Junqueras. Soy de los que piensan que Pedro Sánchez no quiere tumbar la monarquía, pero sí reducir la dimensión simbólica y efectiva del Rey y la Corona. Felipe VI vive en un permanente tsunami político y familiar. Esto hace que sus seis años y medio de reinado hayan tenido tanta o más intensidad que los 38 de su padre.
«Felipe VI es un rey a la intemperie, sin una protección institucional adecuada»
XL. ¿Le fue mejor a la Corona con la presidencia de Mariano Rajoy?
J.A.Z. No. El mandato de Rajoy fue muy desafortunado para el Rey porque no tomó las medidas adecuadas en Cataluña. El monarca era muy consciente del problema que existía y la información que tenía era mucho mejor que la del presidente del Gobierno.
XL. Cuenta que Rajoy le pidió al Rey que se mantuviera al margen del problema catalán.
J.A.Z. Exactamente y esto es muy importante decirlo. En julio de 2014, el Rey tiene una larguísima conversación con Artur Mas, tras la cual Felipe VI manifiesta la mayor disponibilidad institucional para ejercer las funciones de moderación, como así le atribuye el artículo 56 de la Constitución. Pero Mariano Rajoy le dijo que esta era una cuestión estrictamente gubernamental y que sería su Gobierno el que manejaría esa crisis. ¡Y ya vimos cómo la manejó! Y ya vimos cómo entró en shock el 3 de octubre de 2017 y cómo el Rey tuvo que intervenir públicamente con un mensaje a la nación, en el ejercicio de sus facultades constitucionales, sin salirse un ápice de la Constitución, para defender la unidad y la integridad del Estado, apelando a los valores constitucionales.
XL. Manifiesta que aquel discurso de Felipe VI fue tan importante para él como lo fue para su padre su intervención tras el 23-F.
J.A.Z. Efectivamente, Felipe VI se ganó el trono con ese discurso breve, que se preparó de una manera muy resuelta pero que se consultó con mucha gente. El Rey sabía de antemano que en Cataluña no iba a gustar nada, pero que era un mensaje necesario y urgente a los españoles. Don Felipe estaba persuadido de que su obligación era intervenir en ese momento y hacerlo como lo hizo, pagando el precio que tenía que pagar (unos meses después el Parlamento de Cataluña lo declaró persona non grata). El monarca ha tenido que absorber el impacto de que aquellas autoridades a las que se apelaba para que cumpliesen la Constitución ahora son socias del Gobierno. Hay que reconocer que la templanza del Rey es extraordinaria.
XL. Reproduce una frase de Felipe VI: «Cuando dudo, me agarro al cuello de la Constitución y no lo suelto». ¿La Carta Magna es el primer y último recurso que le queda a la Corona?
J.A.Z. La Constitución es la que permite ser republicano o socialista y mantener una relación normalísima con una monarquía parlamentaria. Y debemos acogernos a ella en un momento en el que el comportamiento de don Juan Carlos ha dejado muy deteriorada la reputación de la monarquía. La izquierda de hoy no es la de González, Rubalcaba e incluso Zapatero; pero tampoco la de los viejos comunistas que aceptaron la monarquía en la Transición como un elemento de estabilidad y de reconciliación.
XL. … que debemos en gran medida a Juan Carlos I.
J.A.Z. Es cierto. El reinado de Juan Carlos I es irrepetible en lo bueno; es un rey fundacional de la democracia, no fue el único, pero fue actor principal de la Transición. Un hombre con un gran carisma personal que tiene un enorme crédito internacional, aunque lamentablemente en los últimos 15 años de su reinado arruinó su reputación personal. Felipe VI no tiene nada que ver: no es un rey fundacional, probablemente no es un rey carismático, pero es un rey verdaderamente poseído por su responsabilidad y, en lo personal, es un hombre absolutamente digno que ha puesto la Institución y su responsabilidad de Estado por encima de todo, incluso de su familia. Por eso asume la vida con una cierta fatalidad, aunque, como me dicen algunas personas que lo conocen muy bien, le falta la alegría de vivir.
Dos retratos que dibujan a un rey
El libro de Zarzalejos comienza describiendo uno de los retratos que Hernán Cortés le ha hecho a Felipe VI. «Un rey en soledad, con esas arrugas en la frente que delatan sus enormes preocupaciones, y con un único elemento que queda a su izquierda, la Constitución. Este cuadro representa vivamente lo que es el rey en una monarquía parlamentaria», afirma Zarzalejos.
Y termina con el retrato de Antonio López, que el pintor manchego —dice el periodista— «nunca quiso pintar: tardó 21 años en entregarlo, en los que modificó tres veces la figura del príncipe. Jesusa Vega (catedrática de Historia de Arte Moderno) define la figuración del príncipe en ese cuadro como la de un outsider, alejado del resto de la familia».
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